“Estaban perfectamente hasta que habéis llegado vosotros”. Esta es una frase que como madre, como padre, habrás escuchado mil veces a lo largo y ancho de toda la crianza de tus hijos e hijas pequeños. De boca de abuelos, tíos, amigos, monitores de tiempo libre… de todos y todas. Pues sí, esto pasa en todas las familias, y no ocurre por casualidad. Hay una explicación científica muy sencilla.
La explica la doctora Laura Álvarez, pediatra con miles seguidores en sus redes sociales, donde divulga, dice, “para empoderar a familias”. Experta en pediatría, nutrición infantil y lactancia, la doctora Álvarez también es madre, así que sabe tanto en lo personal como en lo profesional cómo es ese momento en el que nuestros hijos e hijas “se tuercen” cuando aparecemos sus padres, figuras de referencia, y por qué pasa esto.
Dice la pediatra que la frase “estaba bien hasta que has llegado tú” os suena seguro. “Como si el peque fuera un santo cuando no está mamá y cuando está vienen los llantos, enfados y dramas”, apunta.
El problema de este tipo de frases por parte de abuelos, tíos y demás personas que asumen la responsabilidad de acompañar a nuestros peques es que nos generan sentimiento de culpa, especialmente a las madres, como reconoce la propia doctora Laura Álvarez: “Y las madres que siempre vamos con ese sentimiento de culpa nos preguntamos si hay algo en lo que estamos fallando…”.
La pediatra, para intentar ayudar a eliminar este sentimiento de culpa, ha explicado en un vídeo divulgativo interesante la sencilla razón por la que los peques tienen, habitualmente (no siempre, que este es otro melón que se puede abrir otro día), este comportamiento. Y no, spoiler, no es tu culpa.

El motivo científico es este
El motivo por el que nuestros peques se comportan “peor”, siempre entrecomillado, cuando no estamos, o muestran de forma más abierta emociones como la tristeza, que también suele ocurrir solo con mami y papi, es el mismo por el que los adultos hacemos exactamente eso al llegar a casa.
Así lo explica Laura Álvarez, con este ejemplo: “¿Acaso no nos pasa lo mismo a los adultos? A veces estamos pasando un mal día y al poder hablar con alguien de confianza salen las lágrimas a borbotones al estar todo el día “aguantándonos” las emociones?”, se pregunta la pediatra, que pone el ejemplo del ascensor, cuando nos cruzamos con un vecino que nos preguntamos cómo estamos y respondemos que bien mientras dibujamos una sonrisa que esconde lo que mostramos al cruzar la puerta de casa y lo soltamos todo con nuestra pareja.
“¿Pues cómo no va a ser así con nuestros peques? Con quién más seguro se sienten expresarán todas sus emociones, tanto las más agradables como aquellas que no suelen gustar tanto como la ira o la tristeza”, argumenta la doctora Álvarez, que subraya lo positivo de que los niños y niñas solo muestren las emociones en canal cuando están con vosotros. “Bueno es que se permitan expresarlas, quiere decir que han establecido un buen vínculo con nosotras”, dice.
Por lo tanto, la pediatra incide que lo estamos haciendo bien, que el hecho de que empeoren cuando aparecemos “no quiere decir que lo estás malcriando ni que debas ser dura”. Solo quiere decir, concluye, que “contigo se siente libre de expresar todas sus emociones y sabe que será contenido y atendido para estar bien”.