Ser Padres

Consejos útiles para mejorar la salud intestinal del niño

La conocida como microbiota intestinal es fundamental para la buena salud del niño en la etapa adulta. Y reforzarla es muy adecuado y recomendable.

Cada persona presenta una microbiota intestinal única, dado que distintos factores influyen tanto en su desarrollo como en su composición. Y, como manifiestan los especialistas, el período que comprende la conocida como “primera infancia” es clave.

De hecho, desde el nacimiento, distintos microorganismos externos invaden el tracto digestivo después del primer contacto del niño con su entorno. Así, el niño pequeño presenta en sus primeros años de vida una microbiota intestinal cada vez más compleja y diversa, la cual tiende a estabilizarse hacia los 2 o 3 años de edad.

Y, como han mostrado distintos estudios, este proceso de “colonización” natural microbiana podría ejercer una profunda influencia en el estado de salud del niño a lo largo de su vida. De hecho, en la actualidad se continúan llevando a cabo diferentes investigadores para determinar sus implicaciones en la aparición de determinadas enfermedades, como dermatitis atópicas y alergias respiratorias, entre otras.

Alimentando las bacterias buenas

Se ha demostrado que las bacterias buenas prosperan con la fibra dietética. Pero, ¿qué ocurre cuando las bacterias intestinales del niño no obtienen la suficiente fibra dietética? La investigación sugiere que un microbio intestinal hambriento puede acabar consumiendo la mucosa natural que recubre y protege las distintas paredes internas del intestino.

Si las bacterias se acercan demasiado a estas paredes, pueden hacer sonar las alarmas en el interior del sistema inmunológico, originando un estado de inflamación que, eventualmente, podría conducir a la aparición de determinados trastornos autoinmunes, como alergias, enfermedad inflamatoria intestinal y asma.

Alimentar al niño con una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos es fundamental para asegurarse de que, su microbioma en desarrollo, obtenga la nutrición que tanto necesita.

Pero muchos alimentos ricos en fibra no presentan un atractivo instantáneo para los niños. Es posible comenzar con zanahorias con hummus, pan integral con aguacate o edamame al vapor, solo por citar unos pocos ejemplos.

Consumir bacterias buenas

El consumo de cultivos vivos y activos como los que podemos encontrar de forma natural en muchos yogures puede ser de mucha utilidad a la hora de disminuir la frecuencia de enfermedades en los niños, en especial las incómodas infecciones gastrointestinales, como ya demostró hace algún tiempo un estudio llevado a cabo por el Centro Médico de la Universidad de Georgetown.

Algunas bebidas lácteas fermentadas, como podría ser el caso del kéfir, es otra forma muy útil. Pero es necesario tener cuidado a la hora de comprarlo, ya que muchos yogures que se venden para niños están repletos de azúcar. Por lo que, siempre, lo ideal es optar por yogures naturales, así como kéfir natural.

Foto: Istock

Cómo consumir bacterias buenas para los niñosFoto: Istock

En caso de que el niño ya esté acostumbrado a tomar yogures con azúcar añadido, puedes conseguir que aprecie el sabor único del yogur natural sin azúcar añadiendo una cucharadita de sirope de ágave y, luego, reducir poco a poco la cantidad de dulce durante varias semanas. De esta manera, se acostumbrará al sabor ácido del yogur natural, sin notar la ausencia de azúcar.

La importancia de usar los antibióticos solo cuando los prescriba el pediatra

No hay duda: los antibióticos han ayudado a salvar millones de vidas en todo el mundo desde hace décadas, pero esto no significa que no presenten algunos efectos secundarios, o no tengan inconvenientes.

Se sabe que también acaban con las bacterias buenas, eliminándolas de nuestro microbioma junto con las malas, lo que podría tener cierto impacto en la salud a largo plazo del niño. Más de lo que se creía en un primer momento.

Un estudio llevado a cabo en el año 2014 por la Universidad de Chicago en ratones relacionó los antibióticos con las alergias al cacahuete. Y un estudio algo más reciente, esta vez realizado por la Universidad Johns Hopkins, conectó el uso de antibióticos en niños con un exceso de peso durante la infancia.

De ahí que sea importante que tanto los pediatras como los padres reserven los antibióticos únicamente para aquellas enfermedades en las que sí son imprescindibles.

Jugar en el jardín y con las mascotas

Ambas actividades pueden convertirse en formas fáciles, sencillas y divertidas de que el niño encuentre bacterias buenas y, a la vez, evite aquellas que pueden enfermarlo.

Por ejemplo, un estudio publicado en JAMA Pediatrics sugirió que los bebés que crecen expuestos a mascotas, en este caso perros, tendrían menos probabilidades de desarrollar asma antes de cumplir los 6 años de edad.

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