Tortícolis congénita: qué es y cómo afecta a los bebés

Es una variante de la lesión pasajera en el cuello que todos hemos padecido en alguna ocasión, pero en este caso afecta a los recién nacidos.
Tortícolis congénita: qué es y cómo afecta a los bebés

Todos alguna vez en la vida hemos padecido tortícolis, término que proviene del latín y significa “cuello torcido”. No hace referencia, por lo tanto, al dolor intenso que suele producir esta lesión tratable y por ende pasajera, muy habitual tras una mala postura durmiendo, por ejemplo, sino al resto que se nos queda: bloqueados con el cuello en una posición determinada, a menudo un poco torcido.

Pues bien, existe una variante de esta patología que se llama tortícolis congénita porque afecta a bebés que nacen con “la cabeza inclinada hacia un lado y el mentón apuntando hacia el lado contrario”, explican desde la Asociación Española de Pediatría (AEP). Desde la asociación, fuente de referencia en España en materia pediátrica, se insiste en que es “muy frecuente en los recién nacidos” pero también advierten que en ocasiones tarda “entre 1 y 2 meses” en desarrollarse.

Esto produce que la cabeza sea asimétrica, así como el cuello del bebé, por lo que la cabeza queda girada hacia un lado.

Dolor de cuello

Causas de su aparición

Sol García, fisioterapeuta, explica para Top Doctors que esta patología que aparece normalmente en el lado derecho “se basa en el acortamiento del músculo esternocleidomastoideo”. 

La causa puede ser múltiple y variada, pero las más habituales, señalan desde la AEP, es que “puede deberse a una mala posición del feto dentro del útero o bien a un parto difícil o instrumental (partos que requieren uso de fórceps, ventosa…)”. 

Otra causa que puede producir este problema en el cuello es la displasia de cadera. En todo caso, será el pediatra quien lo determine con su explotación y las pruebas médicas que solicite.

La tortícolis congénita provoca que la cabeza sea asimétrica, así como el cuello del bebe. Este es el motivo por el cual se queda girada hacia un lado. “Esto aumenta el riesgo de plagiocefalia, que es la deformidad del cráneo del bebé por estar en una misma posición durante mucho tiempo”, indica Sol García. 

Desde la AEP añaden que “En ocasiones se puede palpar un pequeño nódulo a nivel del esternocleidomastoideo, en la región lateral del cuello del bebé”.

Cómo tratarlo

La consecuencia principal de esta patología es evidente: el bebé tendrá tendencia a mirar siempre hacia el mismo lado por la limitación que le produce la tortícolis congénita. Además del citado aplanamiento, “Esto puede dificultar la lactancia materna”, advierten desde la AEP.

Afortunadamente, Sol García asegura que “en el 90% de los casos de tortícolis muscular congénita se curan con tratamiento fisioterapéutico”. Mediante este tipo de trabajo específico que combina distintas técnicas de la especialidad se pretenden conseguir dos objetivos esenciales, indica la fisioterapeuta: conseguir la movilidad cervical activa completa y centrar la cabeza en la línea media. 

Además, tal y como explican desde la AEP. “El fisioterapeuta enseñará a los padres unos ejercicios específicos para hacer en casa que consistirán en movilizar el cuello en diversas direcciones” para completar el trabajo realizado en la consulta.

Bebé jugando

Junto a este tratamiento de fisioterapia, el tratamiento habitual para la tortícolis congénita suele incluir recomendaciones médicas para estimular el giro de la cabeza del bebe hacia el lado lesionado. “Esto se consigue colocando la cuna de forma que tenga que girar el cuello hacia el lado afecto para ver a sus padres, enseñándole los juguetes por dicho lado y ofreciéndole las tomas por el lado que le cuesta más trabajo”, aseguran desde la AEP. 

"Además, se aconseja poner al bebé boca abajo mientras esté despierto. Así fortalecerá la musculatura del cuello y de la espalda y evitará el aplanamiento asimétrico de la cabeza", concluyen.

En la inmensa mayoría de los casos, afirman ambas fuentes consultadas, que la evolución de la tortícolis congénita es buena y la recuperación es total, sin secuelas ni deformidades, si se siguen los consejos médicos para su tratamiento. En todo caso, será el pediatra quien lo determine con su exploración y las pruebas médicas que solicite.

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