Con la apertura en muchas ciudades españolas de distintos establecimientos de preparación de café, el consumo de esta bebida entre niños mayores y adolescentes se ha incrementado considerablemente en los últimos años. Lo que incluye no solo un mayor contenido en cafeína, sino también en azúcar, dado que este tipo de bebidas se caracterizan precisamente por tener grandes cantidades de azúcares.
Mientras que algunos estudios recientes han encontrado que el consumo regular de café podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca y muerte prematura, debido a la presencia de compuestos antioxidantes (como los polifenoles) en su composición, algunas bebidas de café más populares contienen una mayor cantidad de café, además de azúcar.
Aunque sobre el azúcar nos ocuparemos detalladamente en un próximo apartado, no hay duda que la cafeína se convierte en uno de los compuestos que más tiende a preocupar a los expertos, especialmente cuando la bebida es consumida por niños pequeños.
La Academia Estadounidense de Pediatría, por ejemplo, recomienda que los niños de entre 12 a 18 años de edad no consuman más de 100 mg de cafeína al día, lo que sería aproximadamente la cantidad presente en 1 taza de café preparado (250 ml).
En el caso de Canadá, por ejemplo, tiene un límite máximo de 45 mg por día, la cantidad que encontraríamos en una lata de refresco.
Es necesario tener en cuenta que demasiada cafeína puede causar nerviosismo, insomnio, malestar estomacal, dolor de cabeza, aumento del ritmo cardíaco y dificultades para concentrarse. Sin embargo, en los niños más pequeños estos síntomas pueden ocurrir incluso después de haber tomado una menor cantidad.
Por otro lado, la infancia y la adolescencia son las dos etapas más importantes para el fortalecimiento de los huesos. Se ha encontrado que consumir demasiada cantidad de cafeína puede interior con la absorción normal del calcio, lo que afectaría de forma negativa al crecimiento adecuado.
También se ha demostrado que el café es adictivo y los síntomas de abstinencia son reales, por lo que, en realidad, cuanto más tarde se empiece a consumir muchísimo mejor, siendo más aconsejable empezar hacia el final de la adolescencia, cuando tanto el desarrollo como el crecimiento se están desacelerando.
Aunque la mayoría de los efectos asociados al consumo excesivo de café ocurren independientemente de la edad, en el caso de los niños es más difícil atender a una cantidad segura, debido a que una cantidad mucho más pequeña puede suponer un consumo excesivo. Y, como te hemos mencionado, un consumo en cantidades moderadas puede causar algunos problemas entre los más pequeños, como hiperactividad, nerviosismo, ansiedad y cambios de humor.

Pero esto no ocurre únicamente con la típica taza de café con leche. También ocurre con las bebidas gaseosas y con las bebidas energéticas, que de hecho contienen cantidades similares de cafeína, a la vez que están repletas de azúcar.
Mientras que la mayoría de las recomendaciones para adultos es no consumir más de 200-300 mg de cafeína por día, sobre todo a la hora de reducir los efectos secundarios negativos, para un niño en desarrollo podría ser recomendable ceñirse a la mitad de esta cantidad, especialmente a la hora de estar seguros.
La cafeína no es el único problema
No en vano, el azúcar es un ingrediente destacado en muchas de las bebidas que podemos encontrar en este tipo de establecimientos. Podemos mencionar, como ejemplo, un Frappuccino Crema con chips de chocolate, que contiene 52 gramos de azúcar, la misma cantidad de azúcar que encontramos 500 ml de un refresco de cola.
Mientras que otras bebidas populares, incluso que no contienen café (como las bebidas con canela y calabaza), contienen 55 gramos de azúcar, todavía más.
Evidentemente, estas cantidades de azúcar superan con creces el máximo de 25 gramos de azúcar por día, recomendado por ejemplo por asociaciones como la American Heart Association, para personas de 18 años de edad o menos.
Los médicos que han estudiado los efectos del azúcar en la salud indican que, como era de imaginar, aumenta los riesgos tanto de obesidad como de diabetes tipo 2, especialmente en las personas más jóvenes, además de incrementar el riesgo de problemas relacionados con su desarrollo cognitivo.
De esta manera, una bebida aparentemente saludable para los adultos se convierte en un líquido repleto de calorías vacías. De hecho, como manifiestan muchos nutricionistas, hoy en día el problema no es el café en sí mismo (o su contenido en cafeína), sino las bebidas de cafeína azucaradas que consumen comúnmente los niños mayores y también los adolescentes.
Por tanto, lo más aconsejable siempre es evitar el café, en cualquier cantidad, en niños menores de 12 años de edad, y a partir de esta edad no superar la cantidad recomendada de 100 mg de cafeína máximo; evidentemente, sin añadir azúcar ni ningún otro tipo de endulzante.