El estrenarse como padres y madre ya de por sí es de lo más especial con la llegada de bebé con el que descubrir junto a él el mundo. Una etapa llena de primeras veces sobre todo si es una familia de padres primerizos. El verano es un momento ideal para disfrutar toda la familia; el primer verano de un bebé que va a ser inolvidable, pero donde no nos podemos olvidar de que este pequeño tiene una serie de necesidades y ritmos que debemos seguir, en la medida de lo posible, durante los meses de estío como nos recuerda el Dr. Enrique Manrique Martínez de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Pero, antes de conocer estos consejos es importante tener clara una cosa: con la llegada del bebé muchas cosas no se pueden dar por sentadas y todo cambia a marchas forzadas y en ocasiones dan un giro radical. Ahora, y sobre todo cuando el niño es muy pequeño las prioridades (así como los viajes, destinos y el ritmo) cambia en pro de garantizar el bienestar del bebé. Ahora todo es más calmado, se va a otro ritmo y se disfruta, mucho, pero de otra manera totalmente distinta.

El medio de transporte
Lo normal es que tan pequeños y con bebé el viaje al destino de vacaciones se haga en el coche propio de la familia. En este caso consejos más que conocidos: el bebé debe viajar en su sistema de retención infantil adecuado, los viajes largos mejor hacerlos en distintas etapas para no cansar mucho al niño, parar siempre que sea necesario, evitar las horas centrales del día para viajar con más calor y en todo momento que esté descansado e hidratado.
¿Y si se coge el avión? En principio, como explica este profesional, no hay problema en que un bebé viaje en este medio de transporte; preferiblemente, no en las primeras semanas de vida del pequeño. Con unos meses se puede viajar sin problema consultando ante la política de cada aerolínea en cuanto a lo de viajar con un bebé para saber qué se puede llevar a bordo para todo lo que necesite (agua, ropa de abrigo, comida, medicinas...). Y una recomendación para el momento del aterrizaje y el despegue, que el niño esté tomando teta, biberón, con un chupete o con cualquier otro movimiento de succión para que no tenga molestias en el oído por el cambio de presión.
Cuando se tiene un bebé hay que reconsiderar los viajes al extranjero: “Pueden conllevar riesgo de contagio de infecciones, ya sean a través de picaduras de mosquitos, como a través de la ingesta de agua o alimentos contaminados”, destaca este coordinador del Comité de Soporte Vital de la AEP. Sea como fuere, es fundamental preguntar antes al pediatra acerca de recomendaciones personalizadas en función del país donde se viaje o bien acudir a uno de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) o el apartado de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
En la playa o piscina
Como es lógico, tanto en la playa como en la piscina se deben mantener una serie de recomendaciones de utilidad y seguridad para el bebé. Y la primera norma básica y obligatoria es, como indica, el Dr. Enrique Manrique, que “los bebés de menos de seis meses no deben exponerse al sol”. Pasado ese tiempo, es preferible elegir las horas de menos calor del nada y mejor ir a la playa o bajar a la piscina a primera hora del día o última hora de la tarde.
La protección solar es clave se tenga la edad que se tenga. "Desde los seis meses se les puede aplicar crema solar, que ha de ser con protectores físicos o minerales (no químicos), que actúan de forma inmediata reflejando los rayos del sol”, detalla este profesional de la salud al tiempo en que incide en la importancia de que el niño esté a la sombra, lleve puesto una gorra o sombrero, use ropa específica para el agua con protección solar y se aplique las veces que sea necesaria la crema solar, incluso bajo la ropa.
Cuidado con las altas temperaturas
Uno de los problemas que pueden ocurrir cuando haga mucho calor es que el niño sufra un golpe de calor que, claro, no nos comunica. Esta peligrosa consecuencia se puede advertir viendo una serie de señales: la piel del niño está seca y caliente, la boca está también seca y puede presentar además fiebre, se pueden dar náuseas o vómitos, dolor de cabeza, mareos, irritabilidad y hasta taquicardia. Por tanto, es primordial actuar cuanto antes por la salud del menor llevándole a un centro cercano y, mientras, en la medida de lo posible tratar de refrescarlo.

Es por ello que resulta esencial que estén siempre bien hidratados. En el caso de que tome pecho no necesita beber agua, sino hacer tomas de leche materna con más frecuencia y en los de biberón habrá que estar al tanto de si bebé lo suficiente.
"Son los padres los que tienen que estar pendientes de hidratar al bebé con frecuencia en los meses más calurosos. Los niños de pecho no necesitan beber agua, sino hacer tomas más frecuentes, y en los de biberón habrá que vigilar que la ingesta hídrica sea la adecuada" insiste el Dr. Enrique Manrique que habla de estos signos de deshidratación en menores: ausencia o escasez de lágrimas al llorar, ojos hundidos, menos frecuencia al orinar o mojar menos los pañales que de manera habitual e incluso fontanela hundida cuando el estado del menor es más grave.
Y una última recomendación de un error grave que se ve mucho en verano: tapar el carro del bebé con muselinas para que no le de el sol al niño. Pero, cuidado, esto tiene un riesgo añadido y es que en el interior del carro se puede aumentar de forma más que considerable la temperatura si este pañuelo se coloca de tal manera que tape todas las entradas de aire.
Al respecto, añade este experto, "al cubrir el carrito de paseo lo que hacemos es, por un lado aumentar la temperatura del interior con el riesgo de que el lactante sufra deshidratación o un golpe de calor, y en segundo lugar, dificultar la circulación del aire por lo que este se recalienta y el oxígeno disminuye”. En este caso es mejor usar una sombrilla especial o colocar el trapo pero solo ligeramente y dejando que la corriente de aire circule libremente y se formen bolsas de calor en su interior.