Ni Mozart ni Beethoven: cambia las nanas por la música de Harry Potter y acompaña a tu hijo en un viaje emocional lleno de calma, imaginación y conexión familiar

No es solo una historia de magos, Harry Potter también gana protagonismo en el cuarto de los niños. Te contamos el secreto.
Escuchar piezas instrumentales como Hedwig’s Theme en versiones suaves puede ayudar a centrar la atención, ya sea mientras colorean, leen o simplemente descansan. La ausencia de letra facilita que el foco se mantenga en la actividad. / Fuente: Gemini

Puede que no creas en hechizos, pero esta música tiene algo especial y hay algo que sucede cuando suena la primera nota. Esa melodía familiar, mágica y envolvente que nos transporta directo a Hogwarts, que también está conquistando un nuevo escenario: la habitación de los más pequeños. ¿Qué tiene esta música que logra tanto sin decir una sola palabra?

¿Música para bebés?

Durante años, la idea de que ciertas melodías podían hacer a los bebés más inteligentes se coló en muchas conversaciones relacionadas con el embarazo. El famoso "efecto Mozart” llegó incluso a recomendar que los futuros padres pusieran música clásica al bebé desde el vientre. Hoy, con estudios más serios en la mano, sabemos que la música no convierte a los niños en superdotados, pero sí tiene beneficios reales.

Lo importante no es tanto qué compositor eliges, sino cómo suena esa música, qué provoca, cómo la compartes y en qué momento del día. Y en ese sentido, las bandas sonoras son un recurso estupendo. Sobre todo, las que combinan variedad emocional, riqueza instrumental y una narrativa musical clara, como la de Harry Potter.

La música de Harry Potter tiene una gran carga emocional: hay temas que inspiran valentía, otros que transmiten ternura o nostalgia. Al escucharla, los niños aprenden a reconocer y canalizar sus propias emociones, algo clave para el desarrollo emocional. / Fuente: Gemini

¿Por qué la banda sonora de Harry Potter puede funcionar?

Las películas del joven mago están compuesta en su mayoría por John Williams, uno de los grandes genios musicales del cine. ¿Y qué hace que su música pudiera funcionar con los más pequeños?

La música del cine ha sido compuesta para acompañar historias… y pocas historias más mágicas que la de crecer. La música tiene la capacidad de despertar sentimientos y acompañarnos en cualquier momento y, en el cine, muchas películas son inolvidable gracias a su banda sonora. Puede ser también una compañera maravillosa en la vida de un bebé, pero cada melodía puede ser adecuada según el momento o la etapa. Lo que funciona para un bebé de seis meses o un niño de cinco años, puede no ser lo ideal para un recién nacido.

Por eso, al elegir bandas sonoras como las de Harry Potter conviene optar por piezas suaves y lentas. Las adaptaciones para piano suelen ser más lentas y menos cargadas, lo que puede ayudar a que el bebé no se sobresalte ni se estimule en exceso, facilitando la relajación. No se trata de elegir nanas o bandas sonoras, sino de complementarlas. Las nanas son perfectas para momentos de apego, calma y sueño, pero las bandas sonoras, si se eligen bien, pueden enriquecer su entorno auditivo y ofrecer más estímulos que favorezca su desarrollo. El sonido puro ayuda a los niños a concentrarse en las sensaciones y en la melodía. Además, tiene estructura y repeticiones, los motivos. Musicales se repiten con pequeñas variaciones, estimulando la memoria auditiva. Los niños también perciben el cambio emocional, es decir, cuando hay alegría, ternura o calma y eso le ayuda a desarrollar su sensibilidad. Asimismo, puede acompañar rutinas como la siesta o el momento del baño.

No hay un estudio centrado exclusivamente en la banda sonora de Harry Potter, pero sí hay evidencias claras sobre los beneficios de la música instrumental rica en emoción. Con este tipo de melodías se ha observado que se puede reducir el estrés o incluso la frecuencia cardíaca, tanto en bebés como en adultos. Ayuda a distinguir tonos, patrones rítmicos y emociones, que está directamente relacionado con el desarrollo del lenguaje. Cabe mencionar también que, se fomenta la memoria música y el vínculo afectivo con quien escucha la música junto al bebé.

Si se usa en momentos concretos del día (como la hora del baño, la siesta o antes de dormir), puede convertirse en una señal sonora que prepara al niño para lo que viene. Esto ayuda a anticipar y ordenar el día, algo que da seguridad. / Fuente: Gemini

¿Podría funcionar otra banda sonora que no sea la de Harry Potter?

Tranquilidad, que no hace falta haber leído los libros ni haber visto todas las películas para disfrutar de su música. Si prefieres otras opciones, existen algunas alternativas igual de buenas y con mucho poder sonoro. Te proponemos a continuación unas cuantas:

Inside Out (Del revés), de Michael Giacchino

Es dulce, introspectiva y emocionalmente precisa. Ideal para ayudar a los niños a reconocer sentimientos.

Amélie, de Yann Tiersen

Ligera, divertida y con un toque poético. Puede ser perfecta para acompañar momentos de juego tranquilo o cuentos.

Frozen (la versión instrumental), de Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez

Las canciones en versión sin voz son más suaves, y los bebés las reconocen si las han oído antes.

Cómo entrenar a tu dragón, de John Powell

Heroica y envolvente, con un toque celta. Estimula la imaginación y la sensación de aventura.

El viaje de Chihiro, de Joe Hisaishi

Una joya que mezcla delicadeza, calma y fantasía japonesa.

¿A qué edad y cómo introducir música como la de Harry Potter en la rutina?

La clave está en convertir la música en una compañera del día a día, no en un estímulo forzado. Algunas ideas sencillas para hacerlo pueden ser: Crear una playlist de bandas sonoras suaves para la siesta o el baño, usar una canción concreta para avisar de que llega un momento de calma, acompañar la música con caricias, balanceos o cuentos, para reforzar la conexión emocional y, por último, observar cómo reacciona el pequeño: algunos temas lo tranquilizan, otros lo animan. No todos reaccionan igual, y eso también es parte del descubrimiento. La música en versiones instrumentales suaves, como piano o arpa, pueden ser ideales para bebés, favoreciendo la relajación. Por ejemplo, el tema de “Hedwig’s Theme”. Otra opción es “Harry’s Wondrous World” en una versión orquestada más suave. A partir de los dos o tres años, aún no comprenden una narrativa musical, pero perciben el ritmo y los cambios de intensidad. A partir de los cinco años ya son capaces de construir historias mentales, usarla para jugar o incluso crear ellos su propia “película”.  Y a los 7 años en adelante, podemos decir que es buena etapa para que exploren mucho más allá de Harry Potter y descubren más compositores musicales.

Muchos niños que escuchan bandas sonoras como la de Harry Potter muestran interés por los instrumentos, los sonidos o incluso por aprender a tocar una melodía. Es una puerta de entrada amable al mundo de la música clásica y cinematográfica. / Fuente: Gemini

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar