¿Por qué mi hijo es tan brutote?
Mi hijo es muy brutote porque ¿es necesario asfixiar a su hermana para darle un abrazo? ¿A qué se debe ese abrir y cerrar los cajones como si le hubiesen hecho algo malo, muy malo?
Si en algún momento habíamos albergado la esperanza de que nuestro hijo o hija fueran la encarnación de la dulzura y la delicadeza es mejor que vayamos abandonando la idea (al menos, de momento). Y no porque nuestros pequeños no sean adorables, tiernos y cariñosos sino porque muchos de ellos, quizá la mayoría, son incapaces de hacer las cosas con tranquilidad, prudencia y mano suave.
Les encanta subir, bajar, abrazar, empujar, reír, galopar, trepar, saltar… y lo hacen con tanto ímpetu que son incapaces de medir sus fuerzas.
¿Hace falta “ahogar” a su hermana para abrazarla? ¿Por qué abre y cierra los cajones como si le hubiesen hecho algo terrible? ¿Algún día podremos compartir un achuchón sin llevarnos de recuerdo dos o tres cardenales? Y por último, ¿En qué estábamos pensando cuando le dejamos jugar, unos segundos, con nuestro móvil, sin prever que iba a acabar donde acabó (en el suelo, roto)? Está claro, no es que sean brutos: son lo siguiente.
Son una mezcla explosiva de curiosidad, pasión, impulsividad y torpeza
Una de las razones por las que nuestros hijos son tan brutos a estas edades es porque en ellos se da una mezcla explosiva de:
- Curiosidad: la conquista de su autonomía no ha hecho más que empezar, y la conciencia de saberse dueños de sus actos y sus espacios es un motor para querer tocarlo todo, caminar por todas partes, probar nuevas formas y maneras de agarrar…
- Pasión: La mayoría de los niños a estas edades son felices. Ya no se les trata como bebés, pero tampoco se les exige lo que a lo más mayores, así que pueden disfrutar de las ventajas de lo uno y de lo otro. Esto contribuye a que tengan una visión del mundo bastante positiva y que todo lo que les rodea sea apasionante.
- Impulsividad: Su desarrollo motor no ha terminado. Aunque pueden correr, saltar y manipular objetos con mucha destreza, en situaciones de tensión o emoción no son capaces de medir su fuerza y los deseos e ideas (¡venga, que se mueva ya la fila!) se convierten en acciones (un empujón al de delante) con facilidad y poco control.
- Torpeza: En un cuerpo que crece por minutos es complicado ir integrando el aumento de dimensiones, fuerza y capacidad sin que haya algún que otro destrozo por el camino. Para los pequeños, un estirón representa que tiene que haber un cambio de mentalidad paralelo que le permita habitar su nuevo cuerpo, como si de un nuevo coche (más potente y veloz) se tratase. ¡Nada fácil!