“Unas décimas de fiebre durante el primer año me causaban mucha ansiedad”, reconoce Gracia, madre de Alberto. “Ahora que ya lo conozco, no acudo al pediatra hasta que pasan tres días”, afirma.
Durante el primer año los padres aprenden a observar al hijo, a interpretar los síntomas, diferenciar lo grave de lo banal y tomar medidas.

¿Cuáles son los síntomas que les ponen en alerta? La doctora Amalia Arce, pediatra y madre y autora del blog Diario de una mamá pediatra y del libro del mismo título, 'Diario de una mamá pediatra' (ed. Grijalbo) nos ofrece claves para observarlos.
Fiebre
Los motivos para consultar con el pediatra con más urgencia son que:
- La fiebre se dé en un bebé menor de tres meses
- Dure cuatro o más días
- Supere los 40º
- Vaya acompañada de signos como la rigidez de la nuca o las petequias (manchitas de la piel que no desaparecen al ser presionadas). En este último caso está justificada la visita a urgencias.
Dificultad respiratoria
- ¿Se debe a que el bebé tiene mocos y cuando se los limpian se le pasa, o realmente no puede respirar aún teniendo la nariz limpia?
- ¿Se le marcan las costillas al respirar y ha dejado de comer?
- ¿Implica problemas circulatorios, es decir, se está poniendo azul o muy pálido? Es un motivo para planear rápidamente una visita a nuestro pediatra.
Diarrea y vómitos
La deshidratación es, probablemente, la peor consecuencia. ¿Se pueden manejar en casa o el bebé se está deshidratando?
Son signos de alerta que lleve horas sin hacer pipí, tenga los labios secos y cierta somnolencia.
Los vómitos, apunta la doctora Amelia Arce, son más escandalosos que la diarrea, pero es con esta última con la que pierde más líquido.
Vómitos o pérdida de conocimiento
Los golpes son relativamente comunes a esta edad y la mayoría se resuelve con un chichón.

Para saber si un golpe ha sido importante hay que preguntarse:
- Si el niño ha caído desde altura y si ha habido aceleración;
- Si el pequeño ha perdido la conciencia en algún momento y si es así, durante cuánto tiempo;
- Si tiene otros síntomas: como vómitos repetidos (puede entrar dentro de lo normal, que vomite una o dos veces tras la caída, pero no que vomite sin parar), cambios en su comportamiento, movimientos extraños…
Con esos síntomas hay que buscar ayuda con rapidez, para descartar cualquier lesión.