“¿Qué es más importante, que los padres ofrezcan alimento a sus hijos, o que les den afecto?”
Seguramente muchos coincidirían en responder que la comida es esencial para los pequeños, y así es. No obstante, lo que es también fundamental -y más- es el apego que reciben los niños de sus padres, pues las relaciones afectivas entre ellos se empiezan a construir a través de ese vínculo. Conoce la “teoría de la madre suave” de Harlow, la que, precisamente, habla de este hecho.
Los niños necesitan recibir apego, y más aún durante los primeros años de vida, pues se considera que es una necesidad esencial para los más pequeños. Muchos especialistas son los que han estudiado acerca de ello, aunque a lo largo de los años han ido aparecido ideas dispares al respecto.
Sigmund Freud y B.F. Skinner sostenían que la base de la relación entre madres e hijos estaba en la alimentación, en concreto en la lactancia. Es decir, que la principal función de los padres después del nacimiento de los hijos es proporcionarles alimento.
No obstante, los psicólogos John Bowlby y posteriormente, Harry Harlow, cambiaron los tornos a ese pensamiento con sus teorías.
John Bowlby y la teoría del apego
Este psiquiatra y psicólogo inglés hizo algunas investigaciones sobre lo que se conoce como “teoría del apego”. Esta lo que hace es estudiar los fenómenos psicológicos que nos influyen a la hora de establecer lazos afectivos con otras personas, sobre todo, las relaciones entre los padres y sus bebés en los primeros meses de vida.
Según Bowlby, esos primeros vínculos afectan a las futuras relaciones que tenemos en la vida. Es decir, que influyen en la etapa adulta. Por eso, una de sus conclusiones principales del autor es que los bebés necesitan de manera regular cariño materno, pues para ellos es una necesidad básica y esencial.
La teoría de la madre suave de Harry Harlow: el experimento

Más adelante, el psicólogo estadounidense Harry Harlow se dedicó a estudiar la teoría de su predecesor y realizó un experimento con monos Rhesus por el que se le reconoce y con el que confirma su “teoría de la madre suave” o de la madre subrogada.
El experimento se basó en separar a algunas crías de estos macacos de sus madres y observar qué ocurría ante esta privación maternal.
Para ello, separó a las crías de su madre biológica y la sustituyó por dos madres artificiales. Una estaba hecha con metal y la dotó con un biberón lleno de alimento, y la otra estaba recubierta con felpa suave, pero no tenía ningún tipo de comida.
El objetivo era ver el comportamiento de las crías y observar si preferían antes el contacto físico o si, por el contrario, el alimento.
El resultado de la prueba finalmente dio la razón a las ideas de Bowlby, y es que, las crías tenían una tendencia mucho más clara a aferrarse a la “madre de felpa” a pesar de que la otra estructura les proporcionara comida. Solamente se acercaban a esa mona de metal cuando necesitaban saciar su necesidad de alimento, el resto del tiempo lo pasaban junto a la madre suave que les daba seguridad.
Y es que, también comprobó que cuando trasladaban a las crías a un nuevo hábitat, también se aferraban a esa “madre de felpa” para buscar protección y consuelo. Mientras que, si cambiaban de lugar, pero sin la madre, empezaban a gritar y a llorar y la buscaban por todas partes.
Por tanto, las conclusiones de los experimentos afirmaron que a pesar de que la necesidad de alimento es fundamental, no es superior a la del afecto. El apego materno en los primeros momentos de la vida es esencial para la crianza de los niños.