Los padres han de ser muy conscientes del papel capital que tienen en la educación de la personalidad de sus hijos. Educar personas con una personalidad madura, que es un equilibrio entre cabeza (razón y voluntad) y corazón (afectividad), es educar para lograr una vida sana y feliz.
En consecuencia, tienen que establecer un modelo de convivencia familiar que sea un buen entorno para que sus hijos sean maduros. La madurez humana supone funcionar habitualmente según la dirección de la razón, que es la que juzga lo que está bien o mal, y por impulso de la voluntad, que es la que hace portarse bien. De este modo, la persona se hace buena, y será querida por los demás y por sí misma. Y el amor es la condición para ser felices.
El uso excesivo de pantallas en el hogar, como ocurría con el uso excesivo de la televisión, no es una conducta racional y libre, sino emocional y adictiva, pues tiene como objetivo principal sentirse bien y evadirse de sentirse mal. Por lo tanto, está impulsada por la afectividad.

Los padres, por ser el modelo a imitar por los hijos, han de ser los primeros en practicar el autocontrol de las pantallas en el hogar. También han de enseñar a dialogar, que es el modo de mostrar el funcionamiento de la propia razón y un buen método para estimular a los hijos a usar su razón, pues no se puede hablar con sentido si no se piensa antes.
Por otra parte, “hablando, se entienden la gente”, y entender es conocer con la razón. Las pantallas permiten conocer muchas cosas y sentirse bien, pero no facilitan el hábito de pensar, que es propio de la razón. Para hablar y escuchar a los padres y hermanos es necesario desarrollar el autodominio, y, para lograrlo, un buen ejercicio es prescindir del uso de las pantallas en determinados momentos de la convivencia familiar. De esta manera, los padres y los hijos desarrollan la razón y la voluntad, y tendrán la posibilidad de controlar la afectividad para lograr el equilibrio interior propio de la madurez.
Las pantallas, ¿Nos unen, no nos separan? La importancia de recuperar el diálogo familiar.
Recomendaciones de Empantallados
Si observamos que en nuestra casa impera la ley de las pantallas, debemos ‘desintoxicarnos’ de alguna manera. Podemos empezar fijando las siguientes pautas en:
-La mesa de las cenas y comidas
Las cenas entre semana o las comidas de los fines de semana suelen ser lugares de encuentro de la familia. Si cada uno está pendiente del móvil desaprovecha la oportunidad de conversar y no está pendiente de lo que come. Según los nutricionistas, una de las principales causas de obesidad es comer delante de una pantalla, ya que distrae nuestra atención y la sensación de saciedad llega más tarde.
-La habitación
Dormir con el móvil al lado favorece que lo cojamos por la noche para entrar en internet, o que estemos pendientes de los mensajes que llegan. Si lo usas como alarma, puedes sustituirlo por el clásico despertador. También puede ser bueno que nuestros hijos dejen ‘aparcado’ su móvil fuera de su habitación durante el tiempo de estudio, para que nada les distraiga.
-El coche
Aunque no se considere un espacio más del hogar, el coche es un medio de transporte familiar en el que a veces pasamos mucho tiempo. Dejar el móvil en la guantera y conectarlo por bluetooth evita que lo mires en un semáforo o que contestes un WhatsApp. Es un buen momento para hablar con tus hijos y que te cuenten lo que han hecho en el colegio. Para conseguir estos espacios detox puede resultarte útil descargarte el parking para móviles de Empantallados o idear algún lugar para que todos dejen ahí sus dispositivos.
Fuente: Estudio ‘El impacto de las pantallas en la vida familiar’, Empantallados y GAD3.