Inculcar el amor por la naturaleza a través del juego
Tienen que aprender a respetar el mundo en el que vivimos. El paso previo es que lo conozcan de cerca, que puedan tocarlo, disfrutarlo, que lo vean como algo suyo.
La obsesión que a veces tenemos los padres por la seguridad nos aleja del entorno natural. Por eso, uno de los consejos que da Heike Freire, psicóloga especializada en Educación, en su libro Educar en verde, ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza (ed. Grao), es que hay que tener confianza en los pequeños, dejar que se manchen, se rebocen en la hierba, trepen, corran detrás de una ardilla, si la hay, y tropiecen. Así desarrollan la seguridad en sí mismos, el trabajo colaborativo y la imaginación. Eso sí, siempre inculcándoles respeto.
Con los menores de seis años, lo más importante es predicar con el ejemplo, ya que repiten lo que hacemos los adultos. «A mis hijos les enseño que no pueden coger nada porque a lo mejor hay algún bichito que lo aprovecha. Y cuando les he visto partiendo una rama, les he arrancado un pelo. ¿Os gusta? Pues al árbol tampoco», cuenta Nuria. Varios padres nos desvelan sus trucos para acercar a sus hijos a la naturaleza:

Pintar con pétalos
Pintar con flores
Sí, habéis leído bien. «Pintar frotando una flor sobre el papel y, a pesar de haberlo hecho unas cuantas veces, a mi hija le sigue pareciendo magia ver cómo se tiñe el papel. También jugamos a ordenar hojas por tonos, del verde más claro al más oscuro o, en otoño, con la gama de los marrones. Le divierte muchísimo». Nuria
Observar e imaginar
Sobre todo si son pequeños, no hace falta irse muy lejos para que disfruten. En el parque más cercano, sentados en la arena, la hierba o un banco, observar las nubes con ellos es una actividad de lo más relajada que despierta su imaginación. «Yo jugaba a buscar figuras en el cielo con mi abuela, quien construía emocionantes historias. Ése es uno de los recuerdos más entrañables que conservo de ella. Ahora lo hago con mi hija siempre que puedo y el tiempo lo permite». Sandra
Saquitos olorosos
«Si utilizáis trozos de tela que ya no sirvan será, además, un ejercicio de reciclaje. Les ayudará a apreciar los distintos olores de flores y plantas cuando las vean». Carlota

Hormiguero
Un hormiguero
«Optamos por comprarle uno, que es muy fácil de cuidar, y Jaime se pasa horas observando cómo se mueven y trabajan las hormigas. Después, cuando las encuentra en el parque, enseguida pide su lupa de explorador para seguirles el rastro». Nieves

Pequeños jardineros
Un huerto también en casa
David Martín, fundador de los huertos urbanos Cultivalia, nos hace algunas sugerencias: «Para los peques, resulta bonito plantar una semilla de girasol, que termina siendo muy grande y llamativo. Luego recogeremos las pipas del girasol y nos las comeremos. También podemos poner semillas de maíz de palomitas, cuando estén listas recogeremos las mazorcas para hacer y comer palomitas mientras vemos su película favorita».
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