En muchas ocasiones resulta imposible no vernos arrastrados por el día a día, perdernos en las obligaciones y encontrarnos sobrepasados por unos niños que se comportan como eso, como lo que son, niños. Pero que llegan con sus preguntas, desobediencias y volteretas a unas mentes que ya han respondido a diez correos, asistido a dos reuniones y redactado el menú de esta semana y de la siguiente.
Esta realidad vertiginosa que compartimos la mayoría de las familias de la Tierra nos lleva a comportarnos como autómatas, a disociar nuestro comportamiento de nuestra voluntad y a que todos nuestros objetivos se reduzcan a uno único y simple: sobrevivir.
Por ello, me gusta de vez en cuando sentarme a reflexionar sobre la hoja de ruta que quiero seguir en mi travesía como madre, en nuestra aventura como familia. No para fustigarme cuando me pierda, sino para saber a dónde volver cuando lo necesite.

Últimamente sigo una pauta para reorganizar nuestros planes, mis comportamientos, nuestras costumbres y demás decisiones que hacen y harán de mi familia la que es, y no otra. Recurro a pensar en "cómo me gustaría que ellos me recordaran en un futuro". Y estas son algunas de mis conclusiones:
- Como una madre presente. Para mí es muy importante tanto la cantidad del tiempo, como su calidad. Sé que no todo el mundo tiene la oportunidad de hacerlo así, pero yo diseñé mi vida laboral de tal forma que pudiera pasar el máximo tiempo posible con ellos. Que cuando piensen en la persona que acompañó su infancia, se les venga mi imagen a la mente.

- Como una madre cariñosa. Este es el requerimiento que más tengo que recordarme y autoimponerme. Creo que los abrazo mucho y les digo a menudo cuánto los quiero, pero es verdad que mi registro no es el más dulce. Son muchos y muy chicos y paso muchas horas del día tratando de poner orden, en un tono más autoritario que amoroso. Me lo recuerdo una y otra vez: compórtate de tal forma que para tus hijos el amor sea la normalidad, y así, cuando alguien les trate de forma distinta piensen "aquí no es".
- Como una madre divertida. ¿Habrá algo que necesiten ellos más que esto? Aquí sí que cumplo. Mi casa parece un recreativo, es tan mía como de ellos, por eso en mi casa se pinta, se juega, se salta y se hace lo que haya que hacerse, dentro de los límites de la seguridad y la decencia, que ya luego se limpiará y se recogerá.
- Como una madre, no como una amiga. Leí en algún sitio algo de que "cuando una madre se comporta como una amiga, ese hijo se queda huérfano de madre". Y esa frase me ha acompañado resonando en mi mente desde entonces. Es mi tarea imponerles límites y ofrecerles un entorno familiar seguro. Recuerdo como de chica percibía las normas de mi casa no como un castigo, sino como una satisfacción de que tenía unos padres que se preocupaban por mí y porque hiciera las cosas de manera correcta. Ese es mi objetivo.
¿Y tú? ¿Cómo quieres que te recuerden? Si aún no te has parado a pensarlo, te invito a hacer este ejercicio de introspección que te ayudará a valorar muchas cosas que ya haces y a proponerte nuevos retos y propósitos.
TAMBIÉN LEE: