Ser Padres

Los adolescentes y el orden: claves para que sean más ordenados

Entrar en la habitación de un adolescente y encontrarlo ordenado es el sueño de muchas padres. El desorden en la adolescencia es muy frecuente, pero ¿por qué? ¿Cómo podemos ayudarles a cambiar esto? Te damos los mejores consejos.

El desorden es una de las características más frecuentes en la adolescencia, es un reflejo de la propia personalidad de esta etapa de la vida, donde el caos, la transformación interna y los continuos cambios afloran provocando un desorden en su interior. Y todo esto se ve reflejado en su dormitorio, su refugio, su estancia más íntima.
Una de las razones al  desorden se encuentra en la dificultad que tienen para encontrar tiempo para todo, para planificarse, de manera que al establecer prioridades y al no existir motivación alguna, el orden queda en último lugar.
Es muy importante inculcar desde pequeños la importancia del orden, del desapego o del menos es más y siempre desde el ejemplo pero, si llegado el caso ya es tarde, podemos ayudarles a retomar este orden aunque no sea tan sencillo como de la manera natural que lo hacen cuando son pequeños. Ten en cuenta que este desorden es temporal y acabarán necesitando el orden en su vida.

¿Cómo podemos ayudarles?

  •  Diálogo
Algo tan sencillo y que tantas veces se pasa por alto. Deja la imposición y el perfeccionismo a un lado. Habla con él, explícale la importancia que el orden y su habitación tienen para él, dialogad sobre qué es lo que os gustaría a cada uno, cómo le gustaría tener su habitación, por qué, para qué,… siempre desde la comprensión, la empatía y la negociación.
Se trata de  respeto mutuo y de tener en cuenta tanto las necesidades de ellos como las vuestras. Es importante que se cubran ambas para que exista equilibrio, que es lo que beneficia una buena relación.

  • La magia de las palabras:

Las palabras tienen un gran poder no solo a la hora de transmitir información sino también de provocar reacciones emocionales en quienes nos escuchan y también en nosotros mismos.
El uso de las palabras influye mucho en el desarrollo de la  autoestima de una persona, por ello, no generalices sus comportamientos ni los etiquetes. No es lo mismo decir “eres muy desordenado” que, al identificarse con esas palabras, solo logrará que se convierta en eso, que decir “tienes la mesa tan revuelta que no encuentras nada”, ya que habla de un comportamiento y éstos se cambian. Así que olvida los juicios de valor y las críticas destructivas.
“Pensemos cómo les hablamos y sabremos cómo se hablan a ellos mismos”
  • Re-decora:
A todos nos gusta tener nuestro espacio a nuestro gusto y para los  adolescentes es muy importante decorarlo a su manera. Siéntate con tu hijo y habla con él acerca de lo que le gustaría. Después de que te cuente sus expectativas, cuéntale las tuyas. Seguramente sus gustos no coincidirán con los tuyos, y habrá cosas que no te gusten. Dentro de unos límites, permítele que escoja la decoración. De esta forma, podrá imprimirle su estilo personal, considerará ese espacio “más suyo” y probablemente se involucrará más y se sentirá responsable de mantener el orden. Cuando haya concluido, evita comentarios del tipo “¡a ver cuánto dura!”; ya que sólo conseguirás echar por la borda todo el trabajo.
  • Responsabilidad:
Lo ideal es que poco a poco lo vayamos educando en ir adquiriendo cada vez mayores cotas de responsabilidad. Hacer que adquieran responsabilidades dentro de sus posibilidades les va a ayudar para el futuro.
Es importante que tenga claro que la limpieza y orden de su habitación es responsabilidad suya y debe ser él quien se ocupe de ello.
Además, puedes asignarle otra serie de tareas que le gusten o que previamente haya acordado realizar, así como recados o tareas fuera de casa. Esto aumentará su responsabilidad y autoestima.
  • Orden:
Ayúdale a establecer un orden en su habitación así como unas rutinas.  Respeta su privacidad. Nunca quieras cambiar todo de lugar ni hacer una organización de sus cosas sin su consentimiento ya que esto suele hacer más grande la situación de lo que en realidad es. Si consideras que es necesario hacer una organización en la habitación, deberá ser él quien decida lo que se queda y lo que se va, al igual que también deberá ser él quien asigne un lugar adecuado a las cosas. Tu participación consistirá en ayudarle y darle consejos si lo notas receptivo.
Baja tus expectativas de orden, si pones la línea demasiado alta, con reglas y condiciones demasiado estrictas, sólo lograrás que haya más discusiones. Sé flexible.
  • Sencillez:
Tanto para los muebles como para los objetos. Elegid pocos muebles pero prácticos y funcionales.  En esta etapa en la que tienen mil cosas en la cabeza, la sencillez en el entorno es clave. Se trata de que puedan estar en un espacio tranquilo y que por ejemplo a la hora de estudiar tengan el escritorio libre de estímulos que les permita concentrarse en lo que están haciendo.
Por otro lado, además de la sencillez, enséñales a no tener apego a las cosas. Solo son cosas. Deben aprender a respetarlas, pero también a usarlas y a disfrutar de su uso.
  • La ropa:
Este quizás sea uno de los temas que más tensiones y discusiones genera.  De nuevo, el  diálogo y la negociación son fundamentales.
Tiene que saber que la ropa que esté sin recoger, desaparecerá. Pueden guardar la ropa donde ellos hayan establecido, pero no pueden esperar que se planche si está arrugada por no haberla guardado o que sea lavada si no está en el cesto de la ropa: “Ayúdame y te ayudaré”.
  • Da ejemplo:
Los  hijos siempre se fijan en el comportamiento de los padres, miran con lupa todo lo que hagáis. Por ello, vuestro comportamiento debe ser ejemplar si queréis que el suyo también lo sea. Como ves, se trata de inculcar el respeto mutuo, el aprender de los errores, en buscar soluciones y mucha comunicación efectiva y negociación.
“Si quieres que te escuchen, escucha, si quieres amabilidad, sé amable, si quieres respeto, respeta”.
Artículo escrito por Patricia Ferrández, professional organizer en Armonía Home, estudio de orden.
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