¿A qué edad debería dejar que mis hijos se vistan como quieran?

En cuanto muestren interés por ello es recomendable, cuanto menos, escuchar y tener en cuenta su criterio para guiarles y orientarles sin imponer nada al respecto.
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Desgraciadamente, no somos el oráculo que todo lo sabe. Ojalá fuera así, pero en esto de la maternidad hay respuestas que no son fruto de una operación matemática. No son precisas porque influyen mucho las variables ambientales. Es el caso de esta cuestión que nos planteamos acerca de cuándo es bueno dejar que se empiecen a vestir solos los niños y niñas, pero sí hay algo que no admite dudas: permitir que lo hagan cuando muestren interés por ello es beneficioso para ellos.

Hasta los dos años, el criterio de los padres se impone al 100%. Raro es que algún peque por debajo de esa edad manifieste su opinión acerca del look elegido por sus papás, aunque en ocasiones puede ocurrir, sobre todo en negativo, si tienen hermanos o hermanas mayores en los que fijarse. 

En cambio, entre los dos y cinco años hay un momento en el que, habitualmente, hacen clic y se empiezan a interesar por la ropa. Aunque sea para pedir siempre su camiseta favorita. Pero lo hacen. Y es ahí cuando nuestra labor como padres es escucharles y hacerles partícipes de la tarea porque la personalidad se construye desde la infancia y la vestimenta es una forma de expresar su evolución, su identidad y su carácter también. No deja de ser, en definitiva, un paso adelante en su autonomía.

Guiar, no dejar absoluta libertad

Lógicamente, una cosa es dejar que su decisión importe más que el hecho de que la ropa conjunte a la perfección o que se decanten por lo que nosotros querríamos que llevaran, y otra es no intervenir para nada. Es imprescindible guiarles sin imponer, como en tantos otros aspectos de la vida de nuestros hijos. 

Con cinco años, por poner una edad en la que muchos peques desean elegir su ropa, no saben el contexto del día para el que se están vistiendo o el clima que hace fuera, y en muchas ocasiones tardan demasiado en elegir. Pueden ocurrir más cosas, pero estas tres son de las más habituales. Una cuarta sería, como decíamos antes, que quieran ponerse “lo mismo de siempre”, que ese día está sucio, lavándose o secándose.

Por eso, debemos explicarles por qué ese día no pueden ponerse justo una determinada prenda y también podemos reducir la lista de opciones a un abanico de tres combinaciones, por ejemplo. Así podrán elegir, que es lo que quieren, pero habréis guiado dicha elección sin interferir en la decisión final, de manera que prevalezca su decisión, su criterio al respecto, y así se refuerce con ello su autoestima. Lo que para nosotros los adultos puede parecer “una tontería” es una manera muy efectiva de afianzar su personalidad y su confianza en sí mismos para los niños, que además tendrán más desarrollado el sentido de la responsabilidad hacia su ropa. 

Este es un buen aprendizaje para los padres porque la vida de nuestros no nos pertenece, y a través de ejemplos a priori banales como el de elegir ropa, podemos darnos cuenta de ello. Tienen su criterio -si no lo tienen, tomad la delantera, por supuesto- y debemos, cuanto menos, escucharlo y tratar de atenderlo en la medida de lo posible. Desde luego, la imposición no es el camino

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