No es un simple muñeco sucio o una manta que tiene agujeros y que, según tú, ‘huele mal’. Es un ‘objeto transicional’, ‘objeto de consuelo’ u ‘objeto de apego’ y, para tu hijo, tiene funciones psicológicas muy importantes.
El término ‘objeto de apego’ fue acuñado por primera vez por el pediatra Donald Woods, especializado en psicoanálisis infantil. El mismo se refería con él a la primera posesión no-yo del bebé que aparece, más o menos, alrededor de los ocho meses. “Existe un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad y su creciente capacidad para hacerlo”, afirmaba el especialista. Este estado se conoce como ‘espacio transicional’ y es aquí donde aparece este objeto: puede ser cualquier cosa (no necesariamente un juguete) y, para nuestro hijo, significará el apego hacia nosotros, sus padres.
De hecho, yendo un paso más allá, la doctora Encarna Muñoz nos contaba en esta entrevista que, al nacer, el bebé siente que su madre forma parte de sí mismo: que son uno. Y durante sus primeras semanas y meses tendrá que adaptarse y entender que su madre es independiente. En este proceso es cuando puede aparecer el ‘objeto de apego’ que suele tener, habitualmente, ciertas características comunes.
Entre otras, suele tener un aspecto suave y blandito (de ahí que normalmente sean mantitas o peluches). ¿Por qué? Pues porque para ellos es su madre y representa su calor y sus abrazos. A través de él se sienten seguros y, por tanto, les ayuda a aliviar la angustia por separación.
Por suerte, se trata de un objeto que suele cumplir su función y que, cuando el bebé se siente preparado, deja de utilizar con tal fin (aunque sabemos que siempre tendrá un significado especial para él).
Para poder entender exactamente qué es este objeto de apego y cuál es la función que cumple en el desarrollo de nuestro bebé, hemos de entender ciertas claves que lo diferencian del resto de juguetes.
Te explicamos todo lo que debes saber sobre él a continuación, aunque te adelantamos: ¡ve con cuidado si vas a tocarlo, a lavarlo o a coserlo!
Por lo general, será un objeto suave
Como ya adelantábamos, la característica principal de este objeto es (por norma general) su suavidad y que es blando. No es ninguna casualidad. Los niños eligen un juguete u objeto que se parezca a los brazos de su figura de apego, que casi siempre suele ser su madre.Un hecho que se explica a través de la teoría de la ‘madre suave’ de Harry Harlow. A través de diferentes experimentos llegó a la conclusión de que las crías necesitan más la seguridad y el cobijo de su madre que la comida. Esta seguridad, representada a través de los mimos, el calor y los abrazos.

¿Puede ser símbolo de debilidad o inmadurez?
“Al contrario: le ayudan a aprender a estar separado de mamá sin traumas”, afirmaba Luz Bartivas. Además, según ella, mejoran la socialización y afectividad al compartirlo con momentos agradables para él.

Tienen identidad propia
Otra de las características especiales que diferencia este objeto de otros juguetes es que suelen tener una personalidad o nombre propio. Por ejemplo, pueden referirse a él como ‘el tete’, ‘la ayuyá’…

No todos los niños lo tienen
Aunque suele verse en muchos pequeños, no es ni mucho menos algo que necesiten tener por naturaleza. Algunos niños no lo necesitan ya que, o duermen con sus padres en la noche, o sus padres se quedan con ellos en la habitación hasta que consiguen dormirse.Sin embargo, tal y como nos contaba Luz Bartivas en este artículo. “Los peques que han aprendido a dormirse solos necesitan su objeto para sentirse seguros ante la ausencia puntual de la persona con la que habitualmente se sienten protegidos”.

Representa el apego hacia sus padres
Para ellos supone un importante apoyo emocional durante la etapa que describíamos antes en la que empiezan a despegarse de su madre. “El periodo en el que dejan de ser bebés para convertirse en personitas independientes”, afirma luz Bartivas.Encuentran en él, por tanto, ese ‘ apego’ que hasta entonces han estado encontrando en su madre o en su padre.

Alivia la ansiedad por separación
Relacionado con lo anterior, no hace falta explicar que en este objeto encuentran el consuelo que necesitan para no sentirse abandonados, por ejemplo, a la hora de ir a dormir, cuando entran en la guardería varias horas, cuando tienen que ir al pediatra o, sí, cuando llega un hermanito a casa y sienten que ya no ocupan el mismo lugar.

Se elige de forma arbitraria
No te esfuerces en que tu hijo se decante por el juguete o el peluche más bonito, más caro o de mejor calidad. Lo elegirá de manera arbitraria, no hay ninguna ‘norma’ que establezca qué juguetes son más susceptibles de convertirse en objeto de apego.

No es para siempre
El objeto de consuelo entra en escena alrededor de los ocho meses de edad y desaparece, por lo general, sobre los tres años. Este es el tiempo que dura el acuñado ‘periodo transicional’ en el que el niño se da cuenta de que es un ser independiente de sus padres. Eso sí, siempre hay que tener en cuenta que el niño tiene sus propios ritmos y que puede empezar a usarlo después de los ocho meses y desprenderse de él antes o después de los dos o tres años.Una curiosidad es que puede darse el caso de que el niño ya no lo utilice pero tenga necesidad de volver a él en determinados acontecimientos: una mudanza, la llegada de un hermano, el inicio del cole, la pérdida de una mascota…

No, no se lo puedes quitar cuando tú decidas que ya es mayor para eso
Los expertos afirman que está contraindicado quitárselo de golpe o tirarlo a la basura sin su consentimiento, aunque a nosotros nos parezca un trapo sucio.Incluso, como decíamos antes, tendremos que pedirle si podemos lavarlo o coserlo si está roto ya que su aspecto es lo que le hace tan especial.Será el niño el que decida cuál es el momento de separarse de él.
