¿Puede la escuela apagar el talento? ¿Y qué papel tienen las familias en mantenerlo encendido? La creatividad, muchas veces vista como una habilidad secundaria —cuando es capital en la infancia, elemento vertebrador del aprendizaje—, se revela como un componente fundamental en el desarrollo de los niños con alta capacidad intelectual. Es un factor que puede marcar la diferencia entre una infancia plena y una trayectoria desaprovechada. Y esto se multiplica en el caso de los niños y niñas con altas capacidades.
Hace ya varios años que la ciencia centró su interés en la relación entre creatividad y altas capacidades. Sobre todo, de forma específica, en qué factores potencian o inhiben dicha capacidad en los menores con esta neurodivergencia.
Ejemplo de ello es el interesante estudio publicado en la Revista de Neurología por las investigadoras Sylvia Sastre-Riba y M. Teresa Pascual-Sufrate (2013) que rescatamos como hilo principal de estas líneas debido a que analizó en profundidad este fenómeno.

La creatividad en las altas capacidades
En la investigación participaron 41 niños de entre 6 y 14 años con perfiles de superdotación o talento, lo que ahora se conoce de forma amplia y consensuada como altas capacidades. El objetivo era entender cómo se manifiesta la creatividad en los distintos perfiles de alta capacidad y qué factores la potencian o inhiben.
El estudio fue llevado a cabo por la Universidad de La Rioja en colaboración con la Asociación Riojana de Niños con Alta Capacidad (ARNAC). Participaron 41 estudiantes entre 6 y 14 años, todos detectados con alta capacidad intelectual. Se distinguieron varios perfiles, ya que se incluyen perfiles neurodivergentes y convergentes. Y para evaluar sus competencias cognitivas se aplicaron la Batería de Aptitudes Diferenciales y Generales (BADyG) o el Test de Aptitudes Diferenciales (DAT).
Además,para medir la creatividad se utilizó el test de pensamiento creativo de Torrance (TTCT), centrado en tres componentes clave: fluidez, entendida como la capacidad de generar muchas ideas; flexibilidad, la variedad de esas ideas generadas; y originalidad: lo novedoso de las respuestas.
Las pruebas se realizaron en dos momentos consecutivos (2009 y 2010) para medir la estabilidad de los resultados. Además, se compararon las puntuaciones según la edad y el tipo de perfil intelectual.
¿Cuál fue la conclusión a la que llegaron las investigadoras? Los perfiles de superdotación y talento divergente mostraron mayores niveles de creatividad que los perfiles convergentes. En particular, se observaron diferencias significativas en fluidez y originalidad. La flexibilidad fue especialmente alta en los niños superdotados, lo que apunta a una mayor capacidad para reorganizar ideas y adaptarse a nuevos contextos.
Por lo tanto, según el estudio, la creatividad no solo es una habilidad deseable, sino un pilar central que diferencia a los perfiles intelectuales más ricos y complejos.

La creatividad experimenta un declive a los 12 años: causas y ¿soluciones?
Lo más preocupante para las investigadoras fue la caída en los niveles de creatividad a partir de los 12 años, especialmente en originalidad. Este dato sugiere que la escolarización y la presión por respuestas 'correctas' pueden estar apagando esa chispa creativa. Según el estudio, la creatividad decrece o se estanca justo cuando más debería cultivarse.
Para las familias, esto se traduce en una llamada de atención: es fundamental fomentar entornos donde la creatividad sea bienvenida, no penalizada. Proyectos abiertos, juego libre, resolución de problemas reales y tiempo sin pantallas pueden ser claves.
Además, conviene recordar que no todos los niños y niñas con altas capacidades se manifiestan igual: algunos brillarán en lo lógico, otros en lo artístico, otros en lo verbal o en la intuición. Hay distintos perfiles de altas capacidades.

En cualquier caso, este estudio que hemos recuperado para elaborar esta información ya advertía hace más de una década que el talento no es solo una cuestión de cociente intelectual, sino de contexto, libertad y estímulo. Hay que cultivarlo. Y que si queremos que nuestras hijas e hijos con alta capacidad no se apaguen antes de tiempo, debemos defender y potenciar su creatividad, no silenciarla o, pero aún, anularla.
En un contexto donde el rendimiento académico a menudo se sobrevalora frente al pensamiento original, este trabajo ya ponía sobre la mesa la urgencia de fomentar espacios donde los niños puedan pensar, imaginar y crear sin miedo al error.
Afortunadamente, desde entonces, instituciones y sector educativo han dado pasos importantes en este sentido, lo cual está vinculado también al mayor reconocimiento y atención de las altas capacidades (El PEAC de la Comunidad de Madrid es un ejemplo). Porque sin creatividad, no hay verdadero talento que florezca.
Referencias
- Sastre-Riba S, Pascual-Sufrate MT. Alta capacidad intelectual, resolución de problemas y creatividad. Rev Neurol 2013; 56 (Supl 1): S67-76.