El efecto punta del iceberg: cuando los padres solo se preocupan por las notas de sus hijos

¿Te preocupan las notas de tus hijos? Descubre por qué solo vemos la punta del iceberg y cómo atender las emociones y necesidades que hay detrás de su conducta.
A menudo solo vemos la punta: las notas y la conducta. Bajo la superficie, hay mucho más en nuestros hijos.
A menudo solo vemos la punta: las notas y la conducta. Bajo la superficie, hay mucho más en nuestros hijos (Midjourney-RG)

En el contexto educativo y familiar actual, el psicólogo Rafa Guerrero ha popularizado el concepto de “el efecto punta del iceberg” para describir cómo muchos padres se preocupan únicamente por las calificaciones y conductas visibles de sus hijos, ignorando lo que hay debajo: sus emociones, necesidades y dificultades invisibles pero fundamentales. 

Esta metáfora, aunque actualizada en clave educativa, tiene su origen en la teoría del iceberg planteada por Sigmund Freud, padre del psicoanálisis. Por ello, se utiliza también para describir cuestiones también relacionadas con la infancia como TEA, si bien en este caso nos centramos en el plano estrictamente educativo. 

Freud propuso que la mente humana funciona en distintos niveles: consciente, preconsciente e inconsciente. En su imagen metafórica, la punta del iceberg que sobresale del agua simboliza la mente consciente, aquello de lo que somos plenamente conscientes en el momento: pensamientos, emociones y percepciones. Por el contrario, la masa sumergida representa el inconsciente, donde se alojan deseos, impulsos y recuerdos reprimidos que influyen profundamente en nuestro comportamiento.

Lo que plantea Freud no tiene mucho que ver con el contexto para el que Rafa Guerrero utiliza el concepto de la punta del iceberg, pero sí entroncan en un aspecto: todo lo que no se ve y existe. 

Los niños y niñas guardan un mundo emocional invisible bajo sus comportamientos
Los niños y niñas guardan un mundo emocional invisible bajo sus comportamientos (Midjourney-RG)

La punta del iceberg en el ámbito educativo

Cuando trasladamos esta metáfora de la punta del iceberg al ámbito educativo, es una realidad todavía, por mucho que se esté produciendo un cambio de mentalidad y aplicación práctica en la educación, de que padres, madres y educadores suelen centrarse en la pequeña porción visible —las calificaciones y el comportamiento externo—. 

Se le da menos importancia al camino, que está lleno de obstáculos, incluidos el vasto mundo emocional y psicológico que subyace en cada niño y niña, a menudo obviado o infravalorado. Rafa Guerrero señala que vivimos en una sociedad que valora el rendimiento y los resultados, donde lo que se ve y se puede medir parece lo más importante.

Detrás de cada conducta hay necesidades que debemos aprender a ver y comprender.
Detrás de cada conducta hay necesidades que debemos aprender a ver y comprender (Midjourney-RG)

“Ponemos el foco constantemente en la punta del iceberg. Eso es lo conductual: los resultados académicos. Ahora, me parece tremendamente injusto que valoremos a un iceberg solo por la punta, o por una parte concreta que puede ser el 10%, un 15% o un 5%”, afirma Guerrero. La realidad es que detrás de cada nota o conducta hay un mundo emocional que muchas veces no se ve, pero que necesita ser atendido.

Como advierte la también psicóloga infantil Carolina Molina, “los comportamientos de los niños y niñas hacen parte de la punta del iceberg, siempre son un llamado de ayuda que por lo general esconde necesidades fisiológicas o emocionales”. Rafa Guerrero se pregunta si toda esa parte invisible del iceberg no se debe atender. Si no es importante. Evidentemente, el experto considera que sí. Que es tan importante como la pequeña parte visible, que "también hay que atenderla", deja claro Guerrero.

Cuando un niño o niña está inquieto, triste, desmotivado o agresivo, en lugar de juzgarlo o castigarlo de inmediato deberíamos preguntarnos: ¿Qué necesita? ¿Qué está ocurriendo bajo la superficie de ese comportamiento? Acompañar a nuestros hijos e hijas requiere ir más allá de los resultados visibles y atender el conjunto de la persona: su bienestar emocional, sus miedos, sus necesidades reales. 

Dejar de juzgar solo la “punta” y mirar el iceberg entero es un acto de amor y comprensión. Es así como ayudaremos a nuestros hijos e hijas a crecer de manera más sana, segura y equilibrada. Al menos, aumentarán en gran medida las probabilidades de que lo consigan.

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