Ser Padres

Ikuji, el método de crianza japonés que mejora la disciplina de los niños

Es una práctica milenaria que aplican los padres nipones a sus hijos con el fin de desarrollar en ellos unos fuertes valores de compromiso consigo mismos, con su familia y con la sociedad

La disciplina positiva es un concepto que cada vez resuena más en los hogares españoles, tal y como hemos señalado en Ser Padres. Hablamos de una metodología de crianza volcada en el fortalecimiento y protección de la autoestima, cuya parte más complicada es la de “cultivarla”, tal y como señala Diana Jiménez, psicóloga especialista en la materia. Sin embargo, al otro lado del mundo, lo que se estila es el Ikuji, una práctica milenaria de la cultura japonesa centrada en reforzar y mejorar la disciplina de los más pequeños de la casa. Al igual que ocurre con la disciplina positiva, aquí se refuerzan los aspectos buenos de la personalidad de los hijos y no existen los castigos, pero presentan otras diferencias que vamos a mostrarte a continuación.

Cocinar en familia

Cocinar en familiaShutterstock

No tenemos nada más que fijarnos en cómo el comportamiento de los niños y jóvenes japoneses es, muchas veces, ejemplar. La razón está en este método de crianza que se utiliza en el país nipón desde tiempos inmemoriales. Aquí, la educación y la disciplina son cualidades altamente valoradas desde edades bien tempranas y, por eso, se espera que los niños crezcan desarrollando correctamente estas aptitudes para convertirse en miembros responsables de la sociedad. En Japón, los niños son comparados con una planta que requiere cuidado, alimento, entrenamiento y poda para crecer adecuadamente, mientras estos aprenden que deben ser guiados por sus padres para llegar al éxito. Se les inculca la obediencia, la empatía y el sentido del deber.

Ikuji es una palabra japonesa que se traduce literalmente como “crianza” o “educación” y se centra en tres pilares básicos: enseñar la importancia de la disciplina, la responsabilidad y el trabajo duro. A través de la aplicación de ciertas técnicas y estrategias, los padres esperan ayudar a sus hijos a desarrollar la mentalidad y los valores necesarios para tener éxito en el futuro.

Un método, tres etapas

El Ikuji distingue tres fases en el desarrollo del niño, de esa forma tan metafórica que va intrínseca en la cultura japonesa. Según la psicóloga Anahí Tristán, “al niño primero se le considera dios y luego criado, lo que viene a decir que a un niño menor de 5 años se le permite todo. No es para malcriarlos, sino para crear en ellos la noción de “soy bueno y soy querido”.

  • De 0 a 5 años: Tal y como explica la psicóloga, estamos en la fase ‘dios’. El niño debe ser lo más importante de la casa porque el único objetivo es que se sientan queridos e importantes.
  • De 5 a 15 años: Esta segunda etapa es la fase ‘criado’. Aquí sigue primando el cariño y el respeto, pero deben empezar a volar por sí mismos, a desarrollarse de forma independiente y a poner en práctica algunas normas sociales. En este momento, la escuela toma relevancia y se empieza a trabajar el concepto colaborativo.
  • De 15 años en adelante: El adolescente comienza a ser considerado un ‘igual’. Se les trata como adultos responsables y consecuentes de sus actos. Lo importante va a ser el papel que desempeñen en la sociedad.

La función vital de los padres

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Tsukuba, las madres japonesas suelen estar siempre cerca de sus hijos, con el fin de promover el apego y cuidar la forma de comportarse de sus pequeños. Ellas juegan un papel importantísimo en su educación y no se separan de ellos hasta aproximadamente los tres años. Contratar niñeras o ir “a solas” con la pareja no está bien visto. Y es que, en Japón, tanto las madres como los padres, pueden acogerse a una excedencia en la que seguirán cobrando parte de su sueldo hasta el día que su hijo cumpla un año y dos meses. Además, existen otras ayudas que facilitan la conciliación, entre ellas, no trabajar en horario de noche hasta que el niño cumpla 5 años o disponer de hasta 5 días al año remunerados por enfermedad del hijo.

Hablamos de una relación tan cercana con la madre que incluso duermen juntos y cargan todo el tiempo a sus bebés en una especie de cangurera llamada onbuhimo. Cuidan desde el amor y la sutileza, nada de regaños ni rigurosidad. En este caso, es el padre quien asume el rol de exigir que se cumplan las responsabilidades y las reglas.

El único objetivo de esta actitud es ayudar a formar “amae”, que se traduce como apego o “una dependencia del amor de tus seres queridos”. De esta manera, los niños aprenden que pueden contar plenamente con el amor de sus padres y, en el caso de los ancianos, recibir lo mismo de sus hijos adultos. Desde muy pequeños, se les inculca el amor a los mayores y a la familia.

hábitos sanos familia

hábitos sanos familiaGetty Images

Responsabilidad

Desde muy pequeños, se les asignan tareas y responsabilidades (vestirse, bañarse,recoger…) que aumentan conforme crecen. La idea es formar a futuro a personas autosuficientes capaces de resolver conflictos y desenvolverse en cualquier ámbito cotidiano. Con 12 años, un niño japonés ya ha aprendido perfectamente a hacer cualquier tarea sencilla de casa, desde cocinar hasta lavar su ropa solo. También se les enseña a gastar con prudencia.

Inculcar valores y trabajar en equipo

Se enseña a los niños que todas sus acciones impactan en la armonía de la sociedad, en los sentimientos de los demás e incluso en los sentimientos de animales y objetos. Si hubiera que elegir un factor clave del Ikuji sería el respeto, el hecho de enseñar y aprender sin gritos ni amenazas. En este modelo, el trabajo colaborativo es más importante que el individual, por eso deben formar parte de grupos extra escolares, practicas algún deporte, actividad cultural y aprender a cooperar y trabajar en conjunto.

Evitar hablar en negativo

En la escuela no solo se enseñan las materias tradicionales, sino disciplinas que tienen que ver con el entorno, la naturaleza, los modales, el respeto y la mentalidad triunfadora. Se les mentaliza para pensar siempre en positivo. En casa, se evitan palabras negativas y frases que pueden influir de forma dañina en la personalidad del pequeño como “no sirves para nada” o “eres tonto”.

Hábitos que practican desde hace milenios los japoneses y que podemos aplicar:

  1. Comer en familia es un momento de unión y respeto.
  2. No se dan demasiadas comodidades a los hijos.
  3. Evita ser sobreprotector y dejar que fracase cuando sea necesario.
  4. No resuelvas sus problemas. Del sufrimiento tendrá aprendizaje.
  5. Asigna tareas para los hijos diariamente, ya sea extra escolares o del hogar. Fija un tiempo específico y justo para cada una.
  6. Comprarle menos cosas materiales y regalarle más tiempo de calidad.

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