Ya llega el buen tiempo y, con él, se aproximan las vacaciones. Sobre todo, para los más pequeños de la casa que dentro de poco podrán disfrutar de su merecido tiempo libre. Tiempo que a veces es algo estresante para los padres que por trabajo no pueden atender a sus niños durante todo el verano. Por eso, una de las soluciones más comunes por las que optan es apuntar a sus hijos a campamentos. Pero… ¿Qué riesgos y precauciones deben tenerse en cuenta antes de que vayan?
Los riesgos más habituales
Los campamentos de verano pueden ser una opción de diez: los niños se lo pasan engrande, aprovechan sus vacaciones, juegan y están rodeados de otros pequeños de su edad. Pero la otra cara de la moneda que debemos tener presente es que también son lugares en los que existen algunos riesgos. Estos son los más comunes:
Algo de lo más habitual es que se den brotes de enfermedades infecciosas debido a que, al fin y al cabo, muchos niños están pasando tiempo juntos. Por ejemplo, enfermedades leves como resfriados, diarreas y gastroenteritis, vómitos y conjuntivitis, entre otras.
Asimismo, aparte de estas, si el campamento en cuestión tiene su ubicación en el campo, muchos pequeños podrían presentar algunas reacciones a plantas o insectos, o que desarrollasen asma o alergias debido al contacto. Por otro lado, algo común es sufrir picaduras o, de forma menos probable, alguna infestación de piojos o garrapatas.
Si además de ello los niños van a tener actividades en piscinas, existe el riesgo de padecer otitis o contagiarse de hongos. También las clásicas heridas o lesiones por jugar a según qué juegos, así como pasar por una insolación o quemaduras por la exposición al sol.
Precauciones para prevenir riesgos
La Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP) da algunas recomendaciones al respecto para prevenir estos problemas.
Lo primero que aconsejan es que los niños se hagan una valoración médica antes de ir (especialmente aquellos que tengan una historia clínica más concreta como intervenciones quirúrgicas, diabetes, ortopedia, asma…).
También aseguran que es esencial que los campamentos "tengan normas y protocolos sanitarios por escrito, que hayan sido aprobados por un médico" y, por otra parte, que los padres corroboren que los peques tienen sus vacunas al día.
Tal y como apuntan, otras formas de evitar problemas son proporcionando a los niños un calzado cómodo y adecuado a las actividades para prevenir posibles lesiones como esguinces o caídas, así como gorras y cremas de sol que les protejan de los rayos solares.
En cuanto a los niños que ya tengan asma o alguna alergia, resulta fundamental que los monitores tengan formación sobre cómo actuar ante posibles reacciones y de que el propio campamento cuente con servicio de enfermería. También es vital que los encargados tengan conocimiento del caso de cada niño y de que el pequeño acuda con su medicación correspondiente. En el caso de alergia a algún alimento es importante comentarlo para prevenir que el niño consuma tal alérgeno.
Por último, y como caso extraordinario, como ya ocurrió el verano pasado deben tomarse las correspondientes precauciones en cuanto a la pandemia por coronavirus. Como ya sabemos todos, será importante el uso de mascarillas y que haya disponibles, que los niños se laven las manos con asiduidad y que también dispongan de gel hidroalcohólico. Asimismo, lo mejor sería que los menores pasasen por alguna prueba antes de acudir al campamento y de que este tuviera un protocolo, además de estancias para poder aislar a los niños en caso de mostrar síntomas.
Lo que está claro es que una de las mejores medidas es que desde casa se haga tomar conciencia a los más pequeños para que así puedan disfrutar del verano y lo hagan de la forma más segura.