Si tienes o has tenido niños o niñas pequeños en casa, no sabrás especificar cuántos vasos de agua, de leche o de zumo has tenido que limpiar en un tiempo récord. Y tu reacción, probablemente, habrá sido de desesperación y hastío, con más o menos calma en función del día y de las circunstancias, pero con muchas ganas en cualquier caso de decirle a tu peque lo torpe que es. Si has contenido ese deseo ya es un triunfo, y lo es más todavía si no se te ha pasado por la cabeza en ese momento caliente que es justo el que aprovecha Álvaro Bilbao para explicar y compartir un consejo “para educar bien sin hacer sentir mal a los niños”.
El neuropsicólogo ha reproducido junto a uno de sus hijos, Hugo, esa escena familiar en la que algún peque de la casa tira un vaso lleno en la mesa de la cocina. Lo ha hecho en dos secuencias distintas en las que el acto es el mismo (el vaso que se cae), pero la reacción del adulto es diametralmente opuesta.
En la primera escena, el adulto le dice al niño algo parecido a lo que expresa Álvaro Bisbal en el vídeo. Unas palabras, por cierto, en las que es muy probable que te veas retratado: “Te tienes que fijar más, siempre estamos con lo mismo. Eres un torpe, siempre tirando el agua”. En la segunda, en cambio, el adulto apenas reacciona. Se mantiene en lo suyo, lamenta brevemente la caída del vaso y le dice al niño o niña lo siguiente: “Claro, no hay que sentirse mal, cuando tiramos algo lo podemos recoger, ¿verdad?”.
Dejando a un lado si te ves capaz o no de que tu reacción sea más parecida a la segunda que a la primera, con lo que Álvaro Bilbao quiere que te quedes es con la moraleja de la escena, que no es otra cosa que este consejo para educar bien sin hacerle sentir mal a tu hijo o hija: “En lugar de hacerle sentir mal, prueba a cederle la responsabilidad”.
Los gritos no les ayudan
Esta anécdota del vaso de agua que se cae solo un ejemplo extrapolable a otras muchas situaciones cotidianas y habituales en la crianza que le sirve a Álvaro Bilbao para compartir que hacerles sentir mal en situaciones cotidianas no nos lleva a ningún lugar seguro ni mejor.
En opinión del experto en educación positiva y en el cerebro de los niños, “los gritos y la presión solo hacen que los niños se pongan nerviosos y se equivoquen más”. Además, apostilla Álvaro Bilbao, no hay aprendizaje en estos casos porque “la vergüenza y la culpa no les va a ayudar a fijarse más”, afirma el neuropsicólogo, que incide en la importancia que tienen en este tipo de situaciones que los adultos nos mantengamos tranquilos y tranquilas para acertar con las palabras y con nuestra reacción. “No hace falta hacer sentir mal para educar bien”, concluye el neuropsicólogo.