Mi niño no come por miedo a tragar: qué es la fagofobia
Si notas que tu hijo no come porque le da miedo atragantarse, es posible que tenga fagofobia. Conoce aquí más acerca de ella y algunos consejos de ayuda.
¿Llega la hora de la comida y tu hijo se angustia, no quiere comer y tiene miedo a atragantarse? Puede ser que esté padeciendo una fobia alimentaria llamada fagofobia. Veamos en qué consiste, sus síntomas y algunos consejos para ayudarlo.
Si tu hijo tiene miedo a tragar alimentos -o incluso, líquidos- es probable que padezca fagofobia, una fobia alimentaria. Se trata de un problema psicológico que afecta a niños, aunque puede darse en adultos en algún caso aislado. Normalmente lo sufren aquellas personas que han vivido un acontecimiento traumático con la acción de tragar, ya sea en primera persona o en otros.
¿Cuándo puede aparecer?
Puede surgir por diferentes causas:
- Al vivir una experiencia traumática con el atragantamiento de algún alimento al comer, (generalmente en la infancia).
- Al presenciar y ser testigo del atragantamiento de otra persona.
- Al tener miedo a vomitar y a sentir dolor.
- Al pasar por una gastroenteritis o enfermedad relacionada a algunos alimentos que genere ese miedo a tragar.
- Al tener una faringitis dolorosa que cause dolor constante al tragar.
- Por la actitud violenta del entorno familiar o por abusos sexuales en la infancia, ya que pueden hacer que este problema se desarrolle.
Síntomas de la fagofobia
Según cada persona la fagofobia se experimenta con más o menos intensidad. Algunos de los síntomas más comunes son: náuseas, sequedad en la boca, sudoración, taquicardias, estrés, arcadas, sensación de ahogo, impresión de que la faringe se cierre e incluso dificultad para respirar. En casos más fuertes también pueden producirse vómitos, lo que no ayuda absolutamente en nada con el miedo a tragar.
Todos estos signos suelen iniciarse ya antes de sentarse a comer. De hecho, es posible que el niño vaya empezando a sentir los síntomas según se vaya aproximando la hora de la comida, comience a pensar en ello y se genere en él una sensación de malestar. Y es ese malestar o angustia el que produce una ansiedad que hace que los síntomas vayan apareciendo.
Recomendaciones de ayuda para tu hijo
Si percibimos que nuestro hijo está padeciendo este problema debemos ayudarlo porque se trata de una complicación que puede generar diversas consecuencias si no se corrige como corresponde.
Consecuencias tales como complicaciones alimentarias con vitaminas y minerales, desnutrición, aislamiento social (al no poder compartir otros momentos con amigos y familia) e incluso depresión.
Por ello, tengamos en cuenta algunos consejos:
- Tener paciencia. Ante todo, debes mantener la calma, aunque el momento pueda superarte y preocuparte, de nada servirá regañar al niño y enfadarte con él si no es para aumentar el problema.
- Ponerte en su lugar. Es importante para él que lo entiendas y que le hagas sabes que no vas a dejar que le ocurra nada malo. Deja que exprese lo que siente con libertad.
- Comer en familia. Una buena idea para ayudar a tu hijo es que comáis juntos (mejor si todos coméis el mismo menú) y que creéis un buen ambiente para que entienda que es un momento de disfrute en el que no tiene por qué pasar nada malo.
- Controlar los tiempos. Si tu hijo empieza a angustiarse en exceso y no consigue comer, es importante que ese momento no se alargue mucho y que más tarde vuelva a intentarlo.
- No hablar del problema a otros delante de tu hijo. El peque puede darse cuenta y aunque no lo parezca el niño puede preocuparse de más cunado se dé cuenta de la preocupación.
- Pedir ayuda a un especialista. Si después de probar estas primeras medidas consideras que el problema no se soluciona, no dudes en pedir ayuda a un especialista en el tema.