Salir a pasear con un niño pequeño puede ser muy frustrante para los adultos que lo acompañen. Proponerse siquiera llegar a la panadería, a tres manzanas de distancia de casa, es un reto a veces difícil de cumplir si elegimos salir sin silla de paseo para potenciar la autonomía y la actividad física en el peque. Pero merece (mucho) la pena.
Tal y como explica la influencer especialista en crianza respetuosa @dulce.vida.bebe, “Cuando un niño aprende a caminar todo lo que desea es practicar esta nueva habilidad”. En la medida de lo posible, si disponemos de tiempo y vamos sin prisa, organizar paseos dirigidos con él o ella es una actividad tan simple como efectiva y provechosa para tu hijo o hija. “Incorporar un paseo dirigido por el niño en su rutina diaria es la mejor manera de satisfacer sus necesidades de movilidad y exploración”, añade la experta.
La clave, eso sí, es marcarse trayectos razonablemente cortos y no tener prisa por llegar al destino. Nuestro objetivo debe ser simplemente acompañar a nuestro peque en un nuevo viaje experimental y de descubrimiento, que al fin y al cabo es lo que son los paseos con libertad en las primeras edades. Buscad un espacio seguro, de naturaleza o en un entorno urbano amable, con aceras anchas y estímulos que le atraigan sin poner en riesgo su seguridad —zona de plantas, parques, escalones o plataformas a las que subir y saltar, algún escaparate atractivo, como el de las librerías, por ejemplo— y dejad que marquen el ritmo.
Suena idílico, y lo cierto es que lo es: un paseo dirigido sin el agobio del reloj es una actividad inmejorable para un niño o niña que acaba de aprender a andar. Pero es agotador para un adulto, de ahí que sea tan importante concienciarse de que nuestro objetivo no es más que darle prioridad al desarrollo del peque. “Para nosotros, los cuidadores, puede ser algo agotador ya que el niño lo único que quiere es andar y andar... Nosotros debemos estar ahí para velar por su seguridad. Y al final del día estamos agotados, por lo menos a mí me pasa”, señala @dulce.vida.bebe.
Pensad que con este tipo de paseos estaréis trabajando dos objetivos: “promover la motricidad gruesa y satisfacer la necesidad de explorar su entorno”, apunta @dulce.vida.bebe. Ambos son capitales en la evolución de un niño pequeño. “Además, si se realizan correctamente, dejando liderar al niño la caminata e interferiendo lo mínimo posible, la experiencia puede ser muy sorprendente y podemos descubrir mucho acerca de lo que necesitan”, añade la especialista en crianza respetuosa.

Y es que este detalle es esencial para que los paseos sean más productivos: interferir lo menos posible, para lo cual es esencial planificarlos por entornos seguros y cómodos. “Cuando creamos las oportunidades de movimiento libre podemos ver como un niño rápidamente aprende a correr, saltar, escalar, etc... A esta edad los niños se sienten impulsados a practicar estos movimientos ya que se encuentran en el periodo sensible de movimiento”, indica @dulce.vida.bebe.
En definitiva, te animamos a insistir en los paseos dirigidos, y al mismo tiempo empatizamos contigo si eres de los que se siente agotado o agotada después de realizarlos. Recuerda que el objetivo secundario es comprar el pan, que lo más importante es lo que ocurre por el camino de ida y por el de vuelta. “Seguir al niño es lo más importante de estas caminatas, permitir que se detenga a observar una hoja del suelo y que avance cuando lo desee”, concluye @dulce.vida.bebe en un alegato a favor de esta actividad que compartimos al 100%.