En lo que llevamos de siglo, la comunidad científica ha dado múltiples pasos adelante en el conocimiento del impacto de la alimentación en la salud en general, y de los niños y niñas en particular. Existe en la actualidad un amplio consenso en la identificación de los alimentos ultraprocesados y de las consecuencias de una dieta malsana en la salud. Este, el de la alimentación, es un factor que entra en juego mucho antes de lo que buena parte de la sociedad cree: lo hace desde el embarazo, de ahí que expertos como Lucía Mi Pediatra hablen de la importancia de los 1.000 primeros días de la alimentación infantil.
Lucía Mi Pediatra, que advierte de que comer sano de niño previene enfermedades mortales de mayor, ha dedicado uno de sus últimos post divulgativos en redes sociales a la importancia de los 1.000 primeros días de la alimentación infantil en la salud de los niños y niñas.
Dice la doctora Galán Bertrand que “fue una revelación” ese momento histórico para la ciencia de la salud en el que, durante la primera década del siglo XXI, entre el año 2000 y el año 2010, “la comunidad científica empezó a hablar de la importancia de lo que las mujeres comían durante el embarazo, nueve meses, más los dos años siguientes, los primeros de la vida del niño, lo que le dábamos de comer a nuestros hijos”.
Este período, el del embarazo al completo, nueve meses, más los dos primeros años de vida, unos 730 días, “suman 1.000 días”, subraya Lucía Mi Pediatra, de ahí que la clave haya sido bautizada por la experta en la salud de la infancia como “la importancia de los primeros 1.000 días”.

La importancia de cuidar la alimentación de los hijos desde el embarazo
Desgranando el concepto de la importancia de los primeros 1.000 días de la alimentación infantil, Lucía Mi Pediatra explica que aquellos avances científicos de principio de siglo —recuerda cuando las casas se hacían con cocinas pequeñas porque casi nadie cocinaba y los supermercados vivieron el boom de las comidas ultraprocesadas, listas para calentar y comer— demostraron que “las dietas ricas en ultraprocesados, en azúcares y en grasas de mala calidad tenían un impacto negativo a corto plazo, a medio y largo plazo en los niños”.
Esto quería decir de algún modo, y quiere decir, porque el discurso está plenamente vigente en la actualidad, “que esas dietas ricas en este tipo de compuestos lo que hacían era aumentar de forma notable el riesgo cardiovascular en los niños en todas sus etapas de su vida y en la vida adulta joven”, expone la pediatra y divulgadora.
Además, Lucía Mi Pediatra, que da estos consejos para calmar rabietas infantiles, también destaca otras consecuencias de no cuidar la alimentación de los hijos e hijas desde el embarazo: “también aumentaban el riesgo de enfermedades renales, enfermedades cardiovascular, aumento del riesgo de hipertensión arterial y de diabetes tipo 2, así como, obviamente, del riesgo de obesidad”.
Y no hay que olvidar, además, otras consecuencias negativas de las dietas ricas en ultrapocesados.

“Los expertos lo llaman ventana de oportunidad”
Lo que la ciencia ha demostrado con numerosos estudios fiables y rigurosos acerca de la alimentación y su impacto en la salud desde el embarazo y los primeros meses de vida, explica Lucía Mi Pediatra, “es que de alguna manera se programaba el metabolismo de los niños”. Como muestra, un botón: un estudio muestra que la enfermedad de Alzheimer podría comenzar en el útero.
Por este motivo, por el margen de maniobra que tienen los padres y madres en el devenir de la salud de sus hijos e hijas en función de la dieta que les faciliten, “los expertos lo llaman la ventana oportunidad“, apunta Lucía Mi Pediatra. “Tenemos la oportunidad en nuestras manos, entre comillas, de programar la buena salud de nuestros hijos en el futuro”, añade la doctora.
La existencia de esta oportunidad en la crianza de los hijos e hijas desde el embarazo, oportunidad avalada por la ciencia con un amplio consenso, explica para Lucía Mi Pediatra esa importancia de los primeros 1.000 días. “Fijaros si es importante el cómo nos alimentamos cuando estamos embarazadas y en lo que le damos de comer a nuestros hijos en esos primeros dos años de vida”, concluye.