Para algunos niños, la paleta de colores que nos rodea puede presentarse de una manera diferente. El daltonismo, una condición genética que afecta la visión del color, es más común de lo que pensamos y comprenderlo desde la infancia es el primer paso para ofrecerles todo nuestro apoyo. A continuación, te contamos el cuento de Carmen Castaña.
Cuando Carmen Castaña tenía cuatro años, era una niña con una mente tan brillante que resolvía problemas de lógica antes de que sus maestros terminaran de plantearlos. Además, le encantaba hacer preguntas complejas sobre el universo y la astronomía.
Lo más increíble de todo es que Carmen tenía una caja de lápices de colores.
¡Era una caja de colores mágica! Siempre estaban bien colocados y cuando eso ocurría sus dibujos cobraban vida. Si el orden de los colores le fallaba, no podía pensar. Si no podía pensar, no podía dibujar. Si no podía dibujar, sus dibujos no se hacían realidad.
Una mañana en la escuela, Carmen estaba coloreando flores y plantas. Comenzó dibujando una flor de jacinto, pero la pintó de color gris. Luego una margarita, pero lo que eran blancos los pintó de un tono gris claro y el centro, que normalmente es amarillo, lo pintó anaranjado. Por último, intentó pintar una amapola, pero la flor salió de color marrón.
Entonces, Carmen cerró los ojos y contó hasta cinto. ¡Nada! Las flores no se movían ni bailaban al viento como siempre y el dibujo permaneció inmóvil.

Carmen apretó los labios y se enfadó con los lápices. ¡Estaban bien puestos, no es posible!
—¿Qué pasa, Carmen? ¿Por qué estás tan enfadada? —preguntó su maestra Clarines.
—¡Mis flores no se mueven, maestra! —protestó ella señalando el dibujo—. Los lápices están bien puestos, como siempre. ¡Lo he revisado tres veces!
Clarines se acercó y observó el papel con atención. Sacó del bolsillo una pequeña lupa y se la entregó a Carmen.
—Esta lupa ayuda a algunos niños a ver mejor, sobre todo cuando no estamos seguros. ¡Nos permite observar con más detalle! —dijo la maestra Clarines.
Cuando Carmen miró a través de la lupa, todo parecía distinto. Los colores no eran los mismos que ella había usado. Algunos eran más vivos, otros más suaves. No era mejor ni peor, solo distinto.
Carmen miró de nuevo su caja de lápices. Ya no sabía si era tan mágica, si el verde era realmente verde o si el rojo era rojo. ¿Y si su orden perfecto ya no lo era tanto?
Pero entonces, Clarines le dijo algo muy importante. Había personas que no veían los colores igual, pero eso no le iba a impedir crear cosas hermosas. Solo significa que Carmen ve el mundo con sus propios ojos y sus propios colores.
Desde entonces, Carmen reordenó los lápices. Esta vez no por lo que decía la etiqueta, sino por cómo los sentía: los que le daban calma, los que le parecían alegres o los que le hacían reír.
Ahora Carmen tenía diez años pero, cada vez que volvía a dibujar, usaba la lupa mágica que le había regalado su maestra Clarines. No para ver los colores como todos, sino para recordar que su forma de mirar también era una forma de crear magia y que sus dibujos pueden hacerse realidad.

El mundo en colores (o la ausencia de ellos): Entendiendo el daltonismo en la infancia
Un mundo donde el verde de la hierba se confunde con el marrón de la tierra, o distinguir el color de un semáforo. Todo esto puede convertirse en un desafío diario, pero es una realidad de muchas personas con daltonismo, una condición genética que afecta la percepción de los colores y que, en muchos casos, se manifiesta desde la infancia.
Entender el daltonismo, cómo se detecta y cómo podemos apoyar a nuestros pequeños en su día a día es fundamental para asegurar su desarrollo pleno y sin limitaciones innecesarias.
¿Qué es exactamente el daltonismo?
El daltonismo, también conocido como deficiencia en la visión del color, no implica ver el mundo en blanco y negro, como popularmente se cree. En la mayoría de los casos, se trata de una dificultad para distinguir ciertos tonos, principalmente el rojo y el verde (la forma más común) o con menor frecuencia, el azul y el amarillo.
Esta condición tiene su origen en la ausencia o el mal funcionamiento de ciertos fotorreceptores en la retina del ojo, llamados conos. Existen tres tipos de conos, sensibles a diferentes longitudes de onda de la luz: rojo, verde y azul. Cuando uno o más de estos tipos no funcionan correctamente, la capacidad de distinguir los colores correspondientes se ve afectada.

¿Cómo se hereda el daltonismo?
El daltonismo es, en la mayoría de los casos, una condición hereditaria ligada al cromosoma X. Esto explica por qué es mucho más frecuente en hombres que en mujeres. Las mujeres tienen dos cromosomas X, por lo que si uno de ellos porta el gen del daltonismo, el otro cromosoma sano puede compensar la deficiencia. En cambio, los hombres si portan este gen, desarrollarán daltonismo. Una mujer solo será daltónica si ambos cromosomas X portan el gen afectado.
¿Cómo detectar el daltonismo en nuestros hijos?
¿Cómo sé si mi hijo tiene daltonismo? A menudo, los niños pequeños no son conscientes de que ven los colores de manera diferente a los demás. Pueden aprender los nombres de los colores por asociación, aunque su percepción sea distinta. Por ello, es importante estar atentos a ciertas señales que podrían indicar una deficiencia en la visión del color. Si utilizan colores inapropiados para objetos cuando ya conocen el nombre de los colores o confunden colores comunes no siempre son señales que significan daltonismo, pero ante la duda, es preferible consultar con un oftalmólogo pediátrico para realizar un examen de la vista completo que incluya pruebas específicas para la visión del color.

¿Cómo podemos apoyar a nuestros hijos con daltonismo?
El mejor apoyo en estos casos, además de la comunicación abierta sobre su percepción del color, es realizar adaptaciones sencillas en el hogar y en sus materiales de aprendizaje, como etiquetar objetos por su nombre además de color y colaborar estrechamente con la escuela para que realicen las modificaciones necesarias en las actividades y recursos didácticos. Además, explorar herramientas de apoyo como aplicaciones o uso de unas gafas especiales en algunos casos, pero lo más importante es normalizar su condición y asegurarles que el daltonismo no limita su capacidad para disfrutar y participar plenamente en las situaciones de su día a día.