Ser Padres

Sus primeros pasos: ¡empieza a andar!

Para un bebé, aprender a andar es un grandísimo logro que lleva detrás un enorme esfuerzo tanto físico como psicológico. ¿A partir de qué mes es normal que empiece a andar? ¿Y si tarda más? ¿Cómo puedo ayudarle? Resuelve todas tus dudas de aprender a caminar.

Autor: Luz Bartivas
Empezar a andar supondrá un antes y un después en la vida de nuestro hijo. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma, aunque, a veces, aún requieran un poco de ayuda, suele ocurrir en torno a los 12-13 meses y se considera normal hasta los 15, o incluso hasta los 18. Más allá de esa edad sería motivo de consulta.
La edad a la que los bebés dan sus primeros pasos varía mucho de un niño a otro:

Se caen, se levantan y ¡vuelta a empezar!

  • Es muy curioso y enternecedor ver a nuestro pequeño andar por primera vez. Entre lo que le abulta el pañal y la falta de práctica al principio, la simpática imagen que tendremos de sus primeros pasos será caminando con las piernas separadas y los pies apuntando hacia fuera, en un vacilante balanceo de lado a lado que en más de una ocasión le hará dar con el culete en el suelo.
  • Tras muchas caídas y con una inquebrantable fuerza de voluntad, nuestro bebé aprenderá a estabilizar la marcha. Para ello, juntará las piernas cada vez más, colocará los pies en paralelo y dará pasitos más cortos. Al mismo tiempo, utilizará los brazos para guardar el equilibrio.
  • Un bebé está listo para caminar cuando se pone de pie por sí mismo y empieza a dar espontáneamente sus primeros pasos, aún tambaleantes, buscando apoyo en los muebles o la pared. Normalmente, su intención es acercarse a la madre o a sus objetos más querido.
  • El propio niño nos indicará a través de sus movimientos si está preparado o no. Forzar este proceso es inútil e incluso contraproducente. Si le obligamos, el niño empezará a caminar por responder al deseo de los padres, pero con mucho menos equilibrio y seguridad que si hubiera conquistado la postura por sí mismo.
  • No es recomendable ponerle a andar si todavía no es capaz de estirar las piernecitas, solo porque nos parezca que ya es el momento o por competiciones absurdas con otros niños.
  • Aprender a caminar es un complejísimo proceso que requiere fuerza, habilidad, equilibrio y una postura adecuada. El niño no podrá hacerlo correctamente hasta que sus piernas, glúteos y tobillos estén firmes y la musculatura de la espalda esté completamente fortalecida

Equilibrio y confianza

Para caminar, el niño debe lograr una postura erecta. Desde esa nueva posición cambia completamente su perspectiva del mundo, hasta ahora reducida a la cuna, la silla o los brazos de mamá. Al erguirse, adquiere la posición humana por excelencia (que es la que ha visto en sus padres y en los adultos que le rodean). Y, además, liberará las manos, que le servirán de gran ayuda las primeras veces que se lance a caminar.
Una vez conseguido, lo fundamental es mantener el equilibrio. Para ello cuenta con el apoyo de sus manitas, que le ayudarán a reequilibrarse cuando vaya a caer. La marcha se iniciará cuando maduren estos dos factores: el equilibro y la confianza en los apoyos.
A nivel psicológico también se inicia una auténtica revolución. Al tener autonomía, el niño es capaz de explorar su entorno y acercarse a los objetos y las personas que llaman su atención. Llega a espacios a los que antes solo accedía en brazos de sus padres (y aunque él no quisiera). Ya no espera para recibir las atenciones que necesita, sino que él mismo puede ir a buscar a su madre o alejarse de ella. Ahora descubrirá que hay libertad, pero también límites.

Una etapa difícil

  • Cuando empieza a andar, el niño necesita ejercer su nueva habilidad para desarrollarse. Comienza una época difícil para los padres. Ya no es posible tenerle tan controlado como antes y no podemos pretender negarle el mundo ahora que lo ha descubierto.
  • No es que de repente nuestro angelito se haya vuelto un diablillo, es que descubrir todo lo que puede hacer él solito es fascinante para él. Aún no conoce el miedo y su afán será probar todo lo que le llame la atención. Por eso tendremos que estrechar la vigilancia y evitar los peligros potenciales. Establecer algunos límites, le ayudará a estrenar su libertad sin hacerse daño.
  • Es muy importante aprender a decirles 'no' cuando sea necesario. Frases como 'ahí no se entra', 'eso no se toca', 'eso no se hace', 'no vayas allí', pondrán los límites precisos a su nueva aventura.

Dudas frecuentes

El hecho de comenzar a gatear muy pronto no quiere decir que el niño vaya a caminar antes. Hay bebés que se sienten tan cómodos con esta manera de desplazarse que no tienen prisa por aprender a caminar
Les pasa a muchos niños. Suele ser una etapa transitoria, hasta que comienzan a apoyar alternativamente el talón y los dedos. Es habitual que lo hagan hasta los 18 meses, pero si continúan caminando de puntillas más allá de los dos años, podría deberse a alguna anomalía muscular o nerviosa que es necesario tratar
Normalmente, la fase previa a caminar es el gateo. Andar a cuatro patas fortalece los músculos y favorece la coordinación de brazos y piernas. Sin embargo, hay niños que no han gateado nunca y eso no les ha supuesto ningún problema a la hora de aprender a caminar
Sí, incluso puede ser peligroso. Obliga a los niños a ir en una posición artificial semierguida e inestable en la que no ejercitan el sentido del equilibrio. Los pequeños no controlan sus propias posibilidades de reequilibrase ni de reorganizar su postura, adquieren velocidades excesivas y llevan un apoyo que no van a tener cuando caminen solos. En algunos países están prohibidos.
Asesora: Mary Ángeles Cremades, directora del Centro Auconturier de Ayuda Psicomotriz y Psicología Infantil de Madrid.
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