¿Sientes que le hablas a la pared? Así podrás lograr que tu hijo te escuche

¿Tu hijo parece hacer oídos sordos cuando le hablas? Con este método en 5 pasos podrás conectar y conseguir que te oiga sin necesidad de alzar la voz.
Madre hablando con su hija

“Mi hijo no escucha, es como si le hablara a una pared”.

“Tengo que repetirle las cosas mil veces”.

Si esas quejas se convierten en algo cotidiano, es probable que tengas un problema de comunicación en casa.

No te culpes, es algo que inquieta a la inmensa mayoría de los padres. A fin de cuentas, los niños no destacan precisamente por su capacidad de escucha. Sin embargo, la buena noticia es que, al igual que caminar o escribir, la habilidad para escuchar atentamente también se aprende.

El arte de comunicar con tu hijo sin perder los nervios

Para conectar con tu hijo, ponte a su nivel y míralo a los ojos. - Kampus Production - Pexels

1. Mantén la calma

¿Dejarías que una persona confundida y alterada te oriente?

¿Respetarías a alguien que te grita?

Probablemente no. Y, sin embargo, muchas veces pretendemos que los niños lo hagan.

Después de un largo día de trabajo o cuando vas contrarreloj, es comprensible que sucumbas al estrés y la frustración. Y el hecho de que tu hijo parezca ignorarte no hace sino aumentar aún más esa tensión. Sin embargo, enfadarte, perder los nervios y gritar solo empeorará las cosas.

Ya sé que es más fácil decirlo que hacerlo. Pero si quieres que tu hijo te escuche, debes mantener la calma y hablarle con voz firme, pero tranquila. Gritar no hará que tengas más razón y solo servirá para generar un ambiente tenso en casa.

2. Conecta con tu hijo

La piedra angular de la escucha es la atención. Pero la mayoría de los niños están ensimismados en su universo, por lo que muchas veces realmente no te oyen u olvidan lo que les acabas de decir. Por ese motivo, es fundamental que antes de hablar, te asegures de que tu hijo te está prestando atención.

Utiliza los gestos para captar su interés y, siempre que puedas, colócate a su nivel. Agáchate y míralo a los ojos, aunque eso signifique que tengas que salir de la cocina o abandonar por unos minutos cualquier otra cosa que estés haciendo. Así tu hijo sentirá que le tienes en cuenta y le respetas– y con un poco de suerte te pagará con la misma moneda. En cambio, si le gritas desde el otro extremo de la casa, es más fácil que te ignore.

Y recuerda que es bastante difícil que tu hijo te escuche si está viendo la televisión o jugando. Un toque suave en el brazo te ayudará a sacarlo de ese mundo y llamar su atención. Cuando te mire, pregúntale: “¿me estás escuchando?”. Cuando te asegures de que has conectado con tu hijo, podrás abordar el tema importante.

3. No divagues

La queja “no me escucha” en ocasiones puede traducirse como un “no me entiende”. Si se trata de un niño pequeño, dile lo que quieres de forma clara y concisa. Si es algo importante, no preguntes, afirma. No negocies, simplemente pídeselo.

Intenta además desterrar las frases negativas. Si le dices, por ejemplo: “no dejes tus juguetes en el suelo”, tu hijo tendrá claro lo que NO puede hacer, pero no sabrá lo que deseas que haga. Eso puede ser confuso, de manera que, en vez de recoger los juguetes, quizá se vaya a ver la televisión. En su lugar, dile lo que deseas: “por favor, guarda tus juguetes”.

4. Asegúrate de que te ha entendido

¿Sabías que entre el 40 y el 80% de la información que transmiten los médicos a los pacientes se olvida por completo inmediatamente, según un estudio realizado en la Universidad de Utrecht? ¡Imagínate lo que ocurre con las cosas que decimos a los niños!

Por suerte, existe una técnica psicológica que te permitirá superar ese obstáculo: la escucha reflexiva. Es muy simple: consiste en lograr que tu hijo reformule lo que has dicho. No le preguntes si te ha entendido, pídele: “repíteme lo que acabo de decir”. Así podrás cerciorarte de que estáis en sintonía y de que ha comprendido el mensaje.

5. Ignorarte no puede ser una opción

Nuestro cerebro tiende a ahorrar energía, por lo que busca atajos continuamente. Si un niño descubre que ignorar a sus padres no tiene consecuencias, optará por ese camino. En cambio, si comprende que la estrategia más conveniente es escuchar, te prestará más atención la próxima vez.

Las consecuencias naturales se convertirán en tu mejor aliada para fomentar la obediencia y el respeto en el hogar. Como indica su nombre, son el resultado natural de una conducta, por lo que resultan particularmente útiles para enseñar a los niños la responsabilidad.

La clave consiste en evitar la tentación de hacer las cosas en su lugar y dejar que todo siga su curso - siempre que no represente un peligro para tu hijo, obviamente. Por ejemplo, si le pides que recoja sus juguetes del jardín y no lo hace, al día siguiente podría descubrir que alguno se ha dañado debido a la lluvia, de manera que comprenderá la importancia de escucharte y seguir tus indicaciones.

Por último, es importante que ajustes tus expectativas. Si tu hijo es pequeño, tendrá una capacidad atencional y un autocontrol limitados, por lo que debes ponerte en su lugar y comprender cuánto le cuesta prestar atención, sobre todo si lo interrumpes en medio de una actividad que estaba disfrutando.

Además, si quieres que tu hijo te escuche, también debes oírlo. Préstale atención cuando te habla y evita distraerte con el teléfono o la televisión. Mostrar un interés genuino en lo que te está diciendo es la mejor manera para modelar una comunicación asertiva. Con paciencia y perseverancia, los niños aprenderán a escuchar y finalmente dejarás de sentir que le hablas a la pared.

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