Si tienes niños pequeños es bastante probable que hayas adornado alguna vez la nevera con algún que otro dibujo suyo. Y es que… ¿A qué padre no le encantan esas pequeñas obras de arte que sus hijos hacen? (¡Por muy garabatos que sean!). Pero, ¿sabías que esas primeras líneas sin sentido tienen mucha importancia en su desarrollo?
Todos hemos hecho -o hemos visto hacer- algunos garabatos cuando aún no sabíamos ni coger un lápiz. Y sí, pese a que parezca que se trata de un divertimento más de un niño pequeño, la realidad es que esta “etapa del garabateo” tiene mucha relevancia para el aprendizaje futuro, y aunque no lo parezca tampoco, también tiene diferentes fases.
¿Cómo son los garabatos?
Los garabatos infantiles pasan por tres fases principales:
El garabato incontrolado
Se trata del primer garabato de un niño. Es descontrolado, sin ningún tipo de orden, y más bien es como una descarga motora que le sirve para familiarizarse con el medio.
No existe coordinación ojo-mano con su cerebro y, de hecho, muchas veces el peque puede estar mirando otra cosa mientras garabatea. Lo que hace es hacer trazos mientras mueve el brazo desde el hombro, ejerce mucha fuerza sobre el papel, e incluso puede que se salga de él.
Su intención no es reflejar nada de lo que ve, sino que lo hace por placer y por disfrutar del movimiento. Para los niños es una actividad totalmente natural y es una de sus primeras formas de expresión (después del llanto).
El garabato controlado
Se trata de una etapa en la que el niño va perfeccionando su habilidad, y es cuando va descubriendo que existe una relación entre el movimiento que él mismo hace y los trazos que aparecen en el papel. Por tanto, a la satisfacción que ya le suponía hacer esos movimientos, también se le va a añadir el hecho de que se da cuenta de que él dirige su mano.
Por otra parte, aunque los garabatos en sí se parezcan a los de la etapa anterior, sí que hay algo de evolución y estos son más largos, empiezan a tener algunas formas y distintos colores. Además, el niño comienza a intentar plasmar lo que piensa o lo que ve, aunque será difícil de identificar.
El garabato con nombre o con formas reconocibles
En esta fase el niño ya tiene más control y dominio motor, por lo que es capaz de precisar más a la hora de representar lo que ve (aunque continuará haciéndolo a su manera). Lo más importante de este periodo es que comienza a darle nombre a sus garabatos, además de que estos ya tienen una intención. El niño piensa qué quiere dibujar y también se da cuenta de que es una forma de expresión que provoca una respuesta por parte de los adultos. Por eso es importante que los mayores estimulen su creatividad y su libertad.

¿Por qué son importantes?
Sí, realmente los primeros garabatos del peque no son más que trazos simples sin mucho sentido, pero lo cierto es que tienen mucha importancia en su evolución.
Son importantes, para empezar, por el momento en el que los niños comienzan a garabatear, porque es una etapa que determina su futura evolución en la etapa escolar. Empiezan a hacerlo, según cada niño, en torno a los 12 meses y el año y medio, hasta más o menos los 3 o 4 añitos.
Y es que, con ellos ganan beneficios tanto psicológicamente, como físicamente: empiezan a desarrollar su lado creativo, a expresar sus sentimientos, a potenciar su independencia y autonomía, y por supuesto, a mejorar sus habilidades motoras, las que son necesarias para cuando aprendan a escribir. De ahí que sean tan relevantes para su desarrollo.