Sí, a los niños les encanta y, si eres padre, seguro que disfrutas viendo a tu hijo pasárselo en grande. Puede que lo que no te haga mucha gracia es que el pequeño llegue a casa lleno de arena y posiblemente manchado, pero no debes enfadarte, eso significa que se ha divertido y sobre todo que ha aprendido mucho. ¿Quieres saber todo lo que obtiene para su desarrollo al jugar con ella?
Beneficios de jugar con arena en los niños
No, no están en el colegio, pero es que, jugando en el parque los niños también pueden aprender multitud de cosas, aunque a veces no nos percatemos de ello. Mira todos estos beneficios:
- Mejoran su estado físico
Piensa en un niño jugando con la arena, seguramente le encantará escarbar; llenar su cubo, cargarlo, volcarlo; es muy probable que también se levante y se siente continuamente para hacer construcciones de arena, o incluso que salte sobre ella. Realmente es una manera muy buena de ganar fuerza en sus sistemas muscular y óseo.

Por otro lado, mientras desarrolla todas estas capacidades motoras, también mejorará su coordinación mano-ojo y en el caso de que juegue con palas y rastrillos, se estimulará su motricidad fina.
- Tienen un mejor desarrollo cognitivo
Aunque no se den ni cuenta, mientras juegan con la arena los niños desarrollan y mejoran sus conceptos matemáticos. Aprenden a comparar, a analizar, a medir… Por ejemplo, la capacidad y el volumen comienzan a comprenderlos mejor. ¿Qué cubo está más lleno? ¿Cuánta arena cabe ahí?
- Estimulan sus sentidos
Con la arena se potencia el desarrollo sensorial, y como nos imaginamos, principalmente el sentido del tacto. El peque experimentará nuevas sensaciones, conocerá nuevas texturas y superficies, empezará a comprender el equilibrio (al andar por la arena o al mantener en pie una torre) y a descubrir diferentes temperaturas (por ejemplo, cuando el sol calienta una zona y otra no).

- Son más creativos
En este aspecto, el juego simbólico tiene mucho que decir. Por ejemplo, cuando un niño amontona arena y le da forma para convertirla en “un castillo”, desde luego que está desarrollando su creatividad y dando alas a su imaginación. Y es que, con ella pueden hacer todo lo quieran: crear puentes y carreteras, fosas y montañas, estatuas y figuras… Si encima cuentan con palas u otras herramientas o juguetes las posibilidades son más que infinitas.
- Comprenden su entorno
Jugar fuera de casa, posiblemente en la playa, en el parque o en el campo, les da una visión nueva del mundo en el que viven. Si además están rodeados de otros niños es una buena oportunidad para socializar.

- Mejoran sus habilidades sociales y comunicativas
Jugar con la arena es una buena práctica que seguro que disfrutan mucho, aunque sea individualmente, pero también es una gran manera de interactuar con otros niños, ya sea en el arenero del parque o en la orilla de la playa. Compartir los juguetes, respetar turnos, construir algo juntos… Como vemos, las habilidades sociales y lingüísticas también se ven estimuladas.
- Fortalecen su sistema inmunológico
Jugar fuera de casa permite a los niños fortalecer su sistema inmunológico al exponerse a una mayor variedad de microbios y bacterias presentes en el ambiente natural. Esta exposición ayuda a sus cuerpos a desarrollar defensas más robustas, lo que puede reducir la incidencia de alergias y enfermedades. Además, el contacto con la naturaleza y el aire fresco también contribuye al bienestar general y al desarrollo saludable de los pequeños.