Ser Padres

El amor de una madre es infinito

"El amor de una madre por un hijo no se puede comparar con ninguna otra cosa en el mundo. No conoce ley ni piedad, se atreve a todo y aplasta cuanto se le opone", de Agatha Christie. Cómo acompañar a vuestro hijo en los retos que le supone el hecho de hacerse mayor. Os damos unas recomendaciones en la línea de la parentalidad positiva para ayudar a tu hijo a hacerse mayor.

Lalu Gómez

Con motivo de Día de la Madre, y en este día tan especial Lalu Gómez psicóloga y psicoterapeuta especializada en Infancia y Familias nos da unas recomendaciones a las familias que queréis saber cómo acompañar a vuestro hijo en los retos que le supone el hecho de hacerse mayor. Y también a aquellos que estáis en proceso de ampliar la familia y esperáis la llegada de un nuevo bebé, un hermanito para vuestro hijo.

Voy a aportaros algunas ideas que ayudan al niño a incorporar el hecho de hacerse mayor, de pasar de ser tratado como un bebé a disfrutar de un nuevo lugar en la familia, con nuevos roles y exigencias. Este tránsito han de hacerlo todos los niños, tengan hermanos o no. Por tanto se trata de recomendaciones en la línea de la parentalidad positiva: todo aquello que podemos hacer para promover un desarrollo sano y feliz, y construir factores de protección para toda su vida.


Ya no eres un bebé ¿o sí? a ratos… el reto de hacerse mayor

A casi todos los niños les gusta presumir de que son mayores y disfrutar de los privilegios y ventajas que ello supone. Pero hay veces en que la ganancia de seguir siendo pequeño es tentadora. Un ejemplo es cuando estamos negociando para ir retirando el chupete y le preguntas “¿pero tú no eras mayor?”, y te mira con cara de “sí, lo soy, pero es que el chupete…”.

¿Cómo podemos facilitar que vivan con naturalidad y bienestar los cambios?

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amor lo imposible

1. Tú eras así de pequeñito y estabas en la tripa de mamá.

A todos los niños les encanta escuchar historias de cuando eran bebés, de cuando estaban en la tripa. En los primeros años de vida se producen innumerables adquisiciones, y las capacidades y habilidades del niño aumentan exponencialmente cada día. Recordarles las etapas que ya han superado les produce una mezcla entre estupor y fascinación. Les apasiona escuchar que ellos no sabían hablar, o llevaban pañal, o  no caminaban (y es que parece mentira que haya pasado tanto en tan poco tiempo). Podemos ayudarnos con fotos o vídeos, pero lo más recomendables es que lo hagáis a través de las historias y vuestras propias palabras, ya que expresan la emoción mejor que cualquier formato multimedia.

2. Es muy habitual que se produzcan regresiones

Las regresiones son momentos en que vuelven a una etapa que ya habían superado (es decir, regresan a algo previo), quieren ir en brazos, se les vuelve a escapar el pis aunque ya habían alcanzado el control de esfínteres, vuelven a la etapa de rabietas... Es una manifestación de esa ambivalencia entre la necesidad de crecer, desarrollarse y ser cada vez más independiente y autónomo, y el deseo de permanecer en la calidez, comodidad y sensación de confort que le producen las etapas previas, cuando era un bebé y vivía en un vínculo mucho más dependiente y fusionado a la figura adulta.

¿Cómo podemos manejar las regresiones? Una buena forma de gestionar estas situaciones y darles naturalidad es “jugar como si”, como si fueras un bebé: y le coges, le meces, le hablas con voz de pito y con teatralidad como hacemos con los bebés, le das muchos besos… es una forma de satisfacer esa necesidad de regresar, desde la fantasía y la diversión. Es como lanzar un mensaje de:


3. Este tiempo es para ti

Conviene que reservemos un momento en el día en el que desde la calma y la tranquilidad pasemos un ratito con ellos, y conectemos con sus intereses e inquietudes. Una vez que han empezado a hablar, este intercambio es más rico y tiene cierta coherencia. Antes se convierte en un intercambio de risas, de cosquillas, de tirar el chupete veinte veces o pedirte agua veinticinco. Lo importante es estar ahí, y hacerlo bajando el ritmo y dejando a parte las prisas y agobios que nos invaden el resto del día. Si lo podemos hacer cada día genial, y si solo podemos hacerlo alguno porque salimos de trabajar tarde o hay otros hermanos, genial también, lo importante es la calidad de ese tiempo, no la cantidad. Eso y que lo hagamos con continuidad en el tiempo.

4. Favorecer la autonomía y darle protagonismo y espacios propios

Al mismo tiempo que le pedimos que se vista solo, o ayude a recoger los juguetes, también podemos potenciar que elija qué quiere o prefiere (no siempre se puede, pero muchas veces sí), y le otorgamos derecho a enfadarse o querer estar solo.

5. Educa sus emociones

La educación de las emociones pasa por respetar y favorecer la vivencia de todas ellas, modulando la expresión de las mismas: “Entiendo que estés enfadado pero no puedes romper estos papeles de mamá. Si necesitas romper algo coge ese papel.” Es decir, permitimos la vivencia, pero limitamos el comportamiento de manera que no dañe a los demás ni a sí mismo, y le proponemos una vía alternativa para satisfacer ese impulso.

Disfrutad de este proceso de verles crecer y que dejen de ser bebés, y recuerda que cuando ellos crecen, todos crecemos. Si quieres más información sobre cómo ejercer una parentalidad positiva, consulta esta entrada.

Y ante cualquier duda o necesidad consulta y busca ayuda, somos muchos los profesionales que trabajamos por favorecer el bienestar en las familias y en todos los miembros desde la Prevención y la Promoción de la Salud.

 ¡Disfrutad del día y de vuestra familia, cada una única e irrepetible!

Texto escrito por Lalu Gómez, psicóloga y psicoterapeuta especializada en Infancia y Familias, y Consultora en Salud, Liderazgo y Talentos. Puedes seguirla en su blog, en Facebook, Twitter o Instagram.

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