¿Por qué mi hijo no para de comer cosas dulces?

Como para casi todo, la ciencia tiene respuesta. Un estudio ha descubierto que la causa podría estar en el umbral de detección del sabor dulce: diferente en la infancia y la edad adulta.
Niño comiendo chocolate - Imagen: Blanca Campos

No Lo pueden evitar: ven un dulce y van a por él. Los bollos, las chuches, los zumos industriales… todo lo que lleve azúcar es sinónimo de favorito para los niños. Y lo cierto es que los dulces tienen más de perjudiciales que de beneficiosos para su salud (y para la de los adultos).

Sin embargo, parece que su preferencia por la sacarosa tiene que ver con su condición física. Al menos, así lo acaba de demostrar un nuevo estudio.

El mismo ha llegado a la conclusión de que los niños y los adolescentes necesitan un 40% más en una solución de la que necesitan los adultos para poder saborear el dulce. Es decir, para poder detectar ese sabor a azúcar, necesitan más cantidad que los adultos.

Además, también ha dejado claro que aparte de esto, los gustos de los niños y los adolescentes se decantan más por lo dulce y que la percepción de ese sabor va cambiando a medida que se desarrollan.

¿Y por qué puede suceder esto? Pues el mismo estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Illinois y el Centro de Sentidos Químicos Monell, entre otros, y publicado en la revista Nutrients, también lo ha descubierto: “estos cambios en la sensibilidad al gusto relacionados con la edad se han atribuido a la incapacidad de los niños de completar las tareas del umbral de detección, así como su menor capacidad de atención”, afirma una de las autoras. Sin embargo, dice, los umbrales de detección de sacarosa son más altos en los niños que en los adultos y esta sería la razón de por qué prefieren niveles más altos de sabor dulce: son menos sensibles a su sabor.

¿Qué podría explicar esta diferencia entre niños y adultos?

Aunque la investigación no se ha centrado en esta cuestión, el estudio sí deja abierta varias posibilidades que podrían explicar por qué los niños tienen umbrales de detección del dulce diferente a los adultos. En primer lugar, hablan de la forma de la cavidad bucal y la composición de la saliva. Se cree, tal y como ellos mismos afirman, que las papilas gustativas aumentan en la edad adulta y, por tanto, habrá mayor sensibilidad a los sabores.

Otra hipótesis, según los investigadores, es la relativa a las necesidades energéticas desencadenadas del crecimiento. De hecho, se ha demostrado que el nivel de dulzor preferido por los peques está relacionado con la altura de los niños, entre otros marcadores.

Conclusión final

Los investigadores llegaron a la conclusión de que los niños tienen menos sensibilidad al dulce que los adolescentes y que los adultos. Y, además, se dieron cuenta de que los adolescentes tenían más sensibilidad que los niños pero menos que los adultos. ¿Qué significa esto? Pues que a medida que avanza la edad, el umbral de detección del sabor dulce disminuye considerablemente.

Y, efectivamente, el nivel de azúcar que soportamos en un alimento no es el mismo para niños que para adultos. En la infancia preferimos alimentos con una concentración alta de sacarosa y, a medida que crecemos, nuestras preferencias van disminuyendo esa cantidad.

En el estudio participaron 108 niños, 172 adolescentes y 205 adultos con edades comprendidas entre los 7 y los 67 años de edad. Todos tuvieron que pasar la misma prueba: saborear diferentes pares de concentraciones de azúcar y agua a gusto mientras los expertos medían la concentración que los participantes preferían, así como la concentración más baja en la que podían detectar el sabor al azúcar.

El objetivo del trabajo era doble: por un lado, los investigadores querían llegar a la conclusión de si el umbral de detección del sabor al azúcar cambia con la edad. Por otro, descubrir cuál era la relación entre ese umbral de detección y las concentraciones de sacarosa preferidas por los participantes para, después, comparar si cambiaban con la edad.

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