Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres ha publicado recientemente un estudio en el que deja claro que no es real esa idea preconcebida que dice que “los hijos únicos tienen una especie de déficit en sus habilidades sociales, comparados con los niños que crecen con hermanos”, es una mala fama completamente injustificada a juicio de Goisis con la que han lidiado los hijos únicos de todo el mundo desde hace años.
El estudio llevado a cabo por Alice Goisis revela que los factores que más influyen en el desarrollo de los niños son sobre todo la situación socioeconómica de la familia y los recursos emocionales de los que disponen los padres, algo que resulta ventajoso de forma coyuntural para el desarrollo de los hijos únicos.

Hablan mejor y aprenden más
Los hijos únicos desarrollan su imaginación y su creatividad por el hecho de pasar tiempo sin la compañía de otros niños, lo que les empuja a mantenerse entretenidos por sí mismos.
El aporte lingüístico de los padres no se ve interrumpido por el de otros niños de igual o menor edad, lo que influye en el desarrollo del cerebro en los primeros 24 a 36 meses de vida.
Estas dos variables: el lenguaje adulto que les rodea y la necesidad de desarrollar su imaginación y su creatividad, les ayudan a la hora de desarrollar sus estudios.
La doctora en psicología Susan Newman ha estado trabajando sobre este tema y ha llegado a la conclusión de que ser hijo único no garantiza tener un extraordinario nivel académico pero sí da una ventaja respecto a los estudiantes con hermanos.
En ese sentido los hijos únicos suelen tener relaciones más positivas con sus padres, tienen más probabilidades de obtener su atención, pasan más tiempo entre conversaciones de adultos y según algunos estudios desarrollan un coeficiente de inteligencia más alto que los niños con hermanas y hermanos y tienen un mejor rendimiento académico y sentimientos más positivos con respecto a su asistencia a clase.