En más de una ocasión, madres y padres han tenido la sensación de que su bebé les está “diciendo algo” sin usar palabras. Basta con observar esa mirada inquisitiva cuando algo no cuadra, o ese gesto que parece estar cargado de significado. Esa intuición podría tener ahora respaldo científico. Un estudio reciente sostiene que, incluso antes de hablar, los bebés ya poseen capacidades cognitivas que les permiten comprender estructuras complejas. Y lo hacen sin necesidad del lenguaje.
Investigadores del CNRS y de la Universidad de Aix-Marsella, liderados por Isabelle Dautriche y Emmanuel Chemla, han demostrado que bebés de apenas 10, 12 y 14 meses pueden manejar formas básicas de lo que en ciencia cognitiva se llama composicionalidad. Según el estudio publicado en Communications Psychology (Nature), los bebés no solo entienden palabras, sino que también son capaces de combinar ideas para interpretar el mundo. Según el artículo: “los bebés componen correctamente expresiones nominales y verbales a los 14 meses, expresiones faciales con objetos a los 12 meses y transformaciones mentales físicas a los 10 meses”.
¿Qué es la composicionalidad y por qué importa en bebés?
La composicionalidad es una capacidad fundamental del pensamiento humano: la habilidad de construir representaciones complejas a partir de elementos más simples. En el lenguaje, esto se manifiesta, por ejemplo, cuando comprendemos frases como “no quiero el oso”. Entendemos esa frase porque sabemos qué significan las partes (“no”, “quiero”, “oso”) y cómo se combinan.
Durante mucho tiempo se asumió que esta habilidad emergía como resultado del desarrollo del lenguaje. Pero este estudio plantea que la base de la composicionalidad está presente incluso antes de que los bebés dominen el habla. Los autores explican que esta habilidad “puede reducirse al mecanismo general de aplicación de funciones”, un proceso mental básico mediante el cual se combinan representaciones.
Esto implica que el pensamiento composicional no depende exclusivamente del lenguaje, sino que podría estar arraigado en procesos mentales más primitivos. Como tal, su aparición temprana es relevante para comprender cómo se desarrolla el lenguaje, pero también cómo se forma el pensamiento abstracto en general.

Los experimentos que cambian nuestra visión sobre cómo razonan los bebés antes de hablar
Para investigar si la mente infantil ya opera con estructuras complejas antes de adquirir el lenguaje, los autores del estudio diseñaron tres experimentos independientes, cada uno centrado en una habilidad distinta pero conectada por un mismo principio: la composicionalidad. Estos ensayos, realizados con bebés de entre 10 y 14 meses, permiten observar de forma controlada cómo los más pequeños combinan información verbal, gestual y física para anticipar acciones o resultados. A continuación, se detallan estos tres enfoques experimentales, que juntos ofrecen una nueva perspectiva sobre el pensamiento en la primera infancia.

