Consejos para gestionar la relación de los abuelos con los niños

No hay duda del impacto positivo que un vínculo emocional fuerte entre abuelos y nietos tiene en ambos, pero también es importante saber gestionar, como padres, esa relación para encontrar el equilibrio ideal.
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Recientemente se ha celebrado el Día de los Abuelos (26 de julio), ya está todo dicho acerca del papel vital que estos tienen en la vida de aquellos niños y niñas que tienen la suerte de poder disfrutar de ellos. Pero en esta relación que suele ser maravillosa tanto en una dirección como en otra, también juegan un papel importante los padres y madres, que deben gestionar de la mejor manera posible dicha relación entre sus hijos y sus padres.

No hay duda del vínculo emocional positivo que supone en la mayoría de casos la presencia activa de los abuelos en la vida de los nietos. “Si tenemos la suerte de contar con ellos, son fundamentales en el desarrollo emocional e intelectual de sus nietos. Cultivar en tus hijos el amor por sus abuelos hará que los lazos familiares se mantengan hasta que tú tengas nietos también”, dice Álvaro Bilbao, experto en neuropsicología y educación. “El mero hecho de convivir con nuestros mayores ya es un gran valor en sí mismo, es un proceso biunívoco: enriquece a ambas partes por igual”, añade Pilu Hernández, maestra de educación especial y ceo de El pupitre de Pilu.

Sin embargo, la relación entre nietos y abuelos, incluso siendo muy buena entre ellas, puede no ser la más adecuada. Sobre todo, cuando tienen que llevar por obligación de las circunstancias un peso en la educación de los menores que no les corresponde a priori, especialmente si no siguen la misma línea que los padres de la criatura en casa. “Los padres no deben confundir el papel de los abuelos, no son sus empleados, es decir, no deberían darles directrices ni llamarles solamente cuando no pueden atender a los niños. Por ello, hay que evitar crear dos mundos opuestos: abuelos y padres, sino hacer uno: la familia. Cuando hay convivencia, no sólo se cohabita, sino que se sienten las necesidades del otro”, dice Pilu Hernández. 

Para que esto sea posible, es importante estar alineados en la medida de lo posible, marcando una serie de límites que incluso se pueden consensuar previamente con los abuelos si desgraciadamente van a tener que ir más allá en su papel de abuelos porque las circunstancias familiares -trabajo, familia…- así lo obligan. La comunicación es absolutamente imprescindible desde el comienzo para que todo fluya como debe. 

La comunicación es fundamental

Por eso, igual que es importante hablar sobre la dieta o sobre determinadas costumbres que sería bueno que mantuvieran con ellos, también lo es dejarles claro cómo es vuestra forma de educar y por qué para que los abuelos crean en esa forma de educar que seguramente es distinta a la que ellos aplicaron en su momento con sus hijos. “La manera educar es el reflejo de los valores, forma de ser y conocimientos de ambos progenitores. Tus hijos e hijos políticos son distintos de vosotros. También tienen más información acerca de cómo piensan, sienten y se desarrollan los niños, y por lo tanto educan de distinta manera a la vuestra. Confía en ellos”, es el mensaje que Álvaro Bilbao le manda a los abuelos en esta pieza en la que repasa algunos de los errores más habituales que cometen los abuelos en la crianza. 

De todos modos, es importante al mismo tiempo entender, como padres, que los abuelos son eso, abuelos, y por eso hay que evitar ser rígidos con ellos. La clave, en definitiva, es encontrar el equilibrio, siempre desde la comunicación y la confianza bidireccional. “Debemos tener en cuenta que del tiempo que pasen los niños con sus mayores no aprenderán cosas cuantificables, sino lo más importante, el currículum oculto, que es aprender a vivir”, asegura Pilu Hernández a modo de conclusión. “Esa tolerancia, muchas veces confundida con el malcriar, es el resultado de dar perspectiva a las situaciones, de haber pasado antes por la misma situación. Cuántas veces habremos dicho “si yo hubiese sabido eso”, pues ellos por sus años ya lo saben”, remata. 

La perfecta ocasión para aprender

Por último, hay que aprovechar también la oportunidad que supone para los niños pasar tanto tiempo con sus abuelos, y más teniendo en cuenta la brecha generacional tan grande que existe desde la aparición de internet. ¿Por qué no animar a los peques a que, al mismo tiempo que son alumnos de sus experimentados abuelos, ejerzan de maestros con ellos? Seguro que de ese reto salen anécdotas maravillosas y grandes aprendizajes para ambas partes.

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