El parto de Índigo, el bebé de Camilo y Evaluna, ha vuelto a poner en el centro de la polémica un acto que llevan siguiendo algunas personalidades famosas desde algunos años: comerse la placenta.

“A mi esposa le encapsularon la placenta y se la comió”, afirmaba un Camilo bastante convencido con ello en una entrevista para el programa La Resistencia, de Movistar+. Bastante más extendido fue el testimonio de Kim Kardashian hace más de cinco años (concretamente, tras nacer su segundo hijo, Saint). Escogió el mismo método para ingerirla que Evaluna: encapsularla para después comerse estas pastillas. De hecho, compartió en Instagram una fotografía con el tarro de cápsulas que, en aquel momento, dio la vuelta al mundo.
“Cuando digo que me he comido mi placenta me refiero a que la estoy consumiendo deshidratada y convertida en una pastilla, no es que la haya frito y me la esté comiendo como un filete. No soy la típica persona que se hubiera planteado eso”, afirmaba en aquel entonces Kardashian.
Tanto ella como las demás celebridades que han decidido tomar este camino después de dar a luz, lo han hecho por las mismas razones: mejorar y evitar riesgos en su recuperación posparto. De hecho, la propia Kim afirmó que ella lo hizo para evitar la depresión: “Nada podía salir mal tomando una pastilla hecha de mis propias hormonas, hecha por mí, para mí”, dijo. Tiempo después volvió a hablar de ello para afirmar que estaba consiguiendo muchos resultados.
La conocida como ‘placentofagia’ no es más que un método natural que siguen muchos mamíferos después de dar a luz (de hecho, una de las pocas excepciones son los humanos). Como su propio nombre indica, no es más que la ingesta de la placenta por parte de la madre justo después de dar a luz.
Los riesgos de ingerir la placenta después de dar a luz
Lo cierto es que esta práctica en humanos se ha venido recomendado desde el año 1500, cuando en China se mezclaba con leche humana para tratar el agotamiento, y algunos expertos aseguran beneficios para la salud de la madre. Sin embargo otros (lo más) explican algunos riesgos con los que hay que tener mucho cuidado.
“No existe ninguna demostración científica publicada que demuestre que comerse la placenta tenga algún beneficio para la madre o el niño. Muy por el contrario, se pueden producir infecciones y/o intoxicaciones por metales pesados”. Estas eran las sólidas palabras de la académica del Programa de Anatomía y Biología del Desarrollo del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile a propósito de su estudio científico Placentophagy: a controversial trend, publicado en la revista International Journal of Research in Medical Sciences.
En su estudio hablan de varios riesgos:
- Riesgo potencial de exposición del bebé a infecciones de transmisión vertical (a través de la lactancia)
- Riesgo de que la madre desarrollo un tromboembolismo debido al contenido de estrógenos de este órgano o a su acumulación de metales pesados y toxinas ambientales, los cuales pueden llegar a ser venenosos para la mujer y su hijo
De acuerdo a ellas se posiciona la doctora especialista en ginecología y obstetricia Silvia Campos Pereiro, ginecóloga y obstetra en el Hospital Vithas Madrid Aravaca, quien en declaraciones directas a Ser Padres asegura que "no existe ningún ensayo de calidad que soporte la creencia de los beneficios de la placentofagia y, por el contrario, sí que existen casos reportados de infección derivada de su consumo".
“La preparación más común de la placenta (la cápsula) se realiza al vaporizar y deshidratar la placenta o procesarla de forma cruda, porque algunas personas la comen cocida, en batidos u otros extractos líquidos, pero estas preparaciones no eliminan por completo las bacterias y los virus infecciosos que podría contener este órgano”, asegura la web especializada Mayoclinic.
Como muestra de que esto es verdad, el caso descrito por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Hace algunos años emitieron un comunicado desaconsejando por completo esta práctica después de que un bebé de apenas semanas se infectase con estreptococo del grupo B a consecuencia de que su madre había tomado la placenta en cápsulas: se lo trasladó a través de la leche materna, que estaba infectada por esta bacteria.
Así que, no, no hay ninguna evidencia científica que asegure que ayuda a prevenir la depresión posparto, ni el sangrado, ni a sentirse de mejor humor, ni tampoco a tener más energía. Y, muchísimo menos, existe evidencia que afirme que ayude al bebé.
“El proceso de encapsulación de la placenta no erradica per se los patógenos infecciosos; por lo tanto, debe evitarse la ingestión de cápsulas de placenta”, aseguran los CDC.
¿Por qué se come la placenta?
No se han logrado descubrir las causas exactas, aunque las hipótesis manejan varias razones: el intento de no atraer depredadores al nido, evitar riesgos por la descomposición del órgano o, incluso, devolver nutrientes a la madre o calmar su hambre después de dar a luz.
Los humanos, como decimos, no siguen esta práctica de forma innata, aunque ya vemos que cada vez son más las mujeres que deciden seguir el ejemplo de otros animales de su especie, pese a que no está demostrado científicamente ningún beneficio (y sí los riesgos).
Esto ha llevado a algunos países, como Francia, a prohibir completamente su ingesta: después de dar a luz, la placenta se destruye como material biológico o se usa para la ciencia (bajo consentimiento de la madre). En otros, como España, hay un vacío legal que ha llevado, sobre todo a algunas defensoras del parto natural, a seguir este procedimiento nada seguro para la salud.
¿La placenta se come cruda?
Los mamíferos se comen la placenta cruda, pero es cierto que en humanos esto no es tan común. La forma más conocida es la que siguió la mayor de las Kardashian: someter a la placenta a ciertos tratamientos de desinfección y deshidratación para, posteriormente, encapsularla y tomarla de esta manera durante tres veces al día hasta terminar. Es un procedimiento que ronda los 400 euros y, puede llevar riesgos, como el de no filtrar bien los residuos.
¿Qué se puede hacer con la placenta después del parto?
"Creo que la placentofagia en humanos se ha hecho popular en los últimos tiempos más por lo que representa la placenta como órgano de unión entre el bebé y la mamá, que por el simple hecho de comérsela", asegura la doctora Campos Pereiro a este medio. "En este sentido me gustaría destacar que existen otras formas de honrar a la relación entre placenta y unión que no implican riesgos para la salud".
Habla, por ejemplo, de enterrar la placenta en la tierra, pintarla para plasmar un dibujo con su forma y otras alternativas que te contamos en este artículo.