Primer experimento: combinar lenguaje y objetos
En el primer experimento, con bebés de 14 meses, los investigadores quisieron saber si estos podían entender combinaciones de palabras como “quiero el conejo” o “no quiero el perro”. Para ello, mostraron a los bebés vídeos en los que una actriz hablaba mientras miraba distintos objetos y luego escogía uno.
Lo crucial era observar si el bebé miraba más tiempo cuando la elección de la actriz no coincidía con lo que había dicho. Y efectivamente, así fue. Según el artículo, “los bebés miraron más tiempo cuando la actriz elegía el objeto incongruente respecto a la frase que había pronunciado”.
Para que los bebés detectaran esta incongruencia, debían entender el significado de las palabras individuales y cómo se combinaban. “Los bebés deben haber accedido a los significados de los constituyentes de la frase (‘quiero’/‘no quiero’ y el nombre del objeto) y componerlos para predecir qué objeto va a elegir la actriz”, señala el texto original. Esto demuestra una forma temprana de comprensión lingüística basada en la composicionalidad.
Segundo experimento: ¿pueden los bebés entender un “no” sin palabras?
Pero los autores fueron un paso más allá. ¿Qué ocurre si se elimina el lenguaje hablado y se reemplaza por señales no verbales? En el segundo experimento, con bebés de 12 meses, se usaron expresiones faciales para transmitir intención. En lugar de decir “no quiero el oso”, la actriz simplemente hacía una cara de desaprobación al mirar uno de los objetos.
El experimento mostró que los bebés miraban más tiempo cuando la actriz hacía la “cara de no” hacia un objeto, pero luego elegía ese mismo objeto. Según los investigadores, esto solo podía explicarse si los bebés estaban interpretando correctamente el gesto facial como una señal de rechazo, y lo estaban combinando con el objeto en cuestión.
En palabras del estudio: “los bebés de 12 meses comprendieron la propiedad funcional de la ‘cara de no’ mucho antes de que se sepa que entienden el significado veritativo-funcional de la negación lingüística”. En otras palabras, entienden la negación antes de hablar, y lo hacen gracias a su habilidad para combinar gestos con significados.
Este hallazgo sugiere que los bebés manejan composiciones no solo verbales, sino también sociales y emocionales, anticipando qué va a pasar en función de las señales que observan en los demás.
Tercer experimento: lógica y física a los 10 meses
El tercer estudio se aleja del lenguaje y se adentra en la comprensión de transformaciones físicas. Con bebés de solo 10 meses, los investigadores diseñaron una situación donde una pelota rodaba detrás de una pantalla y se añadían elementos (como muros) al escenario oculto. Luego, al retirar la pantalla, se mostraba una escena que podía ser congruente o incongruente con lo que debería haber pasado según el orden de los eventos.
Si los bebés miraban más tiempo cuando la escena no cuadraba con la secuencia lógica esperada, se interpretaba que habían procesado las transformaciones mentales correctamente. Y eso fue exactamente lo que observaron. Como afirman los autores: “los bebés de 10 meses fueron presumiblemente capaces de calcular mentalmente el resultado esperado físicamente”.
Este experimento es clave porque demuestra que la habilidad para aplicar funciones mentales, que es la base de la composicionalidad, no requiere lenguaje ni interacción social, sino que puede surgir en contextos puramente físicos.

¿Qué nos dicen estos resultados sobre la mente infantil?
Los hallazgos tienen implicaciones profundas. Si bebés de menos de un año ya pueden combinar representaciones de forma flexible, eso sugiere que la mente humana nace equipada con herramientas cognitivas básicas para la comprensión del mundo. Esta capacidad no dependería tanto del lenguaje aprendido, sino de procesos mentales fundamentales.
Los investigadores proponen que lo que ocurre en estos bebés se puede describir como aplicación de funciones mentales en secuencia, lo que implica una forma temprana de razonamiento abstracto. Como se lee en el paper: “los bebés mostraron no solo capacidad de aplicar funciones, sino de aplicarlas en orden e iterativamente”.
Esto da pistas sobre cómo se desarrolla el lenguaje posteriormente, ya que los bebés ya contarían con una “estructura mental” que les permitiría componer significados incluso antes de hablar. También abre la puerta a comparaciones con otras especies animales y sus habilidades cognitivas.
Una nueva perspectiva sobre cómo piensan los bebés
Este estudio rompe con muchas suposiciones tradicionales. Hasta hace poco, se pensaba que los bebés de estas edades solo podían reaccionar a estímulos concretos. Pero estos experimentos muestran que los bebés están constantemente procesando, anticipando y componiendo representaciones del mundo a su alrededor.
Además, el diseño cuidadoso de los estudios evitó errores metodológicos frecuentes en la investigación con bebés, como confundir la atención con comprensión real. Aquí, se aseguraron de que la única explicación posible para las reacciones observadas fuera una forma primitiva de composicionalidad.
Aunque los autores advierten que no se puede afirmar que los bebés dominen la lógica o la semántica adulta, sí están mostrando indicios sólidos de cómo empieza a formarse ese tipo de pensamiento desde muy temprano. Esta perspectiva aporta una nueva mirada a cómo evoluciona el lenguaje y la cognición.
Referencias
- Dautriche, I., Chemla, E. Evidence for compositional abilities in one-year-old infants. Commun Psychol 3, 37 (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s44271-025-00222-9.