De igual forma que en los recuerdos suelen permanecer las cosas bonitas por encima de las malas, de ahí que en la crianza, cuando llegamos a abuelos, aparezca eso que ahora se llama ‘gramnesia’, terminó viral del momento, el aprendizaje suele ser más efectivo de las malas. Es a la vida eso que aplican tanto los deportistas a sus trabajos, porque todos coinciden de las derrotas siempre se obtiene una mejora, un aprendizaje. Pues bien, el psicólogo estadounidense Mark Travers ha profundizado en esta cuestión aplicada al matrimonio: dice el experto que estas dos son las lecciones fundamentales del matrimonio.
Mark Travers, un psicólogo estadounidense que escribe sobre temas psicoeducativos como la felicidad, las relaciones y el sentido de la vida, traza en un artículo publicado en Forbes cuáles son en su opinión las dos lecciones más importantes que nos enseña el matrimonio y por qué casi siempre se aprende solo de las malas experiencias.
“A menudo idealizamos el matrimonio como una unión mágica, algo compartido entre dos personas que son perfectamente compatibles. Sin embargo, cualquiera que haya estado casado por un tiempo te dirá la verdad: el matrimonio no es nada fácil. Sin embargo, por desgracia, muchas personas solo llegan a comprender esta realidad por las malas, mucho después de experimentar obstáculos en el camino”, reflexiona el autor.

Las dos lecciones fundamentales del matrimonio
En el artículo, donde cita estudios en psicología para apoyar su teoría como ‘Competencia romántica, funcionamiento saludable de las relaciones y bienestar en adultos emergentes’ y ‘Evaluación de cuánto trabajan las parejas en su relación: la escala de autorregulación conductual para relaciones efectivas’, el autor cita y explica las dos lecciones fundamentales del matrimonio, entendiendo como tal la vida en pareja en cualquiera de sus formas (en 2022, por pprimera vez en la historia, en España tuvieron más hijos las mujeres que no están casadas).
Nadie nace siendo un buen compañero
La primera lección, apunta Mark Travers, es que “nadie nace siendo un buen compañero”.
Se refiere el experto a esa sensación “reconfortante”, dice, de pensar que las personas son naturalmente buenas en las relaciones, algo parecido a lo que trata de sintetizar el concepto de media naranja en el amor. Travers advierte del peligro de este mito.
“Este es un mito peligroso. La verdad es que nadie llega a un matrimonio completamente equipado con todas las habilidades necesarias para desarrollar y gestionar eficazmente una relación de pareja para toda la vida. Las buenas parejas se hacen, no nacen”, argumenta el psicólogo.
Mark Travers explica que ser un buen compañero de vida requiere, por ejemplo, “habilidades tanto duras como blandas, como la comunicación, la empatía, la gestión del tiempo, la toma de decisiones y la inteligencia emocional”. Y muchas de ellas no las llevamos adquiridas de base, de origen. “Estas no son características innatas; tenemos que aprenderlas a través de la experiencia, la práctica y, a menudo, el fracaso”, señala. Por eso habla de “competencia romántica”, refiriéndose a este conjunto de habilidades que se deben adquirir para tener éxito en el matrimonio.
Mark Travers hace hincapié en este sentido en que “nadie está condenado a ser un mal compañero de por vida”, y que con intención y la actitud adecuada, se pueden aprender las habilidades necesarias para ser un un compañero “románticamente competente”. “La clave —dice el psicólogo—es abordar el matrimonio con la perspectiva de que, por muy buenas que parezcan las cosas, siempre habrá margen de mejora”.

Lo que pones es lo que obtienes
La segunda lección vital del matrimonio de la que habla el psicólogo Mark Travers es que esta “no es una experiencia pasiva”, de manera que “lo que pones es lo que obtienes”.
En el matrimonio, dice Travers, “no puedes dejar que la relación fluya sin más y esperar que todo salga a tu favor”. Sin embargo, si te esfuerzas y tu pareja lo hace, la calidad de la relación se ve recompensada, apunta el psicólogo.
Travers defiende que esta lección no es un cliché, sino que se trata de una afirmación verdadera que lo que pones es lo que obtienes si hablamos del matrimonio. “El esfuerzo se manifiesta de muchas maneras diferentes: estar presente, mostrar siempre agradecimiento, incluir activamente tiempo de calidad juntos en sus agendas y, lo más importante, elegir trabajar para superar los desafíos en lugar de evitarlos”, defiende el experto.
Para Mark Travers, si la relación está protagonizada por dos personas que invierten en ella “de manera igualitaria y recíproca”, puntualiza, “sus esfuerzos no necesariamente resultan agotadores; se convierten en una norma”. Y es así como se evita la aparición del resentimiento y la discordia, consecuencias, dice el psicólogo, del esfuerzo unilateral o inconsciente en el matrimonio. “La cantidad de energía que inviertan en él determinará lo que obtendrán de él. Saben que un matrimonio que se sienta pleno, solidario y alegre no es un encuentro casual; saben que es algo que hay que estudiar, practicar y esforzarse por lograr”, concluye Mark Travers.
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Cuidado con la idea de amor romántico
El psicólogo advierte, eso sí, que pese a que estas dos lecciones del matrimonio son muy importantes, la mayoría de las personas no son capaces de captarlas rápido, de forma anticipada o preventiva. “La mayoría de las personas no captan estas lecciones hasta que enfrentan desafíos en sus matrimonios, o hasta que los pequeños problemas adquieren una dimensión mucho más grande”, dice.
Cree Travers que esto se puede deber a “las muchas formas en que la sociedad romantiza el matrimonio”. Desde los cuentos de hadas a las canciones de amor o las comedias románticas. Este tipo de productos culturales y de ideales románticos, apostilla Mark Travers, “generan expectativas poco realistas y deja a las parejas sin preparación para la realidad de que el matrimonio requiere trabajo”.