Hallazgo neurocientífico que redefine un aspecto de la crianza: los niños entienden el color antes de hablar

Nuevo estudio en neurociencia infantil revela que los niños perciben el color como los adultos desde edades tempranas. Un hallazgo clave para la crianza, la educación y el desarrollo cognitivo.
Fuente: Mdjourney / E. F.

A veces, los niños pequeños se quedan quietos observando una luz roja, un juguete azul o una fruta anaranjada, como si esos colores les hablaran en un idioma que los adultos ya hemos olvidado. Y aunque los padres solemos interpretar ese gesto como simple curiosidad o distracción, la ciencia acaba de confirmar algo más profundo: los niños experimentan el mundo del color de manera sorprendentemente similar a la de los adultos, incluso antes de poder nombrarlo.

Un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad de Kyoto ha logrado lo que hasta ahora parecía inalcanzable: medir las experiencias subjetivas de niños muy pequeños, en este caso, su percepción del color, sin necesidad de que puedan explicarlo con palabras. El hallazgo no solo ofrece nuevas pistas sobre el desarrollo cognitivo infantil, sino que también redefine una parte esencial de la crianza: la forma en que los adultos podemos interpretar lo que sienten y perciben los niños desde edades muy tempranas.

Una interfaz que traduce percepciones sin palabras

El equipo liderado por el investigador Yusuke Moriguchi diseñó una herramienta que evita una de las principales barreras en la investigación con niños: el lenguaje. En lugar de depender de descripciones verbales, crearon una interfaz táctil que permitía a los participantes —algunos de tan solo 3 años— indicar la similitud entre distintos colores, sin necesidad de nombrarlos. Esta metodología, como afirman los autores, permite evaluar experiencias conscientes (qualia) sin exigir habilidades lingüísticas avanzadas.

El término “qualia” se refiere a las experiencias subjetivas que tenemos como individuos: lo que uno siente al ver el rojo intenso de una manzana o el azul profundo del cielo. Estos fenómenos son difíciles de estudiar porque no se pueden observar directamente, y menos aún en niños pequeños. Sin embargo, esta investigación ha demostrado que es posible aproximarse a ellos de forma rigurosa, marcando un avance clave en neurociencia cognitiva del desarrollo.

La muestra incluyó niños japoneses de entre 3 y 12 años, niños chinos de entre 6 y 8 años, y adultos japoneses. En todos los casos, se les presentó una serie de nueve colores y se les pidió que indicaran, en una escala de cuatro puntos, cuán similares o diferentes les parecían entre sí. El experimento se realizó tanto en entornos presenciales como en línea, y los resultados fueron consistentes.

Fuente: Mdjourney / E. F.

Un patrón cerebral común desde la infancia

Una de las conclusiones más relevantes es que la forma en que los niños organizan mentalmente los colores es muy parecida a la de los adultos. A pesar de que su vocabulario para nombrarlos aún se está formando, sus cerebros ya procesan las diferencias y similitudes cromáticas de manera estructurada. Como señala el artículo, llos niños de tres años ya exhiben estructuras de qualia de color similares a las de los adultos.

Este dato sorprende incluso a los propios autores. En palabras textuales del preprint, “nos sorprendió observar la consistencia de las estructuras de qualia de color entre edades, a pesar de los conocidos cambios significativos en la comprensión y uso de nombres de colores con la edad”. Lo que sugiere esta observación es que la conciencia perceptiva del color se desarrolla antes que la capacidad lingüística para describirla, lo que tiene profundas implicaciones tanto para la educación como para la crianza.

Por otra parte, el hecho de que los resultados se mantuvieran estables en diferentes contextos (presencial, online, con ordenador o pantalla táctil) demuestra la robustez del método. Este hallazgo no solo valida la herramienta, sino que abre la puerta a futuros estudios interculturales y con una gama más amplia de colores y edades.

Fuente: Mdjourney / E. F.

Neurociencia y crianza: una nueva alianza

Para madres, padres y cuidadores, este estudio ofrece una nueva perspectiva sobre el desarrollo infantil temprano. Comprender que un niño pequeño ya tiene experiencias subjetivas complejas, aunque aún no pueda expresarlas, puede cambiar la forma en que nos relacionamos con ellos. Por ejemplo, cuando un niño señala o reacciona con entusiasmo a ciertos colores, ese gesto no es aleatorio ni trivial: está conectado con una estructura perceptiva consciente que su cerebro ya ha empezado a construir.

Esto también plantea una reflexión sobre cómo estimulamos el entorno visual de los niños. El uso del color en juguetes, libros, ropa o espacios educativos podría tener un impacto más profundo de lo que creemos, si consideramos que esas experiencias ya están siendo procesadas con sofisticación. Como señala el estudio, este tipo de hallazgos “puede contribuir al desarrollo de mejores enfoques educativos y de crianza basados en las perspectivas de los niños”.

Además, comprender cómo se forman las estructuras perceptivas en la infancia ayuda a los neurocientíficos a explorar otras áreas del desarrollo cerebral: cómo se conectan las emociones, la atención y la memoria con la percepción visual, o cómo se forman los primeros patrones de pensamiento simbólico a partir de estímulos sensoriales.

Fuente: Mdjourney / E. F.

El valor de estudiar lo invisible

El mérito de este trabajo radica no solo en sus resultados, sino en su planteamiento metodológico. Durante años, los estudios sobre la conciencia han tenido una limitación evidente: se necesitaba que el participante pudiera describir lo que sentía. Esto excluía a niños muy pequeños, y por tanto, a una fase clave en la formación de la mente humana. Como reconocen los autores, “no existía una metodología establecida para evaluar estas experiencias en niños pequeños que no pueden articular completamente sus percepciones”.

Con esta investigación, se propone una solución innovadora: una tarea de similitud que, al medir respuestas no verbales, permite inferir la estructura interna de la experiencia. Esta forma de aproximarse al estudio de la conciencia en la infancia marca un antes y un después en la neurociencia del desarrollo.

Por supuesto, los investigadores reconocen que aún hay camino por recorrer. Proponen ampliar los estudios a más culturas, más colores y más variables contextuales. Sin embargo, lo que ya han logrado es un aporte sólido y replicable que establece un nuevo estándar metodológico. El simple hecho de poder estudiar científicamente los qualia infantiles ya representa un gran avance.

Referencias

  • Yusuke Moriguchi, Tomohiro Ishizu, Mutsumi Imai, Yuki Yamada. Comparing color qualia structures through a similarity task in young children versus adults. Proceedings of the National Academy of Sciences (2025). DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2415346122.

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