Consejos para evitar que tu hijo llore con las vacunas

Ocho tips en función de la edad que pueden limitar el efecto de la vacuna, antes y después, en los niños.
Pexels

El esquema de vacunación recomendado por la Asociación Española de Pediatría recomienda la vacunación sistemática contra 17 enfermedades. Un calendario específico basado en la edad es el que permite ir completando estas recomendaciones, poniendo así tics en la famosa “cartilla de vacunación”, como se la sigue conociendo aunque ya no exista como tal.

Dado el beneficio que ofrecen las vacunas según la evidencia científica y que los efectos secundarios graves apenas existen, todas las instituciones sanitarias recomiendan la vacunación según el calendario marcado, que se inicia en los dos meses de vida con las primeras vacunas.

Dependiendo de la edad, la reacción en los niños y niñas es distinta ante las vacunas, pero hay un denominador común, salvo excepciones, en los primeros 4-5 años de vida: el llanto. Es muy difícil que no lloren, algunos antes y muchos después de vacunarse.

Evitarlo es casi imposible hasta que los peques tienen una edad en la que son capaces de gestionar tanto el miedo y como el nerviosismo previo y el dolor del pinchazo sin una reacción que incluya el llanto. Pero sí hay consejos aplicables en función de la edad del vacunado que pueden ayudar a limitar su llanto, lo cual significa que han sobrellevado mejor la experiencia, que es de lo que se trata. 

De 0 a 3 años

  • Dar el pecho o coger el chupete si lo usan: la succión hace que los niños pequeños segreguen endorfinas, sustancia que aporta una sensación de bienestar al organismo. Por eso, si toman el pecho, es aconsejable que el bebé o bien tome el pecho durante la vacuna si el profesional de enfermería lo permite o bien se enganche en cuanto sea vacunado. En su defecto, el chupete es una alternativa que cumple el mismo objetivo, calmar al recién nacido.
  • Estar en brazos de sus padres: las primeras vacunas se ponen en las piernas, por lo que siempre que sea posible es recomendable que los pequeños estén sujetos por sus padres en una posición cómoda para el profesional de enfermería. Les aporta seguridad y, en consecuencia, tranquilidad. 
  • Objeto de apego: a partir de los 6 meses de edad, aproximadamente, puede que el bebé ya tenga algún objeto de apego que le guste llevar con él. Si es así, no dudéis en llevarlo a la consulta de enfermería.
  • No mentirles: cuando ya son capaces de saber a dónde van, la cosa se complica porque ya no solo lloran después del pinchazo, sino que pueden hacerlo antes. En este caso, lo fundamental es no mentirles. Si tienen edad suficiente para razonar y entender conceptos a futuro, explicadles dónde tenéis que ir y por qué. Pero si esto no les sienta bien, lo que no debéis hacer es mentirles.
  • Utilizar comparativas: En los niños y niñas con edad para razonar y asimilar comparativas, podéis utilizar ejemplos que sean ciertos para anticiparos al pinchazo. El objetivo es disminuir su ansiedad, pero recordad el punto anterior: sin utilizar la mentira.
  • Negociar: siempre que el profesional de enfermería lo permita, cuando él niño o niña tiene como poco 3 años podéis permitirle que elija cómo prefiere colocarse para la vacuna dentro de las opciones que mande y acepte el profesional sanitario. También, sí es posible, podéis decirle que escoja quién quiere que esté cerca de él o ella durante el pinchazo. Todo lo que esté en vuestra mano para reducir su ansiedad previa a la vacunación.
  • Juega al despiste: aunque será difícil conseguir que quiten la vista de la jeringuilla y del profesional de enfermería, tenéis la opción de aprovechar el recurso de la distracción. Puede ser, simplemente, que miren para otro lado, o algo más complicado, como intentar hacer viajar a su mente a otro lugar con algún comentario que coincida con el momento del pinchazo. No tenéis nada que perder por intentarlo.
  • Aplicar frío: en niños más mayores, que no rechacen la sensación directa de frío en la piel, les puede ayudar a reducir la ansiedad el colocar un poquito de frío en la zona donde recibirán el pinchazo. Es una técnica analgésica que se puede hacer, por ejemplo, con una bolsa de gel que tengáis en el congelador para los golpes.

A partir de los 4 años

A partir de los 4 años, aproximadamente, hay niños y niñas que ya están capacitados para entender, al menos a idea básica, del por qué de las vacunas, así que explicádselo cuando tengáis oportunidad. Se vacunan por su salud y por solidaridad con los demás, y es algo por lo que todo el mundo debe pasar. Vendédselo como lo que es: un gesto de empatía, solidaridad y al mismo tiempo una forma de proteger su salud. 

Eso sí, nunca le quitéis importancia al momento pinchazo: es mejor que sepan de antemano que puede doler y que, de hecho, a vosotros mismos también os duele cuando os vacunan. Legitimar esa sensación puede ayudar a que la sientan en una intensidad menor que si le quitamos hierro al asunto y se hacen a la idea de que nos le va a doler. 

Recomendamos en