Los expertos de Harvard nos aclaran si debemos enseñar a controlar las emociones de nuestros hijos

La educación emocional es determinante para un adecuado desarrollo de los niños. ¿Qué influencia ejercen los padres sobre las emociones de sus hijos? ¿Saben interpretar las señales que transmiten los sentimientos de los más pequeños? Los expertos de Harvard responden a esta y otras cuestiones avalando sus afirmaciones con estudios empíricos realizados en el campo de la neurociencia.

¿Debemos enseñar a controlar las emociones de nuestros hijos? Pues de pende de lo que entendamos por controlar. Si identificamos control con represión, invalidación o crítica, la respuesta es no, porque todas las emociones son válidas y hay que aceptar todas las que sienten nuestros hijos. Ahora bien, lo que sí podemos hacer, y es muy recomendable que lo hagamos, es enseñarles a manejar la reacción que, a veces, se produce después de determinadas emociones. Por ejemplo, si pega cuando está enfadado, aceptemos su enfado e intentemos comprender la cauda que lo provoca. Lo que hay que enseñarle es a cambiar su comportamiento cuando se enfada, pero no invalidar su sentimiento y decirle que no puede estar así. Puede y tiene el derecho a estar enfadado, lo que no puede es pegar.

Investigaciones en neurociencia

Es lo que recomiendan los expertos en Harvad después de múltiples avances e investigaciones en ámbitos como la neurociencia. En este sentido, la neuropsicóloga Julia DiGangi afirmó de forma rotunda en una reciente colaboración con la  CNBC que "como padres lo que debemos controlar son nuestras emociones y no la de nuestros hijos", identificando así el verbo controlar con la autogestión de  emociones.

Por otra parte, la neurociencia también ha demostrado que emoción y razón forman parte de la misma arquitectura cerebral y están estrechamente relacionadas. Tan importante es la una como la otra por lo que es necesario cuidar la salud socioemocional de los niños.

Los estudios también han demostrado que si cuidamos  el desarrollo socioemocional de nuestros hijos se producirán beneficios a corto y largo plazo. El éxito académico y laboral, el establecimiento de relaciones constructivas con otras personas, la capacidad de adaptarse a los cambios ... son algunos de estos beneficios. DiGangi apunta otros como el aprendizaje de habilidades como la empatía, la autonomía, la confianza en sí mismos o la autoestima.

Niña expresando emociones - iStock

De padres empáticos, hijos empáticos

Otras conclusiones a las que han llegado las mismas investigaciones sostienen que las destrezas emocionales se aprenden en buena medida por el efecto contagio. Los estudios indican que la salud socioemocional de los niños está estrechamente relacionada con el mayor o menor bienestar socioemocional de sus padres, familia y entorno.

Es decir, por regla general, de padres empáticos,  nacen hijos empáticos. Sin duda, el mayor aprendizaje proviene del ejemplo, de los modelos de conducta que ofrecen los adultos, sobre todo, los padres u otros miembros de la famiia que los niños consideren importantes. Porque la mayoría de las veces los más pequeños no hacen lo que los adultos dicen, sino que aprenden lo que les ven hacer.

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