Conocida también bajo el nombre de fobia social, la ansiedad social consiste, como veremos, en un trastorno de la ansiedad, al igual que los trastornos obsesivos compulsivos (TOC) o el trastorno de estrés postraumático.
En los niños la ansiedad social suele llegar a presentar síntomas diferentes, en comparación con los adolescentes y adultos, por lo que, en ocasiones, es posible que pensemos que un niño/a es demasiado tímido, cuando en realidad lo que tiene es fobia social.
De hecho, los niños con este tipo de trastorno de ansiedad suelen sentirse extremadamente incómodos en entornos sociales. Y, además, en algunos casos, este trastorno puede acabar obstaculizando su capacidad para llevar a cabo las tareas cotidianas más comunes o normales.
Por ello, debido a que los síntomas de la ansiedad social en los niños son ligeramente diferentes a los que pueden surgir en un adolescente o en un adulto, en ocasiones es difícil que los padres se den cuenta, especialmente si tenemos en cuenta que sentirse cohibido a veces, como cuando el niño habla frente a la clase, es completamente normal.
No ocurrirá lo mismo, sin embargo, cuando la timidez se vuelve enormemente excesiva. En este caso sí podría alertar acerca de la posible existencia de un trastorno de ansiedad social.
¿Qué es exactamente la ansiedad social en los niños y por qué se produce?
Como manifiestan los expertos, la ansiedad social es una condición de salud mental en la que las interacciones sociales futuras pueden causar un aumento de la ansiedad. Por ejemplo, algunos niños con este trastorno pueden sentirse especialmente preocupados por conocer o hablar con personas. Además, es común que se encuentren constantemente avergonzados o rechazados. Otros, sin embargo, pueden sentir ese temor intenso al hablar o al tener que actuar en público.
Pero, en algunos casos, la ansiedad social puede hacer que sea complicado completar las tareas comunes propias del día a día, como podría ser el caso de ir a la escuela, hablar con otros amigos y / o compañeros de clase, utilizar los baños públicos o comprar en una tienda.
Se estima que, por lo general, la edad promedio de aparición de la fobia o ansiedad social es a los 13 años de edad, aunque los niños menores de 8 a 9 años de edad también pueden sufrir algunos síntomas relacionados.

Se ha encontrado que algunos niños/as simplemente presentan cierta predisposición desde el nacimiento a la ansiedad, debido esencialmente a que sus cerebros son sensibles al peligro percibido, lo que origina la aparición de respuestas dramáticas de huida o de lucha. Además, parece que la genética también tiende a influir, ya que distintos estudios han mostrado que los niños con padres ansiosos presentan más probabilidades de sufrir ansiedad.
Pero tampoco puede menospreciarse la existencia de un factor o componente ambiental. En algunos casos, por ejemplo, distintas situaciones del ambiente pueden influir. Es lo que, según los expertos, ha ocurrido con la pandemia de coronavirus, que podría ser la causa de todo lo relacionado con la fobia y ansiedad social entre los más pequeños.
No obstante, dado que los padres conocen mejor a sus hijos, los especialistas aconsejan encarecidamente prestar especial atención a cualquier síntoma o cosa fuera de lo habitual.
¿Cuáles son los síntomas de ansiedad social en los niños?
Los síntomas de la ansiedad social se dividen en tres categorías: físicos, conductuales y emocionales. A continuación, te descubrimos cuáles son los signos más comunes de ansiedad social entre los más pequeños:
- Miedo a hablar con las personas o a conocer gente nueva. Es común que la sensación de angustia empiece días o incluso semanas antes de un determinado evento social.
- Preocupación constante por el juicio de los demás, o por la vergüenza.
- Autoconciencia extrema en entornos de actuación y / o sociales.
- El pequeño tiende a evitar determinadas situaciones desencadenantes, como hablar en público, ir a los baños públicos o incluso asistir a fiestas de cumpleaños.
- Antes o durante los eventos sociales es común que el niño actúe de forma “pegajosa” o tenga berrinches.
- El niño/a se siente triste, enfadado o impotente en entornos sociales.
- Dificultad para hablar con los compañeros o hacer nuevos amigos.
- Negativa a hablar en determinadas ocasiones o situaciones.
- En casos extremos, rechazo a acudir a la escuela.
- Evita el contacto visual y tiende a hablar en voz baja.
A su vez, también surgen determinados síntomas físicos, como náuseas, sudoración excesiva, temblores, frecuencia cardíaca rápida, rubor y mareos. Es muy habitual, además, que los síntomas físicos ocurran en situaciones sociales que los niños tienden a percibir como atemorizantes. Es más, en casos extremos también es posible que surjan ataques de pánico.
¿Cómo se trata y se supera?
Curiosamente, los niños con ansiedad social suelen actuar con normalidad en casa, lo que dificulta que los padres puedan darse cuenta de que posiblemente algo anda mal. Lo mismo ocurriría con los profesores en la escuela, quienes pueden pensar que el niño/a es demasiado tímido/a.
Sea como fuere, en los casos leves, la mayoría de expertos aconsejan comunicación y preparación, intentando abordar los temores que puede tener el pequeño directamente. Por ejemplo, preguntarle qué es exactamente lo que lo pone tan nervioso. Y, posteriormente, pensar en soluciones a adoptar en consecuencia.
Sin embargo, cuando la ansiedad social no desaparece, o influye negativamente en el día a día del niño, es posible que sí se necesite ayuda profesional. En estos casos, la terapia cognitivo-conductual puede ser de mucha ayuda, en la que el especialista mantiene conversaciones con el pequeño para comprender cómo sus pensamientos influyen en sus emocionales, y le permite proponerle un replanteamiento de los pensamientos, de forma que sus emociones tiendan a ser menos severas.
Además, es común que los niños aprendan algunas técnicas útiles, como meditación, atención plena, respiración profunda y otros ejercicios de relajación con los que poder hacer frente a los síntomas de la ansiedad social.