Una de las grandes dudas de muchas mamás y la lactancia tiene que ver con el consumo del café mientras dan el pecho a su bebé. No se trata de un alimento como tal, pero es un pequeño placer para muchas personas, y por lo tanto es un hábito del que cuesta mucho separarse, aunque la gran mayoría de mujeres lo hacen para no perjudicar a su bebé.
La principal causa por la cual el café ha sido un producto prohibido durante mucho tiempo para las lactantes es por el supuesto efecto de la cafeína en la calidad del sueño del pequeño. Pero es probable que si has sido madre recientemente o conocer a alguien que lo haya sido, te haya sorprendido verle tomando una taza de esta bebida en algún momento del día con la tranquilidad de saber que no está haciendo algo “prohibido”. ¿Qué dice la ciencia al respecto?
El motivo por el cual se ha abierto la puerta mínimamente a la compatibilidad entre café y lactancia es porque la investigación científica reciente apunta a que un consumo modesto diario del mismo no afecta a la calidad del sueño del feto.

Así concluye, por ejemplo, un estudio realizado en Brasil por Ina Santos y su equipo de la Universidad Federal de Pelotas a 900 madres. Publicado en la revista Pedriatrics, demuestra que una dosis pequeña de café al día no afecta al sueño del bebé durante la lactancia.
Esta investigación está secundada por otras que también indican que una cantidad modesta de café no implica riesgo de que afecte al recién nacido, pero conviene tomar esta afirmación con alfileres, con mucho cuidado. Que ya sabemos cómo somos los seres humanos cuando nos dan un resquicio por el que “colarlos” en algún lugar que nos interesa...
Efectos en el bebé
El café sigue siendo un producto que se desaconseja tomar durante la lactancia materna. El principal motivo es porque si no se controla la dosis diaria que se consume, el riesgo de que sí afecte al bebé es real, pero hay otros secundarios; por ejemplo, que no aporta beneficio alguno en lo que a la alimentación se refiere, e incluso puede potenciar la deshidratación en la madre, lo cual afectaría a la producción de leche, entre otros aspectos.
Si te cuesta mucho renunciar a él durante la lactancia, puedes aprovechar la puerta que ha dejado abierta la ciencia, pero debes controlar muy bien la cantidad que consumes. En concreto, son 300 mg al día el límite que, en general, los expertos ponen en el caso de madres de bebés saludables nacidos a término. Visualmente, esto equivale a una taza o taza y media como mucho. Es decir, puedes tomarte tu “cafetito” al día, pero no más. Al menos, no debes hacerlo.
En general, la ciencia estipula esta cantidad máxima en bebés a partir de los tres meses de vida porque se cree que los recién nacidos sí son sensibles a la cafeína que toma su mamá. Y en el caso de que tu hijo sea un bebé prematuro, debes saber que también metaboliza la cafeína más lentamente, por lo que es sensible a cualquier cantidad de cafeína que pase por la leche, así que es aconsejable no tomar café en estos dos casos.

Por qué evitarlo
Además, es bueno tener en la cabeza también que la cafeína es una sustancia que aparece en la leche materna rápidamente; de hecho, su pico se produce a la hora u hora y media de su ingesta. Esto es un dato muy interesante para saber cuándo es más aconsejable tomar el café del día en caso de que no puedas resistirte a él porque, aunque el bebé tome pecho a demanda, muy pronto irá teniendo sus rutinas y entonces podrás saber cuándo, aproximadamente, puedes evitar que ese pico coincida con una toma.
En cualquier caso, si puedes evitar el café durante la lactancia, mucho mejor, o al menos tomarlo descafeinado, y mejor a partir de los tres meses de vida de tu pequeño. Y en ningún caso es recomendable por parte de los expertos tomar más allá de esa taza diaria anteriormente referida.
Todo lo dicho con el ejemplo del café como elemento vertebrador es extrapolable al resto de bebidas que tienen cafeína, como es el caso de las bebidas azucaradas, de las que nada bueno se puede sacar en términos de salud.