La personalidad, ¿se hereda o se aprende?
Desde el embarazo nos preguntamos cómo será nuestro hijo. ¿Heredamos el carácter de nuestros padres, igual que el color del pelo? ¿Hasta dónde llega la genética y dónde empieza la educación?
Cuando esperamos un bebé, a todos los padres nos gustaría saber qué facetas de su personalidad heredará de nosotros: inteligencia, gustos, capacidades...
Desde hace más de 150 años, biólogos, psicólogos y genetistas se esfuerzan por contestar esta pregunta.
Sobre las aptitudes musicales, la sociabilidad, la creatividad o la elocuencia influyen mucho los genes, aunque se ha comprobado que la educación y las condiciones de vida también tienen un papel fundamental.
Algunos investigadores que han observado el comportamiento de gemelos y niños adoptados descubrieron que los gemelos univitelinos se parecen entre sí aunque hayan crecido en familias diferentes.
Y según otras investigaciones, los hijos adoptados manifiestan más similitudes con el carácter de los padres biológicos, a los que no conocen, que con el de los adoptivos.
Otros estudios, en cambio, confirman la influencia de los progenitores, de los compañeros y de la experiencia en el desarrollo de los niños.
Hoy, la mayoría de los científicos está de acuerdo con que la herencia genética y el entorno repercuten más o menos a partes iguales en la formación de la personalidad.
Somos creativos desde antes de nacer
Se reconoce que algunos rasgos del carácter, por ejemplo, la inteligencia, la sociabilidad o la creatividad dependen tanto de un número variable de genes como de las condiciones de vida del niño.
En el caso de la inteligencia, si suponemos que la madre es muy inteligente y el padre no tanto, el niño puede heredar una inteligencia media, por debajo o por encima de la media.
El talento no lo es todo
Y esto vale para cualquier área de la vida: un niño que ha heredado de sus padres una predisposición a la dislexia puede convertirse en un apasionado de la lectura si, por ejemplo, su profe consigue transmitirle con ejercicios, estimulación etc. que leer es un auténtico placer.
Además de los genes, influyen los estímulos, el ejemplo de los padres y del entorno y el reconocimiento de las capacidades del niño por parte de los demás.
Lo que es imposible es convertir a un niño que no tiene oído para la música en un segundo Mozart o un Beethoven.
Los genes y el entorno
Los genes y el entorno varían en su importancia a lo largo de la vida: