Un parto en el horizonte asusta. Es completamente normal que genere por lo menos cierta ansiedad, incertidumbre e inseguridad, sobre todo si es el primero. Y la pregunta del millón dentro de las muchas que vuelan por tu cabeza seguramente es la de si es posible que no duela.
Podríamos mentirte y decirte que hay soluciones milagrosas que lo consiguen, pero lo único que podemos garantizarte sin faltar a la verdad es que existen algunas fórmulas para controlarlo y, en la medida de lo posible, mitigarlo.
Crea un ambiente relajado
Hay una manera de conseguirlo que depende exclusivamente de ti y de cómo sea el entorno durante el parto, sobre todo la actitud de la persona que te acompañe. Y es que cuanto más tranquila lo afrontes, mejor irá el proceso, y esto se traduce casi siempre en menos dolor. Es difícil, pero gestionar la ansiedad y los nervios con música, con la respiración o simplemente con una conversación distendida durante antes de que llegue la fase del expulsivo, ayuda mucho a que la dilatación no sea tan molesta.
Cualquier método natural de relajación también ayuda, como puede ser el entrenamiento autógeno, técnica de relajación introducida por el psiquiatra Johannes Schulz en los años 30 basada en en la visualización de todos los músculos del cuerpo para relajarlos uno por uno ayudándose con la respiración lenta y profunda. A muchas personas les ayuda a controlar la ansiedad y no tiene contraindicaciones.
Anestesia
Por otro lado, los avances de la medicina en múltiples direcciones permiten a las mujeres gestantes que se ponen de parto recurrir a la anestesia epidural, un remedio que justamente ataca al dolor. Y lo limita muchísimo, sin duda. Pero no es menos cierto que también resta sensibilidad y añade los riesgos asociados a este tipo de anestesias. Corresponde a cada persona, de forma individual, valorar y decidir si prefiere ponérsela o no.
Otras alternativas
A partir de ahí, las alternativas para que el dolor no se dispare durante el parto es apostar por alguna técnica natural alternativa. No hay garantías científicas de que duela menos, conste, y si decides profundizar en ellas, te recomendamos encarecidamente que no implique que el parto no sea en un hospital, donde están las mayores garantías para cuidar y proteger la salud tanto del bebé como la tuya propia.
Dicho esto, hay quien apunta al parto en el agua como una opción natural menos dolorosa. Los que así lo hacen, argumentan que el agua caliente atenúa el dolor producido por las contracciones y ayuda a relajar los músculos del suelo pélvico, lo cual acelera el proceso porque permite al niño descender con más facilidad. Si optas por un hospital que ofrezca esta opción para dar a luz, debes saber antes de dar el sí que es incompatible con la epidural.
Más escépticos somos con otras alternativas como la hipnosis y la acupuntura, otras dos técnicas a las que algunas mujeres embarazadas deciden recurrir para limitar el dolor durante el parto. Dudar o no de su eficacia es algo subjetivo que no nos ocupa en este texto; sin embargo, es un dato objetivo que existen muy pocos hospitales que permiten la asistencia de un acupuntor, y como ya te hemos advertido anteriormente, son los hospitales el lugar mejor equipado, en lo material y en lo humano, para parir.