Tres fases alternativas al "no pasa nada" que los niños deberían escuchar en su día a día

Lo primero que solemos decir a nuestros hijos cuando se enfadan o lloran es “no pasa nada”. Pero, ¿sabías que esta frase puede afectar emocionalmente a tus peques? Aquí te detallamos la opción más saludable para consolarlos.
Niña enfadada

Decir “no pasa nada” a un niño puede parecer una forma rápida y eficiente de animarlos, pero en realidad puede ser contraproducente. Cuando un niño se siente triste, enojado, frustrado o preocupado, necesita que sus emociones sean validadas y escuchadas. 

- Maskot .

Decir “no pasa nada” puede hacer que un niño sienta que sus emociones no son importantes o que no tienen derecho a sentirse así. Por el contrario, si queremos que nuestros peques se sientan mejor, apoyados y capaces de salir de una situación desagradable, no debemos minimizar o menospreciar su problema sino darle la misma importancia que tiene para ellos y acompañarlos en el proceso de salir airosos. 

Como padres, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos sin decir esta típica frase? Existe una opción más saludable para consolar a nuestros peques, levantarles el ánimo y ayudarlos a encontrar una solución cuando se encuentran en contextos de tensión. A continuación te detallamos las tres frases que debes decir.

Verbalizar lo que ha pasado: "Vaya... tu hermano ha roto tu juguete"

La primera recomendación que debemos tener en cuenta cuando nuestros peques se encuentran en una situación desagradable para ellos, aunque sea evidente, es que digamos con palabras lo que ha pasado. Es importante tomarnos el tiempo para dirigirnos hacia ellos, ponernos a su nivel, verbalizar lo que ha sucedido y cerciorarnos de que nos escuchen. De esta manera, ellos sabrán que tenemos conocimiento y entendemos la situación. 

Muchas veces, los niños se frustran porque se ven incapaces de manifestar lo que ha pasado. Por lo que si los ayudamos a saber que comprendemos lo ocurrido, ellos se sentirán más seguros.

Validar su emoción: "Veo que estás enfadado por ello"

- Getty Images/Tetra images RF

Una segunda frase después de decir lo que ha pasado, es manifestar que entendemos el malestar de nuestros peques. Cuando sucede alguna situación desafortunada para nuestros hijos, debemos dejar de negar sus emociones. De hecho, debemos expresar verbalmente lo que están sintiendo. De esta manera, nuestros niños nos verán empáticos con ellos y que estamos entendiendo realmente lo que está sucediendo. 

Si validamos las emociones de nuestros hijos, ellos se sentirán escuchados y comprendidos, lo que fortalecerá el vínculo con los padres y habrá mucha más confianza para que ellos se expresen abiertamente y sin ocultar nada en situaciones similares en un futuro.

Acompañarlo en la solución: "Vamos a buscar pegamento para intentar repararlo"

La última frase que debemos decirles a nuestros peques cuando pasa una situación de frustración, va dirigida a buscar una solución. 

- Getty Images

Generalmente, es la frase que menos expresamos porque es común pensar que si distraemos a nuestros niños y se olvidan rápidamente de la situación, se sentirán mejor. De hecho, el mejor aporte que podemos hacer para ellos es acompañarlos a aprender a manejar situaciones estresantes. Para ello, es esencial que los ayudemos a encontrar la manera más apropiada de salir airosos: buscar una solución al inconveniente. 

Estimular su capacidad de resolución de problemas cuando surgen estas situaciones, no solo los ayudará en el presente, si no que contribuirá al éxito de su vida adulta, ya que podrán dominar cualquier obstáculo.

Recomendamos en

Por qué el juego es la clave olvidada para aprender música desde la infancia: un elefante llamado Zolfa guía a los más pequeños

Mientras muchos métodos musicales siguen apostando por la repetición y la técnica desde edades tempranas, una nueva generación de propuestas pedagógicas recupera lo esencial: jugar, imaginar y emocionarse. Entre ellas, destaca un proyecto que convierte cada lección de piano en una aventura: Zolfa, un elefante azul que enseña con cuentos, partituras y mucha empatía.
  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar