“El niño necesita que alguien esté loco por él”
Hablamos sobre el desarrollo de la inteligencia del bebé con el catedrático Jesús Palacios.
Jesús Palacios es catedrático en la facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, y está especializado en el desarrollo del niño y la formación del vínculo con sus padres. Ha escrito y participado en numerosos libros, entre ellos La aventura de adoptar (Ministerio de Sanidad y Política Social) y Desarrollo Psicológico y Educación (Alianza Editorial).
¿Con qué herramientas cuenta el bebé para construir su inteligencia?
En primer lugar, un formidable cerebro, dotado desde el primer minuto con una enorme capacidad para relacionarse con los estímulos y, muy particularmente, con las personas. En segundo lugar, un calendario madurativo que le impone limitaciones al mismo tiempo que abre posibilidades. Y lo más importante, la principal y más necesaria herramienta con que cuenta el bebé para desarrollarse es la atención y el afecto de quienes asumen su cuidado; sin ellos no va a ningún sitio, por muchas capacidades y potencialidades que tenga.
¿Cómo evoluciona la inteligencia a lo largo de los dos primeros años?
Es un fascinante y espectacular progreso. En los primeros meses es una inteligencia muy ligada a la acción y relaciones con cuidadoras y cuidadores (“cuando pataleo en la cuna hago que el móvil colgado sobre ella gire, suba y baje”, “si lloro, vienen; si sonrío, se quedan”). Al mismo tiempo se va desarrollando el lenguaje: primero como sonidos que suenan; luego, como sonidos que producen efectos (lloro y vienen); luego, como etiquetas para cosas, las que están fuera y las que ya se representan en el cerebro. A lo largo del segundo año, la inteligencia se va haciendo cada vez más lingüística y el lenguaje se va haciendo cada vez más inteligente. Se produce un progresivo descubrimiento de la realidad, de sí mismo y de los demás.
¿Qué importancia tienen los padres en el desarrollo de la inteligencia?
El papel de padres y madres es crucial. Toda la sofisticada maquinaria neurofisiológica con que los y las bebés llegan al mundo quedaría en nada si no hubiera allí al lado adultos disponibles, sensibles, estimulantes y amorosos.
¿Qué necesita de nosotros?
Además de la alimentación y el baño de agua diario, los bebés necesitan diariamente el baño del afecto, que debe empapar toda la relación y todos los contactos; el de la estimulación, que debe estar presente con riqueza y abundancia; el del lenguaje, que andamiará no sólo la inteligencia, sino toda la vida psíquica; el de las relaciones con los demás, que le añadirán riqueza y variedad…

Jesús Palacios
¿Cuáles son los errores que dificultan el desarrollo de las capacidades cognitivas del bebé?
El peligro mayor está en la falta de afecto o, más frecuentemente, en el afecto desorganizado (“te quiero cuando me complaces, no te aguanto cuando lloras”, “estoy disponible para ti si estoy de buen humor”, “unas veces tengo tiempo para ti pero otras, estando a tu lado, tengo cosas que me interesan más”, “ayer pensé que llenabas mi vida, pero hoy siento que no haces más que complicármela...”). Y hay algunos peligros más: La sobre-estimulación, pretendiendo hacer un Einstein de cada bebé y en todo momento. Y su opuesto, la escasez de estimulación. O la mucha estimulación desorganizada: un bebé rodeado de cosas, de objetos, de sonidos, de imágenes… en los que nadie pone orden y que nadie aprovecha para una relación tranquila. Mejor pocos estímulos bien seleccionados.
Parece que la afectividad desempeña un papel fundamental en el desarrollo intelectual…
Mi querido maestro Urie Bronfenbrenner dijo que “para desarrollarse normalmente todo niño necesita que alguien esté loco por él”. Es decir, que esté lleno de amor por él o ella y se lo demuestre continuamente. Ahí está la base de nuestro desarrollo intelectual y de nuestra salud mental.
¿Y qué papel juegan las emociones del niño?
Olvidemos por un momento al bebé y pensemos en nosotros mismos. Cuando me encuentro agobiado, tenso o embotado, cuando mis sentimientos me desbordan, mi rendimiento intelectual baja. Lo mismo ocurre con los bebés. Una niña emocionalmente tranquila, que se siente segura, que sabe que si necesita ayuda la tendrá y que si llora recibirá consuelo, es una niña con capacidad para hacer sus pequeños descubrimientos, almacenarlos en su memoria e incrementarlos a diario. Por el contrario, la niña emocionalmente insegura, angustiada, está mucho más cortocircuitada por las emociones negativas para relacionarse y aprender. El sosiego emocional favorece el desarrollo cognitivo tanto como la perturbación emocional lo perjudica.
¿Cómo deberíamos enfocar la estimulación de las capacidades de nuestro bebé?
Primando la relación, el intercambio de lo que en cada momento se pueda intercambiar (movimientos, sonidos, emociones, lenguaje…). No hacen falta objetos sofisticados, puesto que la sofisticación está en el bebé y debe estar en la relación. Sin prisas, disfrutándolo, adaptándolo a las posibilidades del bebé y a las circunstancias del momento, creando rutinas de las que disfrutar juntos… Todo a fuego lento. Con los bebés no es verdad que importe más la calidad que la cantidad, porque si no hay cantidad de interacción suficiente, la que haya no será de suficiente calidad.