¿Será Candela? Así es como estamos eligiendo el nombre de nuestra cuarta hija

En la última ecografía nos dijeron que parecía tratarse de una niña y ahora estamos acopiando y descartando nombres, buscando significados y jugando a imaginarnos como lo escribirá ella por primera vez.
mujer embarazada

Hace dos meses que supimos que íbamos a ser uno más en casa. Estoy embarazada de 13 semanas y este, o más bien todo apunta a que "esta", será mi cuarta hija. Desde 2017 que empezara mi andadura como madre he tenido un hijo varón, una niña divina y otro niño, que en breves cumplirá su primer trienio. Teo, Lola y Sancho, tres personas con tres nombres que, si bien nos costaron elegir, ahora son el emblema de mi vida.

Nombres que no vas a poder poner a tu bebé

A veces, cuando me siento a escribir, porque es mi trabajo, pienso que debería borrarlo todo y escribir sólo esos tres nombres, que representan a las personas que nutren toda mi inspiración, mi empeño y mi constancia. Mi motivación emana de las letras que componen los tres nombres propios con los que acuñamos, mi marido y yo, a nuestras creaciones humanas. 

Cada vez que relleno una matrícula del colegio, les grito en un parque o pronuncia su nombre un médico mientras esperamos con cualquier suerte de virus en la sala de espera, aún me recorre un escalofrío satisfactorio por el cuerpo por haber sabido dar, con tanto tino, con esos nombres que tan bien se ciñen a las mil emociones que estos tres enanitos despiertan en mí.

Ni qué decir del primer trazo torpe y bello con el que ellos escriben, con el orgullo de la autonomía, al fin esas letras que los presentan ante el mundo. ¡Qué fácil se lo puse al primero! Teo empezó a firmar sus fichas de pinturas de dedos antes de dejar el biberón. Tres letras sencillas y contundentes, que esbozadas por su minúscula mano, gritaban al mundo que: ¡ya era mayor!

Lola es un espectáculo, como su nombre y como su forma de escribirlo. Cada L de su nombre, aún en mayúscula, mira hacia un lado, la A suele ser una casita y la O un corazón inversamente proporcional al tamaño del suyo. 

Sancho aún no ha cogido un lápiz más que para pintarrear las paredes de casa, pero su boca se llena a borbotones antes de dejar salir, desfilando, con una gracia y un guasa que sólo él tiene, las letras que lo representan. De momento hemos sido testigos de una divertida evolución de un "Chancho" con pañales, a un Sancho a las puertas del cole de mayores, que ya pronuncia la S como si él mismo la hubiera inventado.

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Pienso en cómo quedarán esos nombres en la puerta de un despacho o en los créditos de una película, en las solemnes palabras de un profesor de universidad que los invita a subir al escenario para ponerles la beca. Mi marido se los imagina rotulados sobre una camiseta del Real Madrid, la oficial, que luzca el nuevo fichaje de la temporada. Carentes de valor a priori, su vida, sus decisiones y sus trayectorias, empaparán las letras de sus nombres hasta que sus amigos y parejas lo sientan como, espero, un cálido abrazo, una especie de casa.

Así que decidme cómo tomarme a la ligera la elección de este cuarto, que si bien ya he usado mis favoritos, no deja de parecerme uno de los cometidos con más responsabilidad de todos los que me han sido encomendados en esta vida repleta de obligaciones y quehaceres. 

Ahora estamos en la tarea de elegir, confiando en el primer juicio clínico que nos ha insinuado que "todo apunta a niña", un nombre que sonoramente nos de paz, pero que también represente fuerza, que guarde consonancia con el de sus hermanos, que no nos choque al colocarlo junto a sus apellidos, que no nos recuerde a nadie que nos cree antipatía y que sonoramente no se parezca al de ninguno de nuestros otros hijos, que no estamos para trabalenguas. 

Yo tengo un claro candidato que siempre me gustó de pequeña, lo he tenido apagado durante años y ahora ha vuelto a mí como una revelación, como una llamarada: Candela. "No me disgusta" dice mi marido. Ea. Que no le disgusta, ya me lo ha zafado. Tiene que enamorarte, querido. Es el nombre de nuestra cuarta, esto hay que acabarlo como lo empezamos, con arte, con determinación. 

Si bien su falta de entusiasmo me hace dudar, el exceso del mismo por parte de mi madre está quemando el nombre antes de elegirlo definitivamente "Candela, Candela..." se pasa el día la mujer cantando. 

Pero hay un último argumento, mío por supuesto, que me hace creer que sí, que es el definitivo, y es el significado del nombre. Un significado que no he encontrado en ningún lado, pero al que mis divagaciones me han llevado: antiguamente y en muchos lugares aún en la actualidad, la familia y los amigos se reúnen en torno a la candela, esta da calor e invita al recogimiento, representa lo contrario a la dispersión y me devuelve a la idea de que lo básico no hay que buscarlo fuera, que está dentro de uno mismo.

No sé cómo te pondremos, cariño, ni si ese pequeño apéndice que se veía en tu última ecografía y que parecía corresponder al de una potencial chiquilla, se resolverá finalmente como un aparato reproductor masculino, pero sí que sé que de pensarte tanto ya tienes aquí tu sitio, en esta familia de locos que te espera con los brazos abiertos para gritar tu nombre.

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