¿Nuestros hijos se portan mal?

¿Qué hay detrás del mal comportamiento de un niño? ¿cómo podemos actuar para afrontar la situación? Te damos algunas claves para entender y asimilar que el mal comportamiento suele estar causado por una sensación de malestar mal expresada o mal entendida.
mal comportamiento

Seguramente hayas escuchado que cuando un niño se siente bien, todo va bien. ¿Qué ocurre entonces cuando se siente mal? Que tal vez te encuentres en alguna de estas situaciones:

- No sabes qué hacer cuando se comporta de manera inadecuada.

- Estás cansada/o de repetir las cosas una y millones de veces sin que te hagan caso. 

- Sientes que tus hijos te desafían con su comportamiento.

- Tus hijos te exigen atención constante y en todo momento, y entran en bucle no teniendo nunca suficiente con lo que les das.

- O por más que te esfuerzas en entenderlos no lo consigues.

Exacto. Cuando tus hijos se sienten mal, nuestro cerebro adulto entiende que se portan mal.

Déjame decirte que eso no es del todo cierto. Si tenemos en cuenta únicamente nuestro punto de vista como padre o madre, no estamos teniendo una visión completa de la situación.

Dependiendo de la edad que tengan nuestros hijos, tendrán más o menos capacidades para solucionar aquello tan desagradable que están sintiendo. No es más que eso. Fíjate, qué fácil, ¿verdad?

El truco es en observar, empatizar y dar herramientas. Si cumplimos con estas tres premisas, nos alejamos sí o sí del enunciado de este artículo, y dejaremos de tener la creencia de que el mal comportamiento es suyo.

Observar implica ser conscientes del desarrollo evolutivo en el que se encuentran nuestros hijos. A nuestro hijo de un año no le diremos que nos explique por qué está teniendo una rabieta. Básicamente porque no sabe expresar con palabras lo que le está pudiendo pasar, que tal vez sea hambre, malestar o sueño.

De la misma forma, a nuestra hija de nueve años podremos proponerle que expresar su ira rompiendo todo lo que tenga por delante no es una buena opción. Con esa edad, y teniendo en cuenta los dos aspectos que os voy a explicar a continuación, es perfectamente entendible y razonable. Acogerá vuestra propuesta, y de una forma respetuosa con el entorno, sin tener que dañar las cosas que tiene a su alcance, logrará expresar su malestar y reconducir su estado emocional.

En segundo lugar, la empatía. Importante es que se sientan comprendidos por vosotros. Cualquier emoción es y debe ser legitimada, validada o permitida (como prefieras llamarlo). Es cierto que en medio de la cola del súper nos incomoda que nuestro hijo de siete años no tenga la suficiente paciencia como para esperar diez minutos a que sea nuestro turno para pagar e irnos a casa. Por un lado, porque con esa edad, y como hemos visto en el primer punto, está muy en el aquí y ahora. Y no le apetece para nada tener que esperar. Así que en este punto: empatiza. Puedes decirle que entiendes que no le apetezca estar haciendo cola, porque tal vez esté cansado de todo el día estar en el colegio, y que quiera llegar a casa para jugar y desconectar. Esa sería una muy buena manera de alejarnos de nuevo de la creencia de que es nuestro hijo el que se está portando mal, y entender que solo tiene siete años y está cansado.

Y, por último, ofrecer herramientas a nuestros hijos. Sí, es verdad que con los dos anteriores puntos ya les estamos dando soluciones para que puedan desatascar esa emoción que les incomoda y les hace sentir mal. Pero si reforzamos esas dos estrategias con recursos concretos, estaremos educando en sus habilidades emocionales de por vida. Sabrán resolver sus conflictos de una manera mucho más exitosa y serán adultos en un futuro con una gran capacidad de gestión.

Recursos como invitarles a que dibujen cómo es su tristeza en este momento y luego hablar sobre ello o que corran cuatro vueltas al jardín para sacar su rabia son ejercicios muy buenos para estar acompañando las emociones de nuestros hijos.

Artículo elaborado por Noe García de Marina, Pedagoga Terapeuta. Orientadora y formadora en crianza respetuosa y consciente. Directora de Noe Botega.

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