El verano es la estación más bonita del año. Es esa época en la que el depósito de gasolina del cuerpo está lleno de energía y ganas de disfrutar de todo lo bueno que tiene esta estación del año… hasta que tienes hijos pequeños.
Parece mentira que te pueda cambiar tanto la perspectiva, pero, al menos a mí, la paternidad me ha hecho ver con muy malos ojos el verano. Es verdad que ser autónomo no ayuda, y que lo sea la mamá de las criaturas que tenemos en casa tampoco, pero da igual si sois personas trabajadoras por cuenta ajena: sigue siendo un agobio el verano con hijos e hijas pequeños. Y mira que me he leído temas de todo tipo, incluidos los de ideas que recomiendan los expertos para evitar el desaprendizaje en verano, por citar un ejemplo.
Pensar en campamentos urbanos que os encajen por horarios, dinámica de los mismos y gustos de los peques. ¡Ah! Y si tenéis más de un peque, que coincidan en horarios si no pueden ir juntos. Elegirlos y que luego haya plazas disponibles. Pensar en vuestros horarios: en cómo llegar alguno de los dos a tiempo a por ellos y ellas; si les dejas a comer o no, invadiéndote el sentimiento de culpa si no te queda otra que dejarles hasta las 4 o las 5 de la tarde en el campamento. Pero, ¿qué hago con los niños en verano si trabajo?

Tú, que te pasabas los días en el pueblo con tus abuelos, ahora estás atrapado entre mandar a tus peques con ellos más tiempo sabiendo que es una paliza para los abuelos o reservar una semana sí y otra también en el campa. Porque, no lo dudes, empiezas reservando una o dos semanas y acabas añadiendo semanas nuevas al calendario viendo que es imposible tenerlos en casa y trabajar. Y eso si tienes la mala suerte, porque en verano es mala suerte, te lo digo por experiencia, de teletrabajar. Si tienes un horario de oficina tendrás muchos menos quebraderos de cabeza porque no te quedará otra que cumplirlos a rajatabla. Y además en verano no hay atascos… El que no se consuela es porque no quiere.
Pero, espera, porque todavía no hemos llegado al momento vacaciones. Yo conozco papás y mamás que con tal de salvar el verano prefieren no coincidir de vacaciones y distribuirlas de forma que alguno de los dos está con los peques. Si eres autónomo, está opción es inviable: da gracias si descansas 15 días. Y llamarle descanso a unas vacaciones de verano con niños es ser muy generosos, no nos vamos a engañar a estas alturas de la película. Tú que tienes un bebé recién nacido igual sigues pensando que podrás descansar cuando tenga 3,4 o 5 años tu peque…
Eso sí, de lo que ya no te libras es de viajar con la casa a cuestas. Desde el carrito a todo lo demás. Parece mentira que puedan caber tantas cosas en un coche, ¿verdad? Y con todo y con ello os tocará dudar de si tendréis que quedaros en casa vosotros para meter algo del peque que no puede quedarse en casa. De esto, en cambio, ya estoy en otra fase, así que me puedo permitir la osadía de recomendarte que respires profundo y pienses que este túnel sí tiene salida: se vuelve a viajar (más o menos) ligero de equipaje a partir de los 4 años en adelante de los peques.

Y por si todo esta mezcla de recuerdos y reflexiones, a los que seguramente hayas sumado los tuyos propios si has llegado hasta este punto de la lectura, te queda la vuelta al cole. El final de agosto, volver a casa y pensar en cambiar los “hábitos” y las “rutinas”, dos palabras que gustan mucho a los especialistas en crianza.
Yo les diría que la rutina que hace falta recuperar en ese punto del verano es la de los adultos papás/mamás trabajadores, que llegan, llegamos, exhaustos al final del estío. Por eso no hay que dudar tanto de si somos malos padres por tener unas vacaciones sin niños al año.
No sé a ti, mamá, papá, pero a mí, en la primera semana de septiembre, lo único de lo que tengo ganas es de que empiece el cole y puedan empezar así mis vacaciones… digo, mi rutina. Bendita rutina, bendito cole. El verano, para las películas. Y si todo va bien, para dentro de unos años, cuando los peques ya no lo sean. Entonces muchos de nosotros y nosotras le cogeremos con más ganas que al verano de selectividad, ¿a que sí?
Esto no ha hecho más que empezar: dos semanas han parecido dos meses. Así que, mamá, papá trabajador, toda mi solidaridad, empatía y fuerza para el verano que tenemos por delante.