El psicólogo Alberto Soler explica la razón científica por la que sentimos deseos de "comernos a los bebés"

Si alguna vez has sentido necesidad de comerte a bocados a un bebé, no es tan extraño. Nos pasa a muchos y hay un motivo científico que lo explica. 
bebé sonriendo

Sentir deseos “irrefrenables” de comernos a un bebé es muy habitual. Nos pasa a (casi) todos. En realidad, los frenamos a menudo, en realidad, aunque solo sea por tener en la cabeza la película Mira quién habla y pensar en lo que ese recién nacido pensará de nosotros si lo hacemos…, pero lo cierto es que apetece darle un mordisco cariñoso a esos mofletes, a los pliegues de los muslos o a esos piececitos irresistibles. Pues bien, hay una razón científica que explica por qué sentimos esta necesidad.

El psicólogo Alberto Soler, referencia en cuestiones relacionadas con la crianza, la infancia y la adolescencia, entre otras, le ha dedicado uno de sus post divulgativos en redes sociales a este deseo irracional de querer comernos a los bebés recién nacidos que sentimos muchos adultos cuando nos ponemos delante de ellos y ellas.

Dice Soler que “hay una explicación científica para ello”, el fenómeno conocido por el término anglosajón ‘cute agression’, que se traduciría por algo parecido a “agresión tierna”.

Por qué ocurre el fenómeno ‘cute agression’

En el citado post, Alberto Soler explica los motivos que desencadenen este fenómeno descrito por la ciencia y denominado ‘cute agression’. Fenómeno, por cierto, que “no te pasa solamente a ti, es algo totalmente normal y tiene una función”, puntualiza el psicólogo.

La explicación científica es sencilla de entender, pero hay que caer en ella para asociar ideas o encajar piezas del puzzle. Y como no es fácil caer en la cuenta, nada como una voz autorizada en la materia para que te ayude a hacer esas conexiones. “Hace referencia a la imperiosa necesidad de apretujar o morder cosas tiernas o monas como son los bebés”.

Esta definición o explicación está incompleta porque hay un matiz diferencial de este tipo de agresión, la intención. Cuando sentimos ganas irracionales de morder a un bebé no lo estamos haciendo con la intención de dañarle, sino todo lo contrario. Dicho de otro modo, lo hacemos “sin el deseo de causarles ningún tipo de daño”, señala Alberto Soler.

Este fenómeno está desencadenado por nuestro cerebro, que lo hace por el siguiente motivo, expone el propio Alberto Soler: “es una respuesta que da nuestro cerebro para balancear o compensar una emoción tan intensa que le está desbordando”.

El psicólogo cuenta otro caso en el que se produce habitualmente la misma respuesta del cerebro que desencadena una ‘cute agression’: cuando lloramos de alegría. “Es el mismo fenómeno que está detrás de que algunas personas lloren de alegría”, dice Alberto Soler. “De hecho, va de la mano: las personas que suelen llorar de alegría son las que con más frecuencia también ‘se comen’ a bebés y a gatitos”, añade el experto, que explica lo mismo de un modo alternativo, más coloquial, así: “Tu ves al bebé, o al gatito, te desborda el amor y manifiestas agresividad, que es una emoción opuesta, para poder controlar ese exceso de amor tan apabullante”.

bebé sonriendo - Getty Images

En definitiva, esa necesidad de morder a un bebé no es aislada ni extraña, ni ocurre porque sí, sino que le pasa a muchas personas y tiene una razón de ser sobre la que existe total consenso. Todo parte de nuestro cerebro, y se da más en personas que tienden a tener esta respuesta cerebral en otras situaciones en las que necesitan regularse. 

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