El esfuerzo físico al que está sometido el cuerpo de una mujer durante el embarazo y el parto –tanto si es natural como por cesárea- continúa con el cuidado del bebé. Ocuparse de un recién nacido lleva implícito adoptar ciertas posturas que además de nuevas y repetitivas pueden derivar en dolencias musculares. Sobre todo si empezamos a forzar en tareas que se antojan altamente cotidianas con un bebé como dar el pecho o el biberón, cambiar el pañal, darle un baño, meterlo en la cuna…
Aunque los dolores más comunes son los que tienen que ver con la zona cervical y lumbar, no son los únicos. La lista de zonas del cuerpo que se resienten cuando nos ponemos al cuidado de un recién nacido o bebé es mucho más larga. Si no que se lo pregunten a los hombros, a los brazos, a las muñecas o a las manos de las mamás.
Cualquiera de esas molestias se verá además agravada si tenemos falta de sueño. Si así fuera, lo más probable es que el cansancio convierta la molestia en dolor.
“La zona lumbar es la que más afectada se ve al coger al niño desde una posición baja y levantarle. La musculatura paravertebral tiene que hacer un esfuerzo para el que no está acostumbrada y con mucha frecuencia genera dolor”, explica a SerPadres Alejandro Vila, fisioterapeuta del Centro de Fisioterapia Villa. “También es frecuente el dolor en la zona cervical e interescapular a la hora de dar el pecho y dolor en la muñeca al coger al bebe”, matiza.
De todas las molestias que pueden surgir con frecuencia en relación al cuidado de un hijo la más incapacitante y dolorosa es la lumbalgia aguda, aunque por suerte lo más habitual es que la recuperación sea rápida y no haya ningún tipo de secuela.
Por el contrario las tendinitis que suelen aparecer en hombros y muñecas, aunque menos dolorosas e incapacitantes, suelen tener evoluciones más lentas y requieren de tratamiento y ejercicios para una completa recuperación.
El deporte como aliado

Ahora bien, teniendo en cuenta que sabemos que esas dolencias existen el desafío es doble: por un lado hay que tratar de evitarlas, y por el otro, si ya se han presentado, saber cómo tratarlas. Tanto para lo primero como para lo segundo, el deporte se antoja clave, según afirma Alejandro Vila, también experto en Doctoralia.
En ambos casos, lo ideal es mantener un estilo de vida activo donde el deporte no sea una palabra tabú ni un desconocido. De hecho, Vila asegura que “cuanto más deporte haga la madre antes y durante el embarazo más preparada estará para afrontar la tarea de cuidar un bebe”. “Además el ejercicio durante el embarazo ha demostrado que aumenta la actividad cerebral del niño lo que redunda en un beneficio directo para su salud”, apostilla.
Eso sí, no todos los deportes valen para todas las madres. El tipo de ejercicios dependerá de qué resultados queramos obtener y qué zonas tratar. Así, para recuperar y mejorar la actividad muscular, los más aconsejables son los ejercicios hipopresivos, los típicos de Pilates. “Estos ejercicios nos van a permitir reforzar la faja abdominal que se ha visto distendida a lo largo de los 9 meses previos de embarazo”, explica Vila. “Si hablamos de dolores de cuello, interescapulares o lumbares lo mejor es evaluar y mandar una tabla de ejercicios acorde a cada paciente”, subraya.
La frecuencia recomendada para hacer deporte es tres días a la semana y una duración de entre 30 y 45 minutos. Se trata de que sea una actividad que ayude a la madre y en ningún caso le produzca estrés o ansiedad.
Ayuda externa
Además del ejercicio físico, es muy importante prestar mucha atención a las posturas que adquirimos, sobre todo si alguna en concreto la repetimos durante un tiempo prolongado aumentando así el estrés del tejido afectado. Por eso, los cojines y los almohadones son en esta etapa grandes aliados para la mujer.
Buena postura, ejercicio físico y si aun así hay dolores, hay que acudir al fisioterapeuta. “Nosotros apostamos por el tándem terapia natural más ejercicio. Con la terapia manual vamos a conseguir una disminución de dolor, una mejora de la movilidad y un aumento de la funcionalidad del área afectada. Con el ejercicio el objetivo es mejorar la funcionalidad y generar que los cambios obtenidos durante la sesión perduren en el tiempo”, concluye Vila.