El parto de nalgas, también conocido habitualmente como presentación de nalgas, ocurre cuando el bebé se encuentra acostado longitudinalmente y, sus nalgas, piernas o pies, tienden a presentarse primero, en lugar de su cabeza. Se estima que ocurre entre un 3 a un 4 por ciento de los partos a término, y se cree que es más común en aquellas embarazadas que es la primera vez que van a dar a luz.
Por otro lado, también se sabe que el parto vaginal de nalgas aumenta el riesgo de puntajes de Apgar bajos, así como complicaciones más graves a corto plazo. Aunque, por suerte, la evidencia no ha mostrado un aumento en la morbilidad, especialmente a largo plazo.
No obstante, una de las principales preocupaciones cuando se presenta el parto y el bebé está de nalgas (sobre todo si se ha pasado parte del embarazo en esta posición), es si esta posición aumenta el riesgo de displasia de cadera.
¿Qué es la displasia de cadera?
La cadera consiste en la articulación esférica más grande del cuerpo, lo que significa que la bola del hueso del muslo (esto es, la cabeza femoral), encaja en la cavidad de la pelvis con la finalidad de formar la articulación de la cadera. Si las caderas son normales, la bola tiende a girar libremente en la cavidad, para poder moverse con normalidad.
Sin embargo, cuando existe displasia, la cavidad de la cadera no cubre completamente la bola del fémur, haciendo que la articulación de la cabeza acabe dislocándose fácilmente. Además, es común que la articulación de la cadera se desgaste más rápidamente de lo normal.
Es también conocida como displasia del desarrollo de la cadera, dislocación de la cadera o displasia congénita. Y se trata de una afección crónica presente desde el nacimiento del bebé, que puede causar una discapacidad permanente si no es diagnosticada y tratada a tiempo.
No obstante, es muy habitual que la displasia de cadera sea diagnosticada en los primeros exámenes rutinarios que el pediatra lleva a cabo en el bebé pocos días después de nacer. Por lo que su diagnóstico temprano, y la aplicación del tratamiento médico adecuado, son esenciales para correr el problema satisfactoriamente.
Se calcula que la displasia de cadera afecta hasta a 10 de cada 1000 bebés, y puede afectar a una o a ambas caderas.
¿La presentación de nalgas favorece la displasia de cadera?
Como encontró un estudio publicado en el año 2017 en la edición especial Journal of Children’s Orthopaedics, se sabe que la presentación o el parto de nalgas es considerado como un factor de riesgo importante para el desarrollo de la displasia de cadera.
De hecho, se considera que los recién nacidos de nalgas presentan una incidencia estimada de inestabilidad de cadera neonatal que varía entre el 12 al 24 por ciento. Es más, incluso con exámenes de cadera normales en una primera revisión médica, es habitual que los bebés que nacen en esta posición sean derivados a traumatólogos pediátricos y cirujanos ortopédicos pediátricos para una valoración más precisa, con la ayuda de un examen clínico y una ecografía de cadera.
En dicho estudio, por ejemplo, se analizaron un total de 94 caderas en 47 niños que nacieron de nalgas, quienes tuvieron hallazgos ecográficos normales a las pocas semanas del nacimiento. Posteriormente, a la edad de 6 meses, fueron nuevamente analizados mediante radiografías de la pelvis. Los resultados encontraron que casi un 11 por ciento de los niños, pasados unos pocos meses, cumplían los criterios de diagnóstico.
Lo que hace necesario un seguimiento regular de la evolución del desarrollo de la cadera en todos los bebés que nacen de nalgas, puesto se sabe que, en muchos casos, aquellos recién nacidos de nalgas con hallazgos ecográficos normales en un principio, pueden ser diagnosticados con displasia de cadera a los 6 meses de edad.
Pero no debes preocuparte. Si tu bebé nace de nalgas no significa que, necesariamente, vaya a padecer displasia de cadera. De hecho, la presentación de nalgas es considerado únicamente como un factor de riesgo, y no una causa directamente relacionada. Además, este tipo de factores suelen detectarse mucho mejor mediante ecografía. Y es muy habitual que el pediatra y el traumatólogo pediátrico preste una mayor atención en estos casos.
¿Qué otras causas pueden incidir en la displasia de cadera?
Lo cierto es que cualquier factor que reduzca o evite el movimiento normal de la articulación de la cadera aumenta considerablemente el riesgo de displasia de cadera. Los bebés grandes, un primer embarazo, o la existencia de un líquido amniótico reducido o disminuido suelen reducir el espacio que el bebé tiene para moverse cuando todavía se encuentra en el interior del útero.
Además, al ser un trastorno congénito, se sabe que aquellos bebés que tienen a alguien de su familia inmediata con displasia de cadera presentan más probabilidades de que también puedan sufrirla. Por ejemplo, si un bebé ha tenido displasia de cadera, es muy probable que sus hermanos (especialmente si son niñas), también la tengan en un futuro.

Por otro lado, se calcula que las mujeres presentan cuatro veces más probabilidades de verse afectadas, en comparación con los hombres, lo que según los expertos podría estar relacionado con las hormonas que produce la madre, que original que los diferentes ligamentos se relajen más en el momento del nacimiento. Es más, se cree que las niñas podrían ser más sensibles a la acción y efecto de estas hormonas, que los niños.
¿Cómo se trata la displasia de cadera?
La mayoría de los bebés con displasia de cadera leve al nacer, por lo general, se resuelven por sí solas a alrededor de las seis semanas, sin ningún tipo de tratamiento. Cuando esto no ocurre, deben empezar el tratamiento.
Generalmente se utiliza un arnés (conocido como arnés de Pavlik), que actúa manteniendo las caderas del bebé dobladas hacia adelante y extendidas, lo que maximiza el contacto entre la bola y el encaje. Debe ser utilizado continuamente, tanto por el día como por la noche, durante 3 a 7 meses.
Adecuadamente aplicado, el tratamiento mediante el arnés es sumamente efectivo, resolviendo la displasia satisfactoriamente en el tiempo marcado por el especialista. No en vano, con un tratamiento temprano, la tasa de problemas de cadera posteriores que requieren algún tipo de tratamiento adicional es verdaderamente baja (se sitúa en alrededor del 4 por ciento